jueves. 28.03.2024

Acabo de leer Comidas para llevar, del poeta y narrador cacereño Víctor Manuel Jiménez. Víctor ha publicado también Un rato para un relato y La niña bonita, además del poemario, Versos del Insomnio, con el que consiguió una beca a la creación literaria de la Junta de Extremadura. En 2011, logró el accésit del I Premio de Cuentos y Leyendas de Cáceres “Antonio Rubio Rojas”.

La primera impresión, al abrir el libro, es que se trata de una cuidada edición de Rumorvisual, con curiosas ilustraciones que te invitan a la lectura. Pero lo interesante de verdad son los cuentos de esta colección, breves, pero intensos. Más de uno te deja una sonrisa en la boca –tan deseable en estos tiempos– como es el caso de “La ternera asesina”; otros te permiten reflexionar de forma distinta sobre conceptos como la amistad: “Esta vez será la última”; hay, además, bellos ejercicios de recreación literaria, como “Vainilla y chocolate”, donde nos reencontramos con Nabokov. Y así, hasta completar las veintidós historias que, pese a su posible existencia real, surgen de la imaginación del autor.

Los cuentos –y más aún los microrrelatos– siempre me han gustado. Considero que exigen un gran trabajo de condensación, pues no resulta fácil narrar una historia en tan breve espacio y conseguir que lo que se cuenta en ella y los personajes que la protagonizan sean creíbles. Víctor Jiménez crea o recrea en ellos vidas cotidianas que todos podemos reconocer a nuestro alrededor, pero las reinventa y las escribe con un lenguaje sencillo y cuidado, de la misma forma que el protagonista del relato que da título al libro inventa un mundo distinto para él. En palabras de Pilar Galán, que firma el Prólogo, “Un sabor a realidad, a sueños incumplidos, a promesas, a la buena literatura que no por breve deja de ser literatura, sino todo lo contrario”.

El lunes, en el digitalino, tendremos la oportunidad de conocer a este escritor un poco más.

Comidas para llevar, del poeta y narrador cacereño Víctor Manuel Jiménez