jueves. 28.03.2024

Tradicionalmente se ha querido considerar a los pueblos celtas, desde el punto de vista de la escultura, como sumamente toscos. De hecho la desvalorización de la escultura castreña es producto siempre de comparaciones innecesarias con la escultura ibérica principalmente, pero también con la romana, de lo que nace una total incomprensión de lo que representaba la escultura para dichos pueblos; raramente ha sido estudiada en su propio marco, es decir, como manifestación cultural más interesada en la representación de una idea que en la de una escultura fidedigna. Y es en este sentido por lo que únicamente debe ser valorada.

Dentro de la cultura castreña cabe destacar dos modalidades principalmente: las cabezas-sueltas labradas en piedra, llamadas por unos autores «cabezas-trofeo» y por otros «cabezas-de-muerto», y las estatuas antropomorfas de tamaño natural, entre las que sobresalen los «guerreros galaico-lusitanos», aunque también existen otras piezas de interés como el «Coloso de Pedralva» o la estatua femenina del castro de Briteiros.

1. Martín Galindo

«Coloso de Pedralva», Guimarães

2.Martín Galindo

«Cabeza-suelta» del Castro de Santa Iria, Povoa-de-Lanhoso

3. Martín Galindo

Estos hallazgos de la cultura castreña los autores los limitan a territorios de Galicia y Norte de Portugal, aunque en San Martín de Trevejo se conservan dos piezas que pertenecen a dicha cultura y que fueron halladas en el área de Jálama, a varios cientos de kilómetros del que se considera el foco de la cultura castreña: el Noroeste peninsular.

La «cabeza-suelta-de-un-guerrero» de San Martín de Trevejo.

Una de las piezas de la escultura castreña de las denominadas también «cabezas-trofeo» o «cabezas-de-muerto» se conserva en la exposición arqueológica que tiene la familia de Ojesto en el corral de su casa en la villa mañega. Fue donada a la citada familia por un vecino de la localidad que parece ser encontró entre las piedras del paredón de un huerto.

José Manuel Roldán Hervás plantea al respecto: “También las cabezas humanas en piedra halladas en algunos castros son características de la escultura castreña. No es fácil determinar su significación, origen y destino. Puede tratarse de deidades de cabezas-trofeos, vinculadas al tema de las «cabezas cortadas» del mundo céltico” (HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA I: Los pueblos prerromanos, II: El Área indoeuropea. Edición digital, 2013).

Perfil y frontal (dcha) de la cabeza

La pieza de San Martín de Trevejo es la representación de una cabeza humana labrada en piedra de granito y preparada para ser empotrada en una pared, de dimensiones según las reflejas en la lámina I. Es la talla de una cabeza masculina, posiblemente un guerrero porque la testa está cubierta por una especie de casco o casquete como se puede apreciar en las fotografías 1 y 2, similar a los cascos representados por toscos abultamientos en las estatuas de los guerreros de Capelludos.

La cabeza está toscamente esculpida, careciendo de orejas y en la cara se marcan solo los aspectos esenciales (ojos, nariz y boca), representados por simples oquedades hechas en la masa granítica de forma muy esquemática, pero no hasta el punto de renunciar a todo naturalismo.

La cabeza presenta un apéndice por detrás que no dejar lugar a dudas de que fue trabajada a ex profeso para ser embutida en una pared, así estaba el ejemplar hallado en la cividade de Paderne (concejo portugués de Melgaço) y de otros hallazgos registrados en los castros de Santa Tecla, Sabroso y Flor de Rei Velho. Estas esculturas de cabezas humanas, y otras de animales, cerdos y jabalíes preferentemente, originariamente fueron utilizadas para ser empotradas en las paredes de las viviendas de los castros y citanias, como si fueran un símbolo protector, según L. Cuevillas, o un mero adorno decorativo de acuerdo con la interpretación de J. M. Blázquez.

10. Martín Galindo

Lámina I: dibujo y dimensiones en cm de la pieza de San Martín de Trevejo.

También se han localizado cabezas sueltas en otros pueblos de la Sierra de Gata como las dos de Acebo, siendo una de ellas exactamente igual que la de San Martín de Trevejo.

6. Martín Galindo

Cabeza suelta de Acebo.

El ídolo gigante de Villalba

También la familia de Ojesto conserva en San Martín de Trevejo una estatua de grandes dimensiones, con 2,10 metros de altura. Fue localizada en la Dehesa de Villalba (actualmente en el término municipal de Villamiel, Cáceres) adosada a la pared de un molino.

Es una escultura labrada en granito con forma de cipo y como ya se ha dicho de grandes dimensiones. La parte inferior, columnaria, se adorna con ondas de carácter acuático grabadas con trazos incisos y semejantes a los motivos decorativos que encontramos en las «pedras fermosas» y en la cerámica castreña del Norte de Portugal. El extremo superior de la estatua remata en una cabeza humana rota por el cuello y labrada en fina piedra berroqueña. El cabello también está representado por geométricas ondas y una especie de coleta recorre las zonas superior y occipital de la testa. Una cartela posterior, mutiló parte de la escultura, hace referencia al año «1792», que presumiblemente fue hecha por el autor del hallazgo que quiso, tal vez, dejar constancia de la fecha del descubrimiento o para realzar la categoría de la pieza…

El ídolo de Villalba y detalle de su cabeza

De características parecidas a la escultura granítica de San Martín de Trevejo son las den los guerreros galaico-lusitanos aparecidas en el Norte del Duero en Portugal y en la parte meridional de Galicia, toscamente esculpidos, casi a tamaño natural y con los detalles anatómicos escasamente representados en la labra. También lo es la escultura conocida por el Coloso de Pedralva, ya citada anteriormente, hallada cerca de Guimarães (Portugal), labrada en granito representa una figura humana masculina, con la particularidad interesante de la carencia de manos y del final de los brazos, así como que en la labra de la cabeza no aparezcan trazados los mínimos detalles anatómicos.

El Ídolo de San Martín de Trevejo es una escultura que puede ser clasificada como propia del arte y la cultura castreña galaico-portuguesa. Es una obra escultórica que se mueve, desde el punto de vista estilístico, dentro de unos rasgos de rudeza, tosquedad y despreocupación total por la forma, lo cual contrasta con el especial cuidado puesto en la labra de ciertos detalles como el cabello y la coleta que recorre la cabeza. Características comunes, por ejemplo, a los «guerreros galaico-lusitanos», donde las caras representan una labra tosca y los detalles anatómicos están escasamente representados, contrastando con el cuidado de la labra del vestuario o armamento. O la estatua del Coloso de Pedralva donde frente a un conjunto escultórico de gran rudeza, los órganos sexuales fueron labrados con gran cuidado.

 

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Las cabezas sueltas de guerreros y la estatua gigante de un ídolo