viernes. 19.04.2024

La extensa comarca de la Sierra de Gata, una de las más bonitas de Extremadura, es aún bastante desconocida, a pesar de que sus pueblos, de gran tipismo y recostados en las estribaciones de la recia serranía, conservan una importante arquitectura tradicional y monumentos civiles, militares y religiosos de alto valor artístico e histórico. Puede afirmarse que las bellezas naturales de la comarca forman una perfecta unidad con las artísticas, muchas veces incluidas en medio de pintorescos paisajes de ensueño en los que parece que el tiempo se ha detenido. Paisajes grandiosos por su hermosura y colorido, cambiante éste según las épocas del año.

Conservan los pueblos de la comarca una notable arquitectura eclesial, que vamos a comentar en este artículo; en su construcción intervinieron destacados arquitectos fundamentalmente desde finales del siglo XV y comienzos del XVI, cuando por motivos demográficos comenzaron a ampliarse los templos parroquiales: citemos, entre otros, a Pedro de Ybarra, maestro mayor de la Diócesis y Catedral de Coria y de la Orden de Alcántara, a cuya demarcación pertenecieron varios de los pueblos de la Sierra, pero también a Esteban de Lazcano, maestro mayor de la citada Catedral con anterioridad a Ybarra. Actuaron asimismo Diego de Barreda, Pedro de Larrea, Juan de Talavera, Manuel de Escobar, Francisco Hernández, Pedro de Lanestosa, Luis y Hernando Moreno, Sancho Ortiz, Juan Bravo… la nómina es muy extensa. Ellos fueron los que alzaron los bellos templos gateños, en los que utilizaron la sobria y a la vez hermosa piedra berroqueña local, que proporciona a las fábricas las características tonalidades doradas en los atardeceres serranos. Podríamos decir que la devoción se hace piedra en los templos de la comarca, piedra que, extraída de las mismas entrañas serranas, da forma a los sencillos y recios volúmenes de las iglesias, austeras en el exterior y bellísimas en sus interiores, cubiertos en ocasiones con espléndidas bóvedas de crucería estrellada. Digamos algunas cosas al respecto.

Es notable la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles de Acebo, sin duda uno de los mejores ejemplares de la comarca. Las obras se iniciaron en el año 1508 por la cabecera y en ellas intervinieron destacados maestros de cantería, como Pedro de Ybarra, Francisco Hernández o Juan de Alviz, entre otros. Excelentes son su portada principal, terminada en 1579, y torre, y bellísimas son las bóvedas de crucería que cubren la cabecera y nave. Es asimismo destacable la tribuna coral, acabada en el año 1601. El retablo mayor parroquial de Acebo es de los mejores de la comarca: se inició en el año 1618 y realizó su arquitectura nada menos que Alonso de Balbás, el mismo que ejecutó las trazas del retablo mayor de la catedral de Plasencia; las esculturas y relieves las ejecutó Pedro de Sobremonte, oficial que fue en el taller vallisoletano de Gregorio Fernández, y la policromía es obra de Paulo Lázaro. Otros retablos barrocos con sus correspondientes esculturas lucen en el templo acebano, que también posee algunas interesantes piezas de plata.

Preside el pueblo de Cadalso la notable iglesia parroquial de La Concepción de sencilla arquitectura iniciada a fines del siglo XV o comienzos del XVI, a cuya época corresponde la fachada de los pies. En la década de 1560 reformó y amplió el templo el notable arquitecto Pedro de Ybarra, quizá autor de la capilla mayor cubierta con crucerías. La nave presenta un sencillo tejado sostenido por un rústico artesonado de madera. Es importante el retablo mayor clasicista, muy parecido al de Acebo; por ello es posible que intervinieran en él los mismos artífices ya citados. Lo doró y policromó en el año 1661 el pintor Francisco Alonso Moreno.

