viernes. 19.04.2024

147. Emociones y salud

Las emociones no son en sí mismas negativas o destructivas, pues todas son necesarias para nuestra evolución. Somos nosotros quienes les damos una connotación negativa según las neguemos, las reprimamos o las canalicemos como formas primitivas de energía, que constituyen la materia prima de nuestras aspiraciones e ideales

Conoce y maneja tus emociones
Conoce y maneja tus emociones

Normalmente vivimos inmersos en atmósferas emocionales que influyen en nuestra salud tanto como el aire que respiramos. Respiramos el miedo, la alegría, la paz, la tristeza o la violencia de nuestro entorno. Nada es más contagioso que las emociones, sean estas negativas o positivas, hasta el punto de que bien podríamos hablar hoy de una especie de epidemia ligada a nuestros estados emocionales.

No solo nos nutrimos de lo que comemos; lo que no podemos digerir psicológicamente nos genera problemas digestivos de igual forma que los alimentos contaminados. La ira crónicamente retenida se convierte en irascibilidad, que puede generar problemas biliares al igual que una alimentación inadecuada. 

También las emociones proporcionas la energía y la información que, al cambiar nuestros estados anímicos, modifican la atmósfera emocional que respiramos tanto en el hogar como en el trabajo.

El amor ordena el ritmo cardiaco, el temor, el miedo genera incoherencia y desarmonía en el ritmo del corazón. Esto reviste una importancia mayor hoy, pues sabemos ya que el ritmo del corazón es el marcapasos de todos los ritmos del cuerpo. Las emociones repercuten en el corazón y, a través del sistema vascular en todo el cuerpo. También el ruido emocional genera alteración de los pulsos eléctricos que en el cerebro coordinan múltiples funciones vitales.

Los mecanismos de comunicación propio de nuestro organismo son pulsos químicos y eléctricos que, en buena parte, son modulados por nuestras emociones. La alteración en estos patrones de pulsación rítmica  provoca enfermedades de todo tipo. Y la causa  más común de tal perturbación la constituyen las que denominamos emociones negativas o destructivas. Cada emoción produce un paquete de sustancias químicas que llevan codificado hasta el cuerpo su mensaje.

Pero las emociones no son en sí mismas negativas o destructivas, pues todas son necesarias para nuestra evolución. Somos nosotros quienes les damos una connotación negativa según las neguemos, las reprimamos o las canalicemos como formas primitivas de energía, que constituyen la materia prima de nuestras aspiraciones e ideales. 

Todos experimentamos miedos, iras, tristezas o depresiones en muchos momentos de la vida, pero lo que hace de estos movimientos de energía de la psique eventos negativos o constructivos es nuestra propia forma de vivirlos. En general toda emoción negada, deprimida o desbordada, se convierte en una emoción destructiva. Si no vivimos el temor desde la respuesta inconsciente y primitiva de ataque o huída, podemos alcanzar la sabiduría de la prudencia que es consciencia plena de nuestros límites.

Conociendo el territorio emocional en el que nos movemos, es decir, conociéndonos a nosotros mismos, los miedos quedarán fuera de nuestra vida y como consecuencia, repercutirá de forma positiva en nuestra salud. 

Hasta otro día amigos.

Un abrazo

Agustín

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147. Emociones y salud