Algas de agua dulce en Sierra de Gata

Sara Fontán / Sierra de Gata Digital 30 de agosto de 2016, 10:00

El cultivo de espirulina nació en la imaginación de Unai hace una década, cuando en la facultad asistía a clases de acuicultura dentro de sus estudios universitarios de Ciencias del Mar. Aquel profesor despertó en él un interés profundo por esta alguita verdiazulada idónea para completar la dieta de cualquier vegetariano como él.

Así, primero viajó hasta Montpellier (Francia) para conocer las instalaciones de cultivo de una empresa pionera en Europa, compañía que aún hoy sigue visitando para continuar aprendiendo. Entonces, Unai estuvo a punto de poner en marcha su proyecto en Navarra pero no fue posible y finalmente aquella idea quedó aparcada como un proyecto a realizar.

Años más tarde, Unai se reencontró con Ainhoa, compañera de pupitre allá en el instituto de Hondarribia y aquel sueño dormido de juventud volvió a despertar.

Ainhoa viaja desde hace años a Sierra de Gata y aquel verano Unai la acompañó. El enamoramiento de nuestra tierra fue inmediato y encontró en él un lugar idóneo para poner en marcha el sueño de su vida: el cultivo de la espirulina.

En 2013, la pareja adquirió la finca acebana situada en el paraje Las Siete Fuentes y decidieron continuar con sus trabajos para reunir el dinero que les permitiera hacer realidad su proyecto. Ainhoa continuó en la multinacional norteamericana y él se subió al camión con el que recorrió de ida y vuelta las carreteras europeas en busca de ahorros. Un año más tarde, en 2014, esta pareja ganó con su innovadora propuesta el segundo premio en la primera edición del Programa de Ideas Emprendedoras en el Mundo Rural, organizado por la Diputación Provincial de Cáceres.

Y su proyecto comenzó a rodar.

Ya estaba todo preparado cuando el incendio de 2015 se cruzó en su camino. A pesar de no haber sufrido daños irreparables en sus instalaciones, la producción se vio interrumpida y tuvieron que esperar hasta ahora para sacar al mercado Koru Espirulina, microalga en hebras que debe su nombre a su fisonomía: se asemeja muy mucho a muelles, tuercas o espirales.

En la elección del terreno en Sierra de Gata fue determinante la calidad de las aguas que manan del manantial acebano, la calidad del aire y el entorno, virgen y alejado de núcleos urbanos.

La microalga espirulina vista al microscopio

Pero ¿Qué es la espirulina? Según la comunidad científica la espirulina es un superalimento que aporta al organismo proteínas más digeribles que las de origen animal, es excepcionalmente rica en hierro y contiene hasta ocho aminoácidos, diez vitaminas, grandes cantidades de betacaroteno --de 30 a 50 veces más que la zanahoria-- y minerales, entre otros elementos. Su color verde azulado se debe a la presencia en su organismo de clorofila y ficocianina, pigmento que le concede ese tono azul.

La espirulina puede tomarse como “si fueran pipas”, según declara un consumidor que la descubrió en la primera Feria de la Sostenibilidad Sierra de Gata, celebrada este mes de agosto en Villamiel. Pero también se puede dosificar y apenas una cucharada de café convierte cualquier líquido en un refresco tonificante y unas hebras en el puré de patata le da un toque a regaliz y un color de pradera que recuerda a un campo de espinacas. Precisamente su innovadora comercialización en hebras hace de la espirulina un complemento genial en cualquier receta casera.

Una de las premisas irrenunciables con las que Ainhoa y Unai han creado Koru Espirulina ha sido la producción artesanal de este microalga de agua dulce, desde su nacimiento y cultivo, pasando por su transformación hasta llegar a la comercialización.

Pero ¿Cómo crece un alga en las laderas del paraje de Las Siete Fuentes? Todo el proceso de creación es artesanal, desde cultivo pasando por el cosechado y terminando en el secado de la espirulina.

En primer lugar, las balsas de agua donde crecen y pacen estas microalgas se surte de un manantial propio de altísima calidad. Koru Espirulina dispone de balsas de 350 metros cuadrados que son capaces de producir, en las condiciones más óptimas, hasta tres kilos diarios de espirulina.

Las empresas que comercializan la espirulina realizan su deshidratación con métodos industriales mientras que la empresa serrana, deshidrata las algas a bajas temperaturas bajo el sol, sin llegar a sobrepasar nunca los 45 grados. Esta elección no es baladí porque si la espirulina se seca a temperaturas superiores pierde gran parte de las propiedades que la han convertido en un superalimento.

Por último, antes de su envasado en botes de 100 gramos, las microalgas son prensadas mientras están frescas, a diferencia del resto de productores que primero convierten la espirulina en polvo y luego la prensan con aglomerantes para hacer comprimidos o pastillas industriales tipo las del caldo de carne o pescado.

Si alguien se está preguntando de dónde logran la energía para esta producción artesanal, indicarle que en Koru Espirulina se utiliza energía renovable para proveerse de electricidad mediante paneles solares.

Todo en este proyecto es hermoso, hasta su nombre. Koru es un símbolo de la cultura maorí, población nativa de Nueva Zelanda. Tiene forma espiral y representa el crecimiento y la vitalidad. También representa el desarrollo de una nueva vida y la necesidad del esfuerzo para lograr ese crecimiento. Como Ainhoa y Unai, como la Sierra de Gata.

Precisamente porque son ejemplo de una gestión sostenible del territorio, Koru Espirulina ha sido elegida por la organización del Foro de Innovación Rural como iniciativa ejemplar. El Foro ha organizado una visita a las instalaciones de la planta en la Sierra de Gata para los emprendedores inscritos.

El II Foro de Innovación Rural contempla la visita a este lago en calma. Los participantes conocerán las instalaciones en la ladera de Las Siete Fuentes en Acebo. Igualmente, y como no podía ser de otra forma, también podrán visitar las instalaciones de la Almazara As Pontis, dirigida por Miguel Carrasco y ganadora de 52 premios en las dos últimas campañas. Entre este más de medio centenar de galardones se encuentra el premio al mejor aceite de oliva virgen extra manzanilla cacereña de España según el Ministerio de Agricultura y ha sido catalogado como el cuarto mejor AOVE ecológico del planeta en el ránking mundial.