Magnífico es el berroqueño ábside de la parroquia de Nuestra Señora de los Apóstoles de Cilleros, acabado en la década de 1580: su interior muestra una gran belleza, debido a la armonía de líneas, luminosidad, esbeltez y sugerente dibujo de la bóveda de crucería que lo cubre. Sin duda su tracista fue el repetido Pedro de Ybarra. La nave es más antigua y baja y se corresponde con el gótico templo primitivo del siglo XV. Destaca en la cabecera el hermoso retablo mayor barroco, labrado en el año 1737 por el entallador Diego Martín Durán, que tenía su taller en Gata: preside la hornacina principal la vetusta talla medieval de Nuestra Señora de los Apóstoles, una de las más antiguas de la comarca y datada en el siglo XIII. Otras muchas piezas artísticas de interés conserva la parroquial, como una escultura de San Pedro labrada en Sevilla, por Juan Martínez Montañés, en el año 1641. En Cilleros es también destacable, entre otras ermitas, la de Nuestra Señora de Navelonga, patrona de la localidad.

En Descargamaría hay que visitar la parroquia de San Julián el Hospitalario, obra del siglo XVI que tiene un bello pórtico lateral en el que debió de intervenir el maestro cantero Pedro de Lanestosa "El Viejo". La obra más importante que guarda la parroquia es el excelente retablo mayor, obra conjunta del escultor Lucas Mitata y del ensamblador Juan de la Fuente, ambos vecinos de Ciudad Rodrigo. El retablo, contratado en el año 1585 fue policromado en 1594, como consta en la inscripción de su banco, y tiene una compleja imaginería. Excepcional es la custodia de plata que conserva la parroquia, realizada en taller salmantino a mediados del siglo XVI y gemela de la del vecino pueblo de Robledillo de Gata. La ermita del Santo Cordero tiene un bellísimo artesonado mudéjar en la cabecera.

La parroquial de La Asunción, de Eljas, muestra una sugerente portada gótica a los pies, una de las más bellas de la provincia de Cáceres. El templo se amplió en los siglos XVII y XVIII: en la década de 1750 se añadieron las dos capillas laterales, que forman a modo de falso crucero y que fueron alzadas por el maestro cantero Gregorio Domínguez.

Muy importante es la parroquia de San Pedro, de Gata, bella y pintoresca localidad, situada en el centro de la comarca, que acogió en los años finales del siglo XV la itinerante Academia que fundara el maestre de la Orden de Alcántara don Juan de Zúñiga y de la que formó parte, entre otros, Antonio de Nebrija. La pétrea mole del templo destaca junto a la plaza mayor del pueblo y su airosa y esbelta torre se puede contemplar desde la lejanía, sobre todo si ascendemos por la calzada que sube el Puerto de Castilla y llega hasta la ermita de San Blas. Dedicada a San Pedro Apóstol, la iglesia se alzó desde finales del siglo XV o primeros años del XVI, aunque ya existía como parroquia en el año 1257 y en 1410 se celebró en ella un famoso capítulo de la Orden de Alcántara. Su cabecera es muy parecida a la del templo mayor de Hoyos que, sin duda, se inició por el mismo tiempo, y también presenta concomitancias con la de Acebo, ésta comenzada en 1508. La portada del Evangelio está fechada en el año 1523, dato que nos da a entender que en ese tiempo estaba ya terminada la citada capilla mayor. El interior del templo es hermoso, todo él cubierto con bóvedas de crucería: intervinieron en su construcción –muy avanzada a mediados del siglo XVI –importantes arquitectos y maestros canteros, como Pedro de Ybarra, Esteban de Lazcano, Diego de Castañeda, Sancho Ortiz, Martín y Juan López de la Ordieta, entre otros muchos. Se acabó el templo en lo fundamental en la década de 1590 con las intervenciones de Juan Bravo y Diego de Barreda.

El majestuoso interior arquitectónico gateño se complementa con un espléndido retablo en el que la arquitectura renacentista y las esculturas de Pedro de Paz (hacia 1554) se complementan con las pinturas sobre tabla que el placentino Pedro de Córdoba realizó entre los años 1605 y 1609. Otros retablos barrocos se conservan en la iglesia, que también posee un notable tesoro de platería.

Entre las ermitas de Gata destaca la del Humilladero, que guarda un barroco retablo, unas pinturas murales del siglo XVI con el tema de la Santa Cena y un interesante Crucificado labrado por el citado Pedro de Paz en el año 1593. En las proximidades de la villa, en un paraje delicioso, permanecen las ruinas del convento franciscano de Nuestra Señora de Monteceli, llamado comúnmente del Hoyo, que visitara San Pedro de Alcántara. La iglesia conventual, cubierta con bóvedas de crucería en la cabecera, y el claustro se renovaron desde la década de 1560 con ayuda de Felipe II y de la Orden de Alcántara.

