jueves. 28.03.2024

La huella de Alba en Sierra de Gata (II)

Son aldeas, las de Acebo, Hoyos y Perales, de las Tierras de Coria, del reino de León y Castilla y comarca de Extremadura, siendo que están en el partido de Sierra de Gata. Estos lugares han sido de la Orden del Pereiro de Alcántara y de los señores de Solís, y de a poco a esta parte, de los señores duques de Alba, marqueses de Coria, por permuta que hicieron al conde don Gutierre de Solís

FirstDukeofAlbadetormes
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Ahí quedó erguida, sobre otra anterior dicen, orgullosa la iglesia parroquial de Acebo, por los siglos de los siglos amén. Comenzada en 1508, terminado el retablo mayor en 1634, y culminada su construcción en 1683. En la fachada de la esbelta torre se esculpió el escudo de armas de los duques de Alba (1), que, en 1820, sería picado y borrado de la dicha pared en protesta por el hartazgo y cansancio ante la tiranía feudal impuesta o, simplemente, por la ignorancia histórica de los hombres.

No se quedaron atrás los vecinos de los Hoyos, que también quisieron una nueva sobre el soporte románico antiguo. Comenzaría la construcción a finales del siglo XV o, como la de Acebo, a principios del siglo XVI y se terminó prácticamente en el primer tercio del siglo XVIII, con la incorporación del retablo mayor (1723). Fue pagado este en parte con el censo de varios años que entregaba a la iglesia el duque de Alba. También en el frente occidental, de este citado templo, quedan los restos de un escudo que pudiera ser el de armas de los duques de Alba y que fue picado posiblemente en la misma época que el de Acebo.

El hacer buenos y grandes templos, fue una de las apuestas, en la Sierra de Gata, de los primeros duques de Alba frente al predominio de la Orden de Alcántara a cuyos maestres ganaron las Tierras de Coria.

Fallecidos los dos primeros duques de Alba, marqueses de Coria, don García o Garci Álvarez de Toledo (+1488) y don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones (+1531), siendo ya III duque de Alba, don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1531-1582), conocido como “El gran duque de Alba”, tomó posesión del convento construido en Hoyos, fray Francisco de Chaves (1558). Cuando se habla del Convento de Espíritu Santo de los Hoyos, el primero que tuvo la provincia de San Miguel, se especifica que se encuentra en la Sierra de Gata, Obispado de Coria y señorío del duque de Alba.

Unos años más tarde debió llegar a los nuestros tres pueblos el interrogatorio de las Relaciones Topográficas de los Pueblos de España que mandara hacer el rey Felipe II para conocer mejor las posesiones de los sus reinos y lo que acontecía en ellos. Parece ser que quisieron sus técnicos enviar un primer cuestionario con 24 preguntas. Sería entre los años de 1574 y 1575. Lógicamente de esto era conocedor el III duque de Alba, el mentado don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, quien se pondría inmediatamente al servicio del Rey y mandaría orden a los lugares de Acebo, Hoyos y Perales. Si bien, en estos casos conocidos, más bien el mandato partía del Obispo de Coria, para que contestasen sus clérigos.

Por las respuestas a estos interrogatorios, sabrían los duques de Alba y los Obispos de Coria, antes incluso que el rey Felipe II, cómo y dónde se encontraban las villas y aldeas de su jurisdicción.

Por ellas sabríamos, sino estuviesen durmiendo el sueño de los justos en cualquier cajón del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, me niego a creer que se hayan perdido para siempre, que estos lugares de la Casa de Alba, tienen por nombre de ellos, que así se les llama, el del Azevo, el de los Hoyos y el de Perales y que no saben porque tienen estos nombres, ni que hayan tenido otro nombre. Entre todos ellos juntos puede haber  unos mil vecinos, poco más o menos. Son pueblos muy antiguos, ganados a los moros de cuando el rey Alfonso nono, que Dios guarde, que por aquí estuvo el mismo Almanzor (al-Mansur), caudillo moro, cuando se puso delante de los cristianos. Estas aldeas fueron fundadas por hombres venidos del norte, que poblaron estas tierras. Mucho antes corretearon vettones y lusitanos, que nunca fue vencido por los romanos el capitan Viriato, que vivió en las tierras de Coria y en esa ciudad fue enterrado en casa harto señalada que tiene el escribano de esa ciudad.

