Los acontecimientos que se producen diariamente en todos los órdenes, a lo largo de la vida están dirigidos a poner a prueba el estado de ánimo, la posición ante ellos y la capacidad de absorción de sus consecuencias,
Una actitud de observación, sin apasionamiento, irá dando información muy valiosa acerca del origen de esos acontecimientos, de sus causas, sus objetivos y también en qué medida eso afecta en la vida cotidiana.
A lo largo de la vida laboral se va aprendiendo, no solo la técnica necesaria para desarrollar bien el trabajo, sino que además nos vamos poniendo a prueba constantemente acerca de cómo nos enfrentamos a las dificultades que se nos presentan, ¿Somos flexibles? ¿Estamos dispuestos a aprender? ¿Cómo nos relacionamos con los que mandan o los que saben más que nosotros? ¿Trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?
Estas son algunas cuestiones que tarde o temprano nos hacemos los seres humanos en el entorno laboral, pero cuando llega la hora de la jubilación ¿somos capaces de seguir poniendo en práctica lo que hemos aprendido o sentimos que nos han quitado la razón de nuestra vida? Hay muchas personas que cuando se jubilan no saben qué hacer o piensa que su función más importante en la vida ha desaparecido.
Sin embargo hay dos cosas muy importantes que esas personas deberían de tener en cuenta: tiempo y experiencia. Tiempo para hacer aquellas cosas que siempre soñó que le gustaría hacer y experiencia para relacionarse con su entorno de una manera abierta, olvidándose de que alguna vez fue director, albañil, futbolista ó bombero y sintiéndose seres humanos y como tales estar dispuestos a poner en práctica lo que mejor sepan en beneficio de la comunidad, no deambular sin sentido, no quedarse parados tomando el sol en un banco de la plaza viendo pasar la vida hasta que esta deje de pasar, solo esperando a desaparecer.
El gran caudal de experiencia y sensibilidad acumuladas en una vida tiene que seguir discurriendo para que no sea inútil lo que hemos ido atesorando a lo largo de los años: estudios, experiencia laboral, sabiduría de relación, capacidad de comprensión ganada con los años… Todo ello puede ser enormemente útil en la sociedad en la que vive y hay mucha gente que necesita de esas personas, sobre todo si esas personas han estado relacionadas con cuestiones sociales.
Apegarse a lo que un día fuimos, al trabajo que desempeñamos, es perder la perspectiva de lo que realmente somos. Por tanto, lo que seamos capaces de asimilar a lo largo de la vida puede ser muy útil, sobre todo si somos un poco generosos y lo ponemos al servicio de la comunidad. Vivir y sentirse útil, independientemente de la edad que se tenga, es seguramente uno de los mejores objetivos que el ser humano puede alcanzar.
Hasta otro día amigos.
Un abrazo.
Agustín.
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