viernes. 19.04.2024

Leyendas de princesas encantadas, miramamolines y tesoros escondidos en la arabesca Sierra de Gata (II)

En un paraje de Villasbuenas de Gata, que se conoce desde antiguo por el nombre de Púlpito de los Lobos, la tradición oral asegura que existe bajo tierra una gran bóveda sujetada por cuatro colosales áureos guardianes sarracenos. En el centro de estos cuatro seguidores del Profeta hay una escandalosa cantidad de monedas de oro; que aquéllos que la han visto se lamentan de no poseerla

En un paraje de Villasbuenas de Gata, que se conoce desde antiguo por el nombre de Púlpito de los Lobos, la tradición oral asegura que existe bajo tierra una gran bóveda sujetada por cuatro colosales áureos guardianes sarracenos. En el centro de estos cuatro seguidores del Profeta hay una escandalosa cantidad de monedas de oro; que aquéllos que la han visto se lamentan de no poseerla.

Allá por 1884 ó 1885 algunos vecinos de Sierra de Gata, que habían escuchado el relato a los que aseguraban haber estado en esa bóveda, decidieron constituir una sociedad para la localización de ese magno tesoro. Como no sabían la ubicación exacta se pasaron varios meses cavando por aquí y por allá, hasta que decidieron contratar los servicios de un enigmático zahorí. Éste con sus herramientas encantadas les indicó, a los miembros de la Sociedad, el lugar exacto donde se encontraba el preciado tesoro.

Pero antes de que comenzasen a cavar les advirtió que dicho tesoro se encontraba a una profundidad de unos pocos metros de la superficie del lugar, por lo que su localización no era muy difícil. Aunque debían tener en cuenta que si durante el tiempo que transcurriese la búsqueda alguno de ellos dudaba de la existencia del mismo, éste se hundiría de nuevo en una distancia similar a la que se encontraba actualmente.

Los asociados cavaron, y cavaron, y los meses transcurrieron; y allí no aparecía ningún objeto de oro. Decidieron realizar una última prospección y juraron por lo más Sagrado que nadie dudaría; así estuvieron otro mes y el Tesoro siguió sin aparecer. En ese momento comenzaron los reproches entre unos y otros; con acusaciones de falta de Fe. Al poco de comenzar las recriminaciones, a uno de ellos le dio por pasar a las manos, y la tangana que se lío llegó a tal punto; que la única recompensa que obtuvieron estos Buscadores de Oro fue un sin fin de huesos quebrados, y algún que otro punto de sutura en sus tercos cráneos. Además la Sociedad la tuvieron que disolver, y los hasta entonces asociados dirimieron sus diferencias en los Juzgados de la Ciudad de Plasencia.

La avaricia les dejó en la ruina y con el cuerpo molido a golpes, además de convertirse en motivo de chanza durante años en aquellas poblaciones donde residían.

Leyenda basada en el relato de Dº Publio Hurtado recogido en el libro Supersticiones Extremeñas. Pp. 150-151

Leyendas de princesas encantadas, miramamolines y tesoros escondidos en la arabesca...