Modesta es la parroquial de Santa María Magdalena de Hernán Pérez, alzada con mampostería y sillería, material este último empleado en la fachada principal. El templo se construyó sobre un edificio precedente desde los años iniciales del siglo XVI, época a la que pertenecen la citada fachada, gran parte de la nave y el arco triunfal con sus apoyos. La fábrica sufrió reformas en el siglo XVIII, sobre todo en el ábside, como demuestra una inscripción referida al año 1794 visible en una ventana del lado del Evangelio. Entre las piezas de platería destacan un cáliz manierista datado en el año 1586 y una píxide de hacia 1540. También se puede visitar en la localidad la ermita del Santo Cristo de la Paz, cuyo ábside cubierto con cúpula de ladrillo se alzó en el año 1756, según indica un epígrafe dispuesto sobre el arco triunfal.

La iglesia parroquial de Nuestra Señora del Buen Varón, de Hoyos, es la que conserva los restos arquitectónicos más antiguos de la comarca, pues su interesante portada principal, de estilo tardorrománico, data de la primera mitad del siglo XIII. Sin embargo, desde los años finales del siglo XV se amplió el viejo templo medieval y hacia el año 1564 estaba terminado lo más esencial del edificio, en cuyas obras intervino el maestro Pedro de Ybarra, como tracista, al menos desde la década de 1550: probablemente proyectó Ybarra la preciosa tribuna coral renacentista y en buena medida las bóvedas de crucería de la nave. También intervinieron en el templo los arquitectos Juan Bravo y Diego de Barreda a fines del siglo XVI. Se acabó la torre a comienzos del siglo XVII con trazas del que fuera maestro mayor de la Catedral de Coria Diego González –también intervino en la sacristía de Hoyos– y dirección de Juan de Alviz y Pedro Ribero. Espléndido es, por otra parte, el barroco retablo mayor, obra del círculo de los Churriguera asentada en el año 1723 con la colaboración económica del duque de Alba, señor de Hoyos. Preside el retablo la efigie de Nuestra Señora del Buen Varón, arcaica imagen sedente de la Virgen con el Niño de la primera mitad del siglo XIII y una de las más antiguas esculturas marianas de Extremadura. Otros retablos e imágenes barrocas destacan en la nave del templo, que también posee un notable púlpito berroqueño del siglo XVI y un importante tesoro de platería.

Permanecen en Hoyos las ruinas del convento franciscano del Espíritu Santo, fundado por el indiano Pablos Pérez a mediados del siglo XVI y construido desde esa fecha por el maestros canteros Juan de Hurrutia Villarreal y Juan Hernández, entre otros.

Muy transformada está la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Perales del Puerto, remodelada en la década de 1960: sufrió dos incendios, uno provocado por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y otro en el siglo XX. Lo más notable del templo es la granítica fachada de los pies y la torre, obras del siglo XVI. Posee dicha torre una magnífica escalera de caracol del tipo de San Gil, sin núcleo central. También la sacristía es obra interesante del siglo XVI y la cubre una bellísima bóveda de crucería. El ábside es un postizo del siglo XX y el espacio interior, que muestra una falsa organización en tres naves, conserva, en parte, los primitivos arcos fajones y sus correspondientes pilares y contrafuertes del siglo XV, aunque modificados. Dicho interior, a comienzos del siglo XVIII, tenía cubierta de madera. Es probable que en las obras de la etapa renacentista interviniese Pedro de Ybarra. En las proximidades del pueblo están las ruinas, provocadas por las tropas francesas, de la ermita de Nuestra Señora de la Peña, patrona de la localidad cuya imagen permanece en la parroquia.

La parroquia de La Asunción de Robledillo de Gata se caracteriza por su espléndido y elevado pórtico de diez columnas, cuyos capiteles muestran curiosas inscripciones bíblicas, alusiva una de ellas al año1560, tiempo en el que se remató la obra, en la que intervino el maestro de cantería Pedro de Lanestosa "El Viejo". La única nave del templo se cubre con madera y la cabecera, posterior, tiene elemental bóveda de aristas. La sacristía muestra una hermosa cubierta mudéjar de madera artesonada (década de 1590) decorada en el almizate con el escudo policromado de la Casa de Oropesa. El templo se terminó en lo más esencial a fines del siglo XV o comienzos del siglo XVI, según muestran los arcos de la nave y el estilo de sus dos portadas, algo más avanzada la de la Epístola, de hacia la década de 1540. Quizá el ábside también se rehizo en la segunda mitad del siglo XVI.