Estas aldeas son de la villa de Coria, que tiene unos 700 vecinos e iglesia catedral con muchas reliquias y dos monasterios uno de frailes descalzos y otro de monjas terceras, son tomados como lugares, que nunca les fue concedido privilegio de villas como a los pueblos cercanos. Caen estas aldeas en el obispado de Coria, distantes de la Catedral a poco más de cuatro leguas. Tienen Puerto Real bajando de Ciudad Rodrigo por la dehesa de Perosín y otro entrando por Abadía, que esta en la villa de Granada, que son tierras del duque de Alba, siendo de notar que los ganaderos que llevan sus rebaños a pastar a Extremadura o, a otra parte, pagan al Rey, que Dios guarde, los derechos que correspondieren.

Son aldeas estas de las Tierras de Coria, del reino de León y Castilla y comarca de Extremadura, siendo que están en el partido de Sierra de Gata, obispado de Coria. Estos lugares han sido de la Orden del Pereiro de Alcántara, habiendo conocido a los señores condes de Solís, y de a poco a esta parte, a los señores duques de Alba, marqueses de Coria, por permuta que hicieron al conde don Gutierre de Solís. Y de estos, sus señores, tienen escudo de armas y fuero el de la antigua Ciudad de Coria, que antes llamaron Cauria, que consisten sus armas antiguas de esta ciudad en un león y una orla de las siete encomiendas, porque era ciudad de este reino de León, con todas sus tierras.

Al saliente se encuentran las villas de Gata, Villas Buenas y Santibáñez de Móscoles, que tiene 60 vecinos labradores. Al poniente, las villas de Villamiel, Trebejo, San Martín de Trebejo, que tiene 1.000 vecinos, y Cilleros. Al mediodía, el lugar arruinado que llaman villa de Milana y de la encomienda de Moraleja, que tiene dos dehesas llamadas de Malladas, y al norte las tierras que dicen del Rebollal en Salamanca.

Perales y Hoyos son más llanos y Acebo más pedregoso, caen en la sierra que llaman de Xálama que es áspera y elevada con fuertes caídas de agua y poblada de árboles silvestres, la cual sierra se va extendiendo por el puerto de Baños, de Tornavacas, sierra de Bejar y puerto del Pico, tirando enseguida hacia los Pirineos y los Alpes. Calientes los verano y fríos y húmedos los inviernos.

Producen en sus jardines, huertas y campos centeno, naranjas, limoneros, olivos, bruños, manzanos y toda clase de frutas. Siendo de mucha calidad sus aceitunas, aceite y su vino. También tienen carne de todo género, miel y cera. En las sierras se crían cabras y colmenas y en sus bosques castaños, encinas, alcornoques y robles. Poseen verdes prados y montes de tomillo, jara, brezo y mataescoba. También crían ovejas, vacas, bueyes, asnos, mulos, caballos y puercos.

Tienen fuentes de muy buena agua, fresca y clara, con ríos y arroyos que mueven molinos de aceite y harina y se riegan las huertas y frutales, y de todos ellos beben sus vecinos y sus ganados

Hay encaje de bolillos y telares de lino.

Abunda en ellos la caza de jabalíes, conejos, lobos, zorros, gamos, venados, liebres, perdices y otros animales y aves. En sus ríos, abundancia de truchas, bordillos, picones y balbos, que cuando se juntan con otros ríos forman el de Gata y luego van a para al Alagón, afluente del Tajo, como a diez leguas.

En las nuevas iglesias de los pueblos se ha labrado el escudo de armas de los señores duques de Alba, que son señores de estas aldeas. El duque de Alba tiene jurisdicción civil y criminal y todos sus derechos y nombra alcaldes de estos dichos lugares. Se juzga toda la comarca en la ciudad de Coria y, por recurso, en la Chancillería de Valladolid.

Las iglesias, que se encuentran en fabricación, están dedicadas a Nuestra Señora. En el Acebo, el culto se hace ahora en la ermita de San Sebastián.

