viernes. 19.04.2024

Turismo en Sierra de Gata: "To be or not to be"

Ya van má s de 15 artículos publicados en este medio con la temática del potencial turístico de nuestra Comarca en los que expongo las propuestas que considero mas idóneas y factibles para su desarrollo; sin embargo, sólo en uno de ellos hablaba de un factor crítico para la puesta en marcha de una estrategia turística que "despierte" la economía de la Sierra: el liderazgo.

Y es que, mientras que los líderes de opinión de la Comarca y, en definitiva, sus responsables políticos, no asuman que el turismo es la única actividad que puede revolucionar la totalidad de la economía serrana, no hay nada que hacer. No lo hay porque el turismo no admite medias tintas: o se es una comarca turística o no se es. "To be or not to be", que diría Hamlet. Muchos de estos responsables argumentan que se están haciendo, dentro de lo posible, grandes esfuerzos para potenciar el turismo: asistencia a ferias, subvenciones para modernización de alojamientos, participación en el proyecto "Parque Cultural" y otras actuaciones puntuales como son las nuevas piscinas naturales de Torre o Descargamaría. Y todo eso está muy bien, pero, son actuaciones aisladas que, a lo sumo, producirán efectos puntuales.

​ Se trata de acciones individuales carentes de sinergia y que no se enmarcan en ningún plan (por que no existe) que haya marcado objetivos y proyectos para la consecución de un fin comarcal.

Siempre me intrigó cual era la verdadera razón de que pequeñas poblaciones, como La Alberca, sin ir más lejos, tuvieran un tremendo éxito turístico y que, a pesar de sus pésimas condiciones de clima y comunicación, sumaran un mayor número de visitantes que por ejemplo Coria y Plasencia juntas. Mi curiosidad se ha ido extendiendo a lo largo de los años y​,​ hoy por hoy,  puedo presumir de haber analizado más de 200 casos en toda Europa y​,​ visitado he investigado in situ, sólo en España, al menos 20. Las he fotografiado, paseado, dormido y comido en ellas; he hablado con alcaldes, concejales, responsables de turismo, empresarios de hostelería y hasta con los jubilados de la plaza. Los resultados del análisis son sorprendentes, aunque, a efectos de este artículo puedo anticipar que, prácticamente, toda la Sierra de Gata, podría ser sin lugar a dudas uno de los destinos de turismo de interior mas atractivos y prósperos de Europa. Y no exagero un ápice.

Cuando he comentado con personas influyentes de nuestra tierra a cerca de esas localidades tan ​exitosas
 y de sus características objetivas como un modelo a seguir, siempre he percibido el trasfondo de que, para ellos, esos pueblos son turísticos fruto de una circunstancia ajena a la voluntad de sus habitantes y responsables; es decir, piensan que son pueblos "tocados por la mano de Dios" y que han tenido la suerte de ser así de prósperos turísticamente por una especia de azar. Para ellos, prácticamente nada se puede hacer para que Santibañez el Alto, Cilleros o Eljas, puedan tener éxito en el ámbito turístico. Si localidades como Robledillo, Trevejo o San Martín han prosperado, sería fruto de una casualidad: su despoblamiento en el caso de los dos primeros (que permitió conservarlos con el tipismo que tienen) o las circunstancias socio-económicas de los 60-70 y la casualidad de estar gobernada por un alcalde celoso de la tradición arquitectónica en el caso de San Martín. Y efectivamente en nuestro caso, algo de razón tienen: es por pura chiripa por la que tenemos esos tres destinos destacados en el turismo ya que, si no hubiera sido por la ubicación y poca población de Robledillo, la voluntad unipersonal y terca de la "alcaldesa" Chón por conservar Trevejo, y las circunstancias mencionadas de San Martín, hubieran seguido, a ciencia cierta, la suerte de otras localidades de la Sierra que no hace falta mencionar.

