jueves. 28.03.2024

141. Aprendiendo a morir

Cuando llega el momento de morir lo importante es darse cuenta de la dimensión espiritual del ser humano, de conectar  con nuestros auténticos valores, tratar en mayor o menor medida de dejar nuestros asuntos resueltos

Aprendiendo a morir
Aprendiendo a morir

A lo largo de mi vida  he aprendido que el dolor es algo más que un síntoma físico, que es un concepto global, nos duele el cuerpo con todas sus alteraciones, nos duelen las emociones, los miedos, las culpas, los enfados y hasta nuestros pensamientos nos atormentan aumentando nuestro dolor.

Cuando llega el momento de morir lo importante es darse cuenta de la dimensión espiritual del ser humano, de conectar  con nuestros auténticos valores, tratar en mayor o menor medida de dejar nuestros asuntos resueltos. Poder tener la oportunidad de despedirse de las personas a las que queremos. Tener consciencia de que aunque el cuerpo no pueda sanarse, pueden solucionarse otras muchas cosas.

Cuando de alguna manera esto se lleva a cabo, el final, la muerte puede convertirse en la última y mejor experiencia  que el ser humano puede experimentar.

Pero también en esta caminar por la vida, he aprendido de las dificultades que completar estas experiencias conlleva.

En esta sociedad nuestra donde valores como la belleza, dinero, títulos, prestigio son los que imperan, la enfermedad y no digamos la muerte, ocasiona pánico, rechazo…

Por todo ello, te das cuenta que hay mucho por aprender en este terreno y mucho por hacer, que hay un nuevo e importantísimo paso que dar, un importantísimo trabajo en el que ayudar: a vencer el miedo a la muerte.

Ante este temido tema la gente suele guardar silencio. Cuando la familia, los amigos o cualquier persona entra en la última fase de su vida, nadie habla de ella: de la muerte. La mayoría de los seres humanos no han superado estos miedos, que a veces crean más sufrimiento que la propia enfermedad, por eso hay que proclamar en voz bien alta: es hora de despertar, de actuar ante el tema de la muerte. Con amabilidad, con sutileza, con conocimientos, con empatía. Pero este tema hay que abordarlo, que la despedida de nuestros seres queridos es dura y difícil si, pero también está la necesidad de cerrar ciclos, de completar experiencias y solo cuando hay comunicación, verbal y no verbal esto es posible.

Por último compartir lo más importante: que la muerte no existe, que solo este cuerpo gastado por el paso del tiempo o dañado por la enfermedad es lo que desaparece, que volvemos a nuestro autentico Hogar, a nuestra esencia, al lugar de donde procedemos, donde la luz y el amor es lo que prevalece, que no hay motivos para el miedo, solo para la esperanza.

Y adquirir el compromiso, la valentía de compartirlo con la mayor naturalidad, en las situaciones y con las personas que lo necesiten, enseñar, compartir, acompañar a las personas en sus últimos momentos en su camino hacia la luz, es uno de los actos más importantes que podemos hacer por nuestros semejantes.

    Hasta otro día amigos.

    Un abrazo

    Agustín

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141. Aprendiendo a morir