Monumental es el retablo mayor, que tiene una compleja imaginería: lo fabricó el ensamblador y escultor zamorano Bartolomé González de Espinosa desde el año 1657 y se acabó de dorar en el año 1678, según expresa un epígrafe. Magnífico es el Cristo yacente con los brazos articulados que se muestra en una urna bajo el altar mayor: muestra una clara dependencia del estilo de Gregorio Fernández, aunque se fabricaría en algún taller salmantino quizá próximo al notable escultor Antonio de Paz. Otros cuatro retablos menores, del siglo XVII, se conservan en la parroquial robledillana. También son destacables el púlpito de fines del siglo XV y la gran pila bautismal renacentista (1553) dispuesta bajo la lignaria tribuna coral. Magnífica, aunque lamentablemente deteriorada de manera irreversible por un reciente dorado, es la custodia de plata labrada en el año 1556 quizá en un taller de Ciudad Rodrigo. Se pueden visitar en Robledillo las antiguas ermitas del Santo Cordero, del Cristo y de San Miguel de la Viña, ésta recientemente rehabilitada.

El templo mayor de San Martín de Trevejo es un pétreo edificio de tres naves –el único de la comarca con esa organización– y ábside ochavado: está enclavado en medio de una interesante y pintoresca arquitectura popular de madera entramada con adobes. Se construyó a lo largo de la primera mitad del siglo XVII, rematándose las obras en los años 1653-1654, según nos informan varias inscripciones del interior y la visible, al exterior, sobre la ventana de la capilla del Rosario. Importantes trabajos de reparación realizó en el templo el maestro José Gallego en el año 1719 y la bella y barroca ventana-transparente del ábside se añadió en el año 1753. Prueba la existencia de un templo anterior la torre, obra de sillería alejada del actual edificio y ubicada en la plaza mayor: en su zona baja incluía la antigua cárcel y muestra en su frente el escudo de Carlos V y una inscripción datada en el año 1555.

Importante es el retablo mayor parroquial de San Martín de Trevejo, terminado en el año 1753 y dotado de excelente imaginería barroca. Notables son las tres pinturas de Luis de Morales que custodia el templo y que proceden de los hoy perdidos retablos de las capillas de los comendadores Diego de Santillán y Nicolás de Ovando existentes en el conventual de San Benito de Alcántara. Otros retablos y varias interesantes imágenes de la Virgen, alguna medieval, contiene la parroquia.

También se puede visitar en la localidad la monumental iglesia del antiguo convento franciscano de San Miguel, de los siglos XVI y XVII con añadidos del XVIII. Varias ermitas se mantienen abiertas al culto.

Encaramado en lo más alto de un escarpado picacho se encuentra Santibáñez el Alto, con su famoso castillo y añeja historia. La iglesia parroquial de San Pedro, edificio de mampostería y sillería, se dispone cerca de la entrada a la fortaleza y se construyó desde finales del siglo XV, aunque la sacristía se añadió a mediados del XVI y la capilla mayor sufrió reformas en el XVII con el añadido de la cúpula que la cubre. En la década de 1560 se realizaron importantes trabajos en la iglesia, que afectaron a la actual sacristía y a la fachada de los pies con su espadaña y escalera de caracol: quizá intervino en tales reformas el maestro Pedro de Ybarra, que a mediados del XVI también actuaba en obras de reparación de la inmediata fortaleza. Conserva el templo un modesto retablo mayor del siglo XVII, cuyos detalles estilísticos lo relacionan con los de Acebo y Cadalso. Son importantes el frontal de azulejos del Talavera, de fines del siglo XVI, conservado en la sacristía, y la colección de platería, encabezada por una excelente cruz del siglo XVI. Tiene también interés la ermita del Cristo de la Victoria.