 También serían conocedores de las ermitas. En los Hoyos, por el año de 1591, ya estaban abiertas las de San Lorenzo, Santa Catalina, Los Mártires, San Blas y la del Cristo del Humilladero. También, lógicamente, la iglesia parroquial de Perales data del siglo XVI, remodelada en el siglo XX tras sufrir dos incendios. También tuvo Acebo sus conventos y sus ermitas  como la de San Juan, San Blas, San Andrés, Los Mártires, Cordero, Cristo, Santa Bárbara y San Sebastián.

Consiguió Acebo en 1595 que los frailes franciscanos viniesen a vivir a su pueblo.

Era una idea excelente pues estos franciscos tenían buenas escuela de gramática para completar la escuela de primeras letras a las que acudían los niños y las niñas. Mientras los padres se encargaban de campo y ganado, y las madres fabricaban alguno de esos estrechitos encajes que tanto gustaban a los señores y que se habían visto favorecidos con las enseñanzas de las mujeres gallegas. También gozaban los frailes de buena mano para curar enfermedades.

Visto lo cual, no hubo problemas para que quedara todo aprobado por el Concejo, que se reunió en domingo después de misa a toque de campana, como era costumbre. Sólo el cura párroco mostró cierta disconformidad al sentir que los cepillos de la iglesia podían sufrir la merma de tan disparatado proyecto. Y así siguió, jarre que te jarre, con peticiones, protestas y denuncias.

Dispusieron, los del Acebo, de un solar junto a la calleja del Gorronal, a pocos metros del pueblo saliendo por la Plaza del Palacio. Además de este dicho sitio para la instalación conventual, donde se asentaba la ermita del Espíritu Santo, que sería derruida, y manaba la conocida como fuente loca, aprobaron 400 ducados y toda la madera y oficiales necesarios. A partir de ese momento aquello se conoció como el “Convento de Santiago del Acebo” y el sitio con el nombre de el Huerto de los Frailes.

Pues bien, en ese año último dicho, con los trabajos de construcción de la iglesia muy avanzados por la inestimable aportación de notables arquitectos,  el V duque de Alba, don Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont (1585-1639), no tuvo el más mínimo problema para conceder su permiso, como señor del lugar, y, mucho menos, lo tuvo el Obispo de Coria, don Pedro García de Galarza, ya que permitía que los frailes observantes se instalasen en una aldea de su diócesis, evitando con ello que lo hicieran en los antiguos conventos de Santiago de Moncalvo y de Santa María de los Llanos que eran de la diócesis de Ciudad Rodrigo.

Estoy seguro que el duque de Alba asistió al solemne traslado del convento que fue un 4 de noviembre de 1595, y vivió maravillado el sobrenatural acontecimiento que en todo el camino sucedió: “Trájose en su custodia el Santísimo sacramento, los vasos sagrados, imágenes y ornamentos, con solemne procesión y festejo de todo el pueblo. En la memoria de los antiguos, sin discrepar uno de otro, se conserva hoy un caso prodigioso que sucedió en la traslación por señal del cuan agradable era Dios. Llevando todas sus velas y hachas encendidas, siendo aquellos cerros, por donde se guiaba la procesión, ordinariamente combatidos de aires recios, más en los días ásperos de invierno o cerca de él, como entonces era, (sucedió que) ninguna vela o hacha se apagó desde que salieron del Moncalvo hasta el Acebo, que los mismos que las llevaron las apagaron”.

NOTAS

1.- Don Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento fue nombrado conde de Alba en 1459, posteriormente su hijo, García Álvarez de Toledo es nombrado duque de Alba en 1469, aunque el privilegio no fue expedido hasta 1472.

2.- Citados por fray Andrés de los Reyes en la tabla de los nombres de ciudades, villas y lugares de Castilla, puestas con sus números como están en la Librería desta Real Casa de San Lorenzo en una lista de 31 pueblos del Obispado de Coria, legado que hiciera pormenorizado el catedrático don Juan Ortega Rubio en “Relaciones Topográficas de los Pueblos de España, Madrid, 1918, donde desgraciadamente no aparecen Acebo, Hoyos y Perales.

Cuadro.- Detalle de la tabla (91 x 68 cms.), obra del anónimo flamenco de finales del siglo XV conocido como el Maestro de la Virgo inter Virgines. Escena de La Anunciación contemplada por el primer duque de Alba (don García Álvarez de Toledo), arrodillado en actitud orante. Dominio público.

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