jueves. 28.03.2024
Exposición en Acebo de Julián Fernández Cáceres

Tráiganme todas las manos

Los dibujos han cuajado desde los sentimientos interiorizados por el artista acebano, cuya mirada atenta y discreta le ha permitido una observación sistemática de la realidad para plasmar una parte de  la tradición popular 

__Manos cruzadas__. Grafito sobre papel. Juliaìn Fernaìndez Caìceres
__Manos cruzadas__. Grafito sobre papel. Juliaìn Fernaìndez Caìceres

Había visto yo alguna que otra exposición del polifacético artista Julián Fernández Cáceres. Recuerdo una de ellas en el antiguo Seminario de Coria. Cáceres, el que luego sería Residencia de Estudiante. Incluso he podido ver muchas de sus obras sueltas dedicadas al retrato de personajes populares y familiares y al esbozo de rincones perdidos entre las cuerdas de la hiedra donde los protagonistas fueron, veleí, la madera y la piedra.

La sorpresa agradable fue cuando me enteré que, este buen amigo, exponía este año en una de las salas del Ayuntamiento de Acebo (1 al 12 de agosto)  y, posteriormente, en el Disco Trébedes, también de esta localidad, (14 a 31 de agosto-horario del local), donde anteriormente había colgado algunas de sus obras, incluidos retratos.

Si te acercas a Acebo, puedes encontrarte los bocetos que, la mano firme del autor, le llevó a dibujar con maestría de grafito sobre papel, para permitirse insistir sobre unos bocetos y pruebas que le han permitido presentar apuntes de gran calidad artística y visual, con una finalización en distintos tonos y matices, surgida de una carrera rápida y sin pausa.

El espacio, excesivamente grande a mi juicio, no ha impedido el lucimiento fiel del trabajo con el juego de las jóvenes limpias manos junto a otras de vieja experiencia, arrugadas por las líneas contrapuestas del tiempo. Al lado un conjunto de diferentes bodegones con viejos cacharros y otros motivos de barro y vidrio, de andar por casa, que nos acompañaron en el trasantiel de los años de la amada y deseada vida rural, cuando los abuelos nos contaban cuentos al calor de la lumbre y nos aliviaban los sabañones de las orejas con una aceituna caliente. 

Todo ello ha cuajado en el interior de los sentimientos del artista de la cuerda española y del lápiz de grafito, cuya mirada atenta y discreta le ha permitido una observación sistemática de la realidad para plasmar en el papel, con una sensibilidad exquisita, la ternura que la tradición popular deja como poso en unas retinas que miran mucho más lejos de la oquedad del ombligo.

Se exponen de esta manera las manos de niño, manos de mujer que son suavemente pellizcadas por la experiencia de los años. Uno más de los muchos juegos este del “Pico, pico bellorico” que los antiguos nos supieron legar, para los encuentros olímpicos de la nuestra infancia. Juegos que entendían poco de los juguetes industriales pero sabían mucho del valor de la amistad, del grupo y de las manos como herramienta de presente y futuro.

Pico, pico bellorico, __Picu-picu__. Grafito sobre papel. Juliaìn Fernaìndez Caìceres (2)

los manteles del obispo 

son treinta y uno.

Treinta y uno la comadre, 

tres la sabanilla.

Sabanilla de novia,

sabanilla redonda.

Tengo un buey

que sabe labrar,

¿por qué calleja?,

de Moraleja.

Esconde la mano 

detrás de la oreja

que viene la vieja (1).

Manos sobre la tradición bolillera, para fabricar aquellas primeras tiras de encajes que dieron nombre a la “Escuela de Acebo”. Dedos capaces de cargar los bolillos de blanco hilo a una velocidad trepidante que luego, aquellas manos, elevarían a la categoría de filigrana. Movimiento de manos que consiguieron el tintineo insistente del sonido celestial de la labrada madera para trasmitirlo, apoyado en el eco, por entre los canchales de la Sierra y las calles de todas las ciudades españolas. 

Manos cruzadas donde se reflejan todos los caminos de la larga vida vivida, para querer golpear en el leve palmoteo que le inspira la voz ronca, jonda, aflamencada del cantaor que arranca su voz inclinado sobre la silla de enea, mientras las manos del pintor, hecho músico, acaricia las cuerdas de la guitarra española.

Manos que supieron de la aceituna y la naranja. Hartas del vareo sobre la olivera, de romper el carámbano de la mañana con las uñas rotas de frío y los dedos encogidos por el hielo. 

Aquellas mismas manos que moldearon la tinaja de barro y ataron el escobón de berezo

NOTAS

1.- En Acebo (Cáceres), se utiliza la expresión “bellorico” que en estremeñu se le da el significado de “sorteu”, aunque puede significar “bello y rico”, No obstante en su extensión por el resto de España, Canarias y América la palabra utilizada es “melorico”, que trata de una crisálida de tierra, de ciertos lepidópteros, que gira el abdomen en una determinada dirección cuando es presionada con los dedos, motivo por el cual se le atribuyen propiedades adivinatorias.  En otros lugares, le dan el significado de “merolico” (melorico) como persona que es muy habladora y parlanchina o vendedor callejero que atrae a los transeúntes con su verborrea.

Fotos.- “Haciendo encaje”, “Picu-picu” y “Manos cruzadas”. Grafito sobre papel. Julián Fernández Cáceres.

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