sábado. 20.04.2024

En la medianoche del 14 abril, siempre el primer sábado tras la Pascua y como cierre de las fiestas en honor a la virgen de Bienvenida, el tamboril y la flauta volverán a sonar a las puertas del Camuñas para dar comienzo al ancestral rito del Capazo en Torre de Don Miguel, uno de los ritos más arcaicos que se conservan en toda Extremadura: "el Capazo".

Un rito ancestral de posible procedencia celtíbera que conserva todo el sabor mágico de los primeros tiempos. El Capazo celebra el final del invierno, ensalza la naturaleza e invoca al sol para que regrese y llene con su calor la tierra de frutos. Fuego, hombre y naturaleza. Comunidad y fuego en un rito purificador que da la bienvenida a la primavera.

Pero el rito en sí comienza la semana antes cuando los mozos del pueblo, coincidiendo con la llegada de la virgen a la localidad desde su ermita, suben al monte a cortar un roble con buenas horcas para bajarlo a la plaza y clavarlo frente a la iglesia. En la noche del sábado, bajo su sombra proyectada, el pueblo reunido bajo las órdenes de Camuñas y al son de la música del muñidor van en busca de los doce capaceros recorriendo diversas bodegas del pueblo donde tras ofrecerle vino, entregan sus capacetas para quemar en la plaza.

El Camuñas es el gran protagonista y dirigirá la ceremonia del fuego. Ataviado, según descripción del folleto sobre la fiesta editado por ayuntamiento y diputación, “con pantalón y chambra negros y, sobre los hombros, una piel de cabra anudada a la cintura por un correaje que sujeta un cencerro por delante y cinco por detrás. A la espalda carga también un zurrón de piel en el que guarda los instrumentos para realizar el rito. Sobre la cabeza, un saco blanco de fardo y el rostro manchado de negro a golpe de masajes con aceitunas sobre la piel”

Los doce capaceros “visten como los antiguos molineros: sacos abiertos y chalecos de fardo. En su camino hacia la plaza, los capaceros bailan al son del tamboril del muñidor, siguiendo siempre los pasos de El Camuñas que al saltar, hace sonar los cencerros, extendiendo su llamada hasta el último rincón del pueblo”. Acompañándolos también van las mujeres vestidas de salla que bailan al son del tambolirelo.

Al llegar la media noche, reunidos, ya en la plaza el camuñas enciende las capacetas y se las entrega a los capaceros que las lanzan contra en roble para dejarlas enganchadas en sus horcas. En un momento del rito las capacetas romper a arder colgadas del tronco, en ese momento los capaceros invitan a todos los asistentes a probar suerte y lanzar capacetas al capazo y es el momento de que las mujeres bailan alrededor del fuego.

De las llamas caídas, los capaceros encienden 12 velas y junto con las mujeres se acercan a la iglesia para ofrecérselas a la Virgen de Bienvenida. Para terminar todos los asistentes disfrutan del "sopetón", algo típico de la época de la molienda, pan tostado impregnado de aceite de oliva caliente y zumo de naranja.

El capazo el el cenit de unas fiestas y actividades organizadas por el ayuntamiento de la localidad en colaboración con las asociaciones Fuente Maese, El Capazo, Las Camelias y la Cofradia de Nuestra Señora de la Virgen de Bienvenida.

La tradición aceitera que impregna este rito es fiel reflejo de esta localidad a la que ha condicionado su evolución a lo largo de los siglos. De hecho, en el siglo XIX en el arroyo San Juan funcionaban diez molinos de aceite de los que el ayuntamiento está recuperando cuatro en la actualidad.

Junto a estos cuatro molinos, a lo largo del arroyo, el ayuntamiento ha recuperado también las construcciones auxiliares como los azud que conducen el agua a los canales de piedra, las norias o los patios de chiqueros.

El paseo discurre entre árboles de rivera y replantaciones de nogales y ejemplares autóctonos que convierten la senda en un paraje de umbría lleno de evocaciones.

Torre de Don Miguel volverá a quemar los capazos en honor a la Virgen de Bienvenida