jueves. 28.03.2024

Para el viajero que se adentra por las tierras de la Sierra de Gata, Torre de Don Miguel es una lugar por descubrir, un atractivo secreto oculto por otros espacios y localidades de la Sierra, con mayor desarrollo turístico. Sin embargo, Torre es una población donde el visitante podrá sentir la satisfacción de encontrar una villa desconocida para la gran mayoría, el agrado del reencuentro con parte de nuestra historia, con las tradiciones populares, que poco a poco van desapareciendo sin dejar rastro de su presencia en muchos lugares, afortunadamente en Torre todavía nos quedan vestigios de ellas y se trabaja para que no se pierdan ni olviden las labores y las obras, así como la historia de nuestros antepasados. El visitante no dejará de sentir el sosiego que transmiten sus vecinos, su entorno y que fluye por todos sus bellos rincones, una serenidad que tan lejos se vislumbra en los tiempos que corren actualmente.

Es contradictorio que para descubrir esta villa, sugiramos al visitante perdernos por sus calles... unas veces ceñidas y sinuosas que contrastan con otras amplias y rectas, mientras salen al encuentro atractivas y elegantes casas, unas señoriales que nos recuerdan los orígenes medievales de la villa, con escudos heráldicos sobre sus fachadas, arcos conopiales y medio punto en ventanas y puertas, así como diferentes tipos de adornos que las embellecen; otras casas más humildes pero de igual belleza nos traen a la memoria tiempos no tan lejanos, en las que los balcones se convierten en seña de identidad de la arquitectura serrana de Torre de Don Miguel. Entre los adornos que nos ofrecen las jambas y dinteles, aquel viajero pausado que sabe disfrutar de lo que le ofrece la villa, podrá descubrir dos lápidas romanas que sirven de dinteles en sendas casas o encontrar esas cruces o cruceros grabados sobre las jambas de granito, tal vez manifestando la existencia de conversos en ellas, de cristianos viejos o simplemente buscando la protección y amparo de las mismas.

De máximo interés supone el encuentro con la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción declarada B.I.C. (Bien de Interés Cultural) con la
 categoría de monumento, solemne y majestuoso edificio que preside la parte alta de la plaza y en la que confluyen tanto el estilo gótico de la parte más antigua que data del SXV: Torre y Nave, como del
estilo renacentista que domina la Cabecera, por donde se comenzaron en el SXVI, la reconstrucción del anterior edificio y que no se llegó a concluir. Otra edificación de singular belleza, es la Ermita del Cristo de la Misericordia, atribuida al igual que la Cabecera de la Iglesia a Pedro de Ibarra (discípulo de Juan de Herrera) cuya inequívoca firma, según el historiador y profesor Sánchez Lomba, se recoge en la parte superior, en el entablamiento con friso de cruces y arquillos de las dos construcciones. Destaca en la Ermita su portada, mezcla de arco y dintel en la que resalta un tímpano triangular muy apuntado. También llamará poderosamente la atención del viajero los restos del Alfar que conoció mejores años en décadas pasadas, o El Molino de los Blancos que en la actualidad es el elemento más importante de un nuevo espacio que se va estableciendo en la localidad: El parque arqueológico “los Molinos de la Torre”. No queremos seguir revelando más elementos de interés de la localidad, sino invitar a todos aquellos que disfrutan adquiriendo conocimientos, del placer de disfrutar de sus sentidos o sencillamente gozar de un de paseo por un bello y agradable entorno... es posible que una vez llegado el momento de dar la jornada por concluida, alguno se descubra para saludar a esta villa.

Una villa para descubrirse: Torre de Don Miguel