Majestuosa es la parroquial de La Asunción de Torre de Don Miguel, que posee uno de los ábsides más monumentales y bellos de la provincia de Cáceres: lo trazó Pedro de Ybarra hacia 1544, como indican una inscripción de la sacristía y el estilo de sus complejas crucerías estrelladas. La nave, más baja y cubierta con moderna estructura de madera, es del siglo XV, así como también de fines del siglo XV son los arranques de la torre. Conserva la parroquia una importante pila bautismal, que probablemente se labró en el siglo XIII. Labró el retablo del lado de la Epístola entre los años 1724 y 1729 el maestro Andrés Felipe de Paredes y, además, conserva la parroquia importantes piezas de platería.

Notables son las ermitas del Cristo, del siglo XVI y también proyectada por Pedro de Ybarra, y de Nuestra Señora de Bienvenida, patrona de la localidad, que fue reconstruida a fines del siglo XVIII y guarda el interesante Cristo del Consuelo, obra del escultor madrileño Juan Calderón (1763).

El templo parroquial de La Asunción, en Torrecilla de los Ángeles, muestra una sencilla estructura, siendo el elemento externo de mayor interés la portada lateral del siglo XVI. Cubre la capilla mayor un magnífico artesonado mudéjar fabricado a mediados de la expresada centuria: conserva restos de policromía y es uno de los mejores de Extremadura. Quizá la portada y el artesonado citados están relacionados con las importantes obras que se desarrollaron en el tempo entre los años 1560 y 1568. Nuevas reformas se realizaron hacia el año 1691, según indica un epígrafe que había en la fachada de poniente.

Preside la capilla mayor un retablo clasicista fechado en 1581 y cercano a la mano de Lucas Mitata y de Juan de la Fuente, autores del retablo de Descargamaría. Algunas destacadas obras de platería hay en el tesoro parroquial y próximas están las ruinas de la ermita de los Santitos Marcos y Marcelino y los restos del convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles.

La pequeña parroquia de San Juan Bautista, de Trevejo, se encuentra en las inmediaciones del famoso castillo. El edificio, de una nave con cabecera cuadrada y modernas cubiertas –las antiguas eran de madera– se construyó en lo fundamental durante el siglo XVI, como prueba la inscripción del año 1576 visible encima de la cegada puerta de la Epístola. No obstante, el ábside, alzado íntegramente con piedra sillar, es producto de las reformas realizadas durante el siglo XVIII. Interesante es la torre-espadaña aneja a la iglesia, pero separada de ella, que formaría parte de las defensas del castillo: muestra un escudo de alguno de los comendadores de la fortaleza y se alzaría en el siglo XVI sobre un torreón precedente. Excelentes son las dos cruces procesionales de la parroquia, una de metal, del siglo XIII, y otra de plata del siglo XVI. También permanece una custodia del siglo XVIII fabricada en talleres salmantinos.

La parroquia de La Asunción, de Valverde del Fresno, posee una espléndida cabecera construida en el siglo XVI con piedra sillar, cubierta con bellas crucerías y muy parecida a la de Cilleros; la nave de mampostería, más baja y con techumbre de madera, es anterior, quizá iniciada en la primera mitad del siglo XV. Es interesante la berroqueña fachada-espadaña de los pies, parecida a la de la parroquial de Santibáñez el Alto.

Hacia el año 1561 se inició por la cabecera un nuevo templo, considerando las necesidades demográficas del lugar, templo que, por motivos económicos, como también ocurrió en Cilleros y en Torre de Don Miguel, quedó sin terminar. Actuó como ejecutor material de las obras el vizcaíno Sancho Ortiz, que seguramente utilizaba trazas de Pedro de Ybarra. Aún continuaban ciertos trabajos en la década de 1590, interviniendo en ellos los maestros Juan Hernández y Juan Bravo. Excelente es el retablo mayor parroquial contratado en el año 1613 por el escultor Diego de Salcedo y por el ensamblador Antonio González Ramiro, ambos salmantinos. Otros tres retablos barrocos, del siglo XVIII, enjoyan las muros de la nave, el de Santo Domingo de Guzmán labrado por el tallista de Ciudad Rodrigo José de Toledo (1728-1729) y dorado por el artífice cacereño Prudencio Granados en 1737. Tiene además la parroquia un excelente púlpito de fines del siglo XV y un notable tesoro de platería. Entre las ermitas destacan la del Cristo, con cabecera del siglo XVI y bonito retablo del XVIII, y la del Espíritu Santo, iniciada a finales del siglo XV y ultimada en el XVI. En las proximidades de Valverde están las ruinas del castillo e iglesia de Salvaleón.