Sin embargo, las poblaciones turísticas que he visitado solo en los últimos 12 meses, como Aínsa, Rupit, Be​
salú, Santa Pau, Cadaqués, Pals o Peratallada (que seguramente sumen en su conjunto más visitantes que toda Extremadura), aún teniendo algunas características iniciales que las hacía​n​ potencialmente turísticas, no son en absoluto fruto de ninguna circunstancia "cósmica" ajena a su gobernantes si no, muy al contrario, la causa directa de la aplicación de un detallado y meticulosos plan estratégico a corto, medio y largo plazo, sostenido en el tiempo y revisado permanentemente, en el que ha habido el consenso y participación decidida de todos los responsables que afectaban a la localidad, tanto públicos como privados, y en el que todos ellos se han involucrado al 100%. Es decir, han tenido éxito turístico --no por sus características intrínsecas-- si no por la voluntad de querer serlo. Esas características es cierto que tienen su importancia, pero pueden ser muy variadas y diferentes de unos casos a otros (ubicación, fama, cascos relativamente homogéneos, fortificación, río, naturaleza, aislamiento...) pero su éxito no ha venido por eso, puesto que hay muchas poblaciones que también las tienen y no triunfan en el turismo, si no por la decidida voluntad de apostar por ese modelo de desarrollo. Y es que absolutamente todas se han dotado de aparcamientos, han ocultado los contenedores, han usado el color como herramienta de atracción, han soterrado los cables, han homogeneizado las fachadas, han favorecido la instalación de tiendas, hostelería, locales, han recuperado las edificaciones y promocionado su rehabilitación, han puesto flores y plantas por doquier, han señalizado y, en definitiva, han recreado un entorno visualmente impecable y atractivo. Resultado: todas ellas tienen mas de un 80% de su PIB derivado del turismo.

Sé que es imposible ser "profeta en tu tierra" y para mi desgracia, estoy casi seguro de que no llegaré a ver la Sierra como el paraíso turístico de interior que imagino: con una naturaleza y paisaje esplendoroso, sin paro, con un sector servicios y agrícola potente y con unas gentes orgullosas de poder presumir de obtener sabiamente recursos de su tierra de forma armónica y sostenible. Y no podré verlo porque, para desarrollar la excepcional potencialidad turística adecuadamente de una comarca como Sierra de Gata, sería necesaria una voluntad única y común de todos los responsables por hacerlo, y ello exigiría el sacrificio de renunciar a la independencia y autonomía actual de los diferentes "centros de poder" que componen el complejo entramado administrativo que rige los destinos de la Sierra. Para hacerlo habría que pensar en la Sierra como un territorio único y acordar una estrategia de desarrollo comarcal. Para hacerlo, habría que perder poder de decisión individual a favor de objetivos comunes, para hacerlo, en definitiva, muchos responsables políticos tendría que renunciar a lo que,​ con el actual modelo de gestión​,​ es lo único que pueden hacer: tomar sabías decisiones de forma arbitraria en el ámbito de su pequeño reino de taifas. 

Y pongamos ejemplos. Una de las características imprescindibles para una localidad turística es disponer a la entrada de la localidad de un aparcamiento suficiente para albergar los vehículos de transporte público y privado de un número de personas equivalentes a doble o triple de la capacidad total de sus bares, tiendas, restaurantes, alojamientos y centros públicos como museos o salas de exposiciones. La construcción, por ejemplo, de un aparcamiento de esas características en San Martín de Trevejo sería de interés para toda la Sierra ya que en periodos de máxima afluencia son muchos los que no​ lo pueden ​visitar​ por la ​imposibilidad física de aparcar. Que San Martín tenga éxito favorece a todos los sectores económicos de la Sierra.

Acometer ese tipo de infraestructuras, al igual que otras muchas, debería ser contemplada en un plan turístico estratégico común y compartida por la totalidad de las A​dministraciones que nos gobiernan, ya que el Ayuntamiento carece de medios propios. El aparcamiento no se hará, pero, sin embargo, este año, en San Martín, se van a invertir medio millón de euros en dotar de un gimnasio a la Hospedería. Los gimnasios son propios de hoteles urbanos; no concibo a un turista que venga a San Martín y, en lugar de dar un idílico paseo por el Catañar de Ojesto, se meta a sudar en una sala cerrada de musculación. Con ese dinero se podría tematizar la calzada que sube desde la hospedería por el castañar, se podrían ocultar cables y contenedores de basura, se podría mejorar la iluminación, llenar de flores el pueblo y pintar fachadas de la parte nueva, o se podría hacer el aparcamiento. Pero, no, al no haber coordinación ni plan, el dinero llegará para materializar la idea de un iluminado que apuesta por la musculación artificial despreciando la potencialidad de un entorno único. El dinero público servirá para que un majadero de pedales en una bicicleta estática mientras, fuera, languidecen los castaños y los turistas den media vuelta ante la posibilidad de dejar su vehículo en un lugar adecuado.

Eso mismo ocurre con prácticamente el 100% de las inversiones públicas de la Sierra. Son locales, cortoplacistas, carentes de sinergias, cuando no directamente irresponsables por no contemplar su mantenimiento posterior. Un alcalde decide hacer un pista de paddle aunque ya exista una en un pueblo cercano (o precisamente por eso), otro una fuente de cemento artificial, otro un edificio multi-usos que se deteriorará antes de tener uso alguno, otro poner aceras blancas y rojas a la entrada del pueblo, otro da fondos públicos para el cambio de un local 50 metros más arriba en la misma calle, otro decide ceder un local para una oficina de turismo, otro decide que no ha fondos para atenderla, otros hacen un museo que luego no pueden abrir por falta de medios, otro decide un modelo de piscina natural, otro todo lo contrario, otro pavimentar con losas de granito, otro con cemento, otro... En definitiva, cada uno toma sus decisiones, con la mejor de las voluntades, pero con una visión local, no comarcal y, desde luego totalmente ajenos a una estrategia ya que, como tal, no existe.