La parroquia de Santa María Magdalena de Villamiel se alzó fundamentalmente durante el siglo XVI. Su cabecera, terminada a mediados de dicha centuria, tiene un escudo de Carlos V al exterior y posee al interior una notable bóveda de crucería. La nave tuvo techumbre de madera. Hacia el año 1580 intervenía en la fábrica el maestro cantero Francisco Hernández y la esbelta torre se terminó en el año 1603. Entre los años 1685-1694 se ultimaba el último tramo de la nave y la portada de los pies del templo se labró en el año 1731. Es importante el barroco retablo mayor parroquial, obra realizada entre los años 1695-1697 por el escultor de Garrovillas Juan García. Es también interesante un pequeño retablo barroco dispuesto en la nave, que contiene una pintura con el tema americanista del Cristo de la Encina: se fabricó el retablo a mediados del siglo XVIII y se doró en 1822. Enfrente está la imagen de San Pedro Celestino, patrón de Villamiel desde el año 1707. Conserva la parroquia importantes piezas de platería, entre las que destaca la tiara de filigrana del Santo Patrón.

Es monumental la parroquial de La Asunción de Villanueva de la Sierra, alzada esencialmente con mampostería reforzada con sillería. Bellas crucerías góticas cubren el ábside mientras que la nave tiene una rústica techumbre de madera. Destacan la majestuosa torre, con su cilíndrico caracol que sobresale al exterior, todo ello alzado con buena sillería y obra del siglo XVI, y el bello rosetón gótico del siglo XV que remata la fachada principal del templo, también obra gótica de la misma centuria. Está claro que la fábrica actual se cimentó sobre una más antigua del siglo XV, pero desde comienzos del siglo XVI se amplió ese edificio primitivo: conocemos, al respecto, que en el año 1518 el notable maestro de cantería Juan de Talavera era vecino de la localidad, en donde trabajaba seguramente utilizando trazas de Pedro de Larrea, director inicial de las obras del conventual de San Benito de Alcántara. Es probable, por otro lado, que también actuase en la construcción el cantero Hernando Moreno, dadas las concomitancias existentes entre la bóveda de la capilla mayor de Villanueva y las que cubren la nave parroquial de Ceclavín, en donde trabajaba Moreno en 1527. La torre quizá se terminó a lo largo de la década de 1550 y es muy parecida a la de Guijo de Galisteo, acabada en 1564.

Un clasicista retablo del siglo XVII ennoblece el presbiterio. Destacan también el púlpito, de los años iniciales del siglo XVI, y la gran pila bautismal de la misma centuria. Bajo la torre está la capilla del Cristo de la Salud, notable imagen del siglo XVII renegrida por un incendio. En el tesoro de platería se conservan una gran cruz procesional del siglo XVII, de procedencia americana, y un bellísimo copón labrado en el año 1548 por el platero cauriense Diego López.

La parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Villasbuenas de Gata es una sólida fábrica de mampostería y sillería: ya se citaba una primitiva iglesia en el año 1251, con motivo de la segunda concordia entre el obispo de Coria y el maestre de Alcántara frey Pedro Yáñez. El templo se ordena en una nave, que tuvo cubierta de madera, hoy perdida, y una capilla mayor cuadrada rematada por sencilla bóveda de aristas. Al exterior destaca la hermosa torre, coronada por un dieciochesco chapitel de ladrillo: se alzó dicha torre, una de las más bonitas de la comarca, desde mediados del siglo XVI, no siendo quizá ajeno a su construcción el arquitecto Pedro de Ybarra. En la década de 1570 intervenía en la torre Manuel de Escobar. En cambio, la fachada de poniente, que se alinea con la citada torre, parece obra del siglo XVII, en cuya centuria también se alzaron, en buena parte, el resto la nave, la cabecera y la sacristía. Algunos añadidos se realizaron en el siglo XVIII. Preside el presbiterio un Crucificado de finales del siglo XVI o de comienzos del XVII.

Nota: Más datos pueden encontrarse en el libro del mismo autor de este artículo titulado: Viaje artístico por los pueblos de la Sierra de Gata (Cáceres). Catálogo monumental (Salamanca, Universidad Pontificia-Instituto Teológico San Pedro de Alcántara, 2009).

Excursión artística por las iglesias de sierra de Gata