Percibo, por otro lado, la creencia generalizada de que el "Proyecto Parque Cultural" será la panacea que ponga fin a esta política de pollo descabezado a la que asistimos entre el pasmo y la desilusión. La Diputación apuesta de buena fe por crear un proyecto que dé homogeneidad a las especiales características de la Sierra, haga partícipes del mismo al resto de los agente sociales y, de alguna forma, le saque partido a través del turismo. Sin embargo, hay algunos detalles que me hacen recelar del éxito de la iniciativa. Quiero destacar 3 que expongo brevemente:

1.- Uno de ellos es la entrada en juego de un nuevo actor administrativo: la Diputación de Cáceres. Si éramos pocos... Ahora, además de poner de acuerdo a Ayuntamientos, Mancomunidad, Adisgata, y Dirección General de Turismo, deberán homogeneizar criterios cinco diferentes centros de decisión administrativa con plena autonomía y presupuestos independientes. ¿Quién cederá poder? ¿Se pondrán de acuerdo?

2.- Otro de los factores que me hacen recelar es la clara postura de la Diputación en lo que se refiere a no favorecer ninguna normativa de obligado cumplimiento dentro de la estrategia del parque Cultural. Entiendo bien la cautela del postulado para no herir sensibilidades públicas ni privadas pero, ¿de verdad alguien piensa que puede desarrollarse una estrategia turística sin aplicar normativa de obligado cumplimiento? Mientras yo pueda llenar mi solar de chatarra a la entrada de Trevejo, no hay posibilidad alguna de éxito en un plan turístico.

3.- El último factor que me inquieta es la mención, en al menos cuatro ocasiones del la siguiente frase dentro del amplio estudio sobre la potencialidad del paisaje redactado desde la Diputación:

"Las bañeras o somieres utilizados como materiales reciclados para abrevaderos o puertas de acceso a parcelas, aunque no sean un elemento tradicional, añaden una reutilización de elementos ligada a la cultura rural, y una peculiaridad (que citan autores extranjeros en sus guías – por ejemplo ingleses- como curiosidad sin connotaciones negativas), que no se puede contemplar a priori como un elemento que altere el paisaje."

Tras la lectura de tan sorprendente afirmación y mi correspondiente pasmo, decidí no hacer aportación alguna a los tan traídos talleres DAFO. Si el modelo turístico que pretende implantarse desde la Diputación reitera hasta en 4 ocasiones que nuestro patrimonio cultural contiene somieres como cerramientos y bañeras viejas como abrevaderos y eso "no altera" el paisaje​, prefiero, sinceramente, liquidar mis vinculaciones con la Sierra y buscar otro lugar donde el concepto del paisaje y la sensibilidad de los gobernantes sea mas parecido al modelo de por encima de los Pirineos que a los suburbios de Bucarest. El despropósito de crear un Parque Cultural turístico con estas premisas demuestra una falta de perspectivas sobrecogedoras, una sumisión de arranque a uno de nuestros puntos más negativos (el cuidado estético) y, en definitiva, un "vostellanismo" provinciano que es el inicio de un absurdo ​"viaje a ninguna parte".

Para resumir, quiero reiterar mi certeza absoluta de que la Sierra de Gata cuenta con un increíble potencial turístico y que el desarrollo del mismo pasa, obligatoriamente, por la creación de un plan estratégico serio y consensuado que involucre a la totalidad de los centros de decisión y líderes de opinión que operan en nuestra Comarca. To be, or not to be.

¿No sería el momento de crear una "Mesa de Turismo" que empezara a sentar las bases?

Un último apunte --​para demostrar el drama que genera la falta de un plan estratégico en la Sierra-​-​ es la tremenda incertidumbre de la continuidad del único medio de comunicación profesional y con amplia popularidad en la Comarca: este diario. Que las diferentes administraciones que rigen nuestra Sierra no sepan ponerse de acuerdo para garantizar su mantenimiento cuando el coste es tan ridículo, hace plantearse si el concepto "Sierra de Gata" es poco más que un nombre que agrupa múltiples centros de poder descoordinados​,​ independientes y carentes de un interés común​. Cada día que ​se ​pasa en la zozobra de ligar la continuidad de nuestra única voz a la caridad de los particulares,​ es una ignominia en el sentir de toda la Sierra y un descrédito para sus responsables públicos que pone en evidencia su altura de miras​.

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