sábado. 20.04.2024

Como dijo alguien antes que yo “Cuando los hombres viajan buscan la diversidad”.

La mañana presagiaba que un sinfín de aventuras estaban a punto de comenzar.

El rugir del motor, una pequeña hoja de ruta y a rodar.

Nuestro destino: Sortelha, una aldea medieval en Portugal.

Para un serragatino curioso como yo no deja de ser una aventura conocer esas viejas fortalezas frente a las que en un pasado remoto, tal vez, se encontraron nuestros antepasados rugiendo cargados de ira.

El camino, ni largo ni corto. Unos 85 kilómetros (desde Hoyos) que en un día invernal pero soleado da gusto disfrutar de sus hermosos paisajes.

Alguien podría preguntarse cómo ir. Pues muy fácil: Valverde del Freno dirección Portugal. Al llegar a Penamacor deberemos tomar el desvío a Sabugal y seguiremos avanzando hasta Terreiros das Bruxas.En esta localidad (aunque está un poco mal señalizado) hay un cruce a la izquierda donde se inicia una pequeña carretera local que nos conduce ya a tan “insigne“ aldea.

La fortaleza se encuentra en lo alto de un cerro granítico al que se accede por una puerta con arco ojival llamada “Puerta de la Villa”. Tras ella, una plaza que bien podemos usar de aparcamiento para iniciar una ruta a pie por sus calles.

Tras recoger un tríptico (bien elaborado) en su Oficina de Turismo, pudimos guiarnos con facilidad por los más de 30 puntos de interés turístico de la Villa.

Destacando por su importancia su Castelo (Castillo) y su Torre y todo el Casco Antiguo amurallado.

Como arquitectura religiosa no te puedes perder la Igrejia Matriz /Nuestra Senhora de las Neves y como arquitectura civil la “Casa con Janela Manuelina” (Casa con ventana de estilo manuelino)

Y como curiosidad sepulturas antropomorfas como en el Castillo de Trevejo

Su arquitectura granítica es muy similar a la de nuestra Sierra y al caminar por sus empinadas calles se respira ese aroma tan familiar de ese pasado convulso de fraternidad y desencuentro.

Si bien  nos quedamos enamorados de su Tienda de Artesanía, que conjuga pasado y presente en sus productos, del trato amable del personal, de su gran variedad de licores y mermeladas caseras (en especial de una dulce-picante).

Para comer o tomar un refrigerio hay varios restaurantes como Don Sancho y Celta y para tomar un café busca la Cafetería “O Campanario,” algo escondida, con sus paredes cubiertas de platos con el típico gallo portugués.

En resumen una bonita jornada por unas hermosas tierras que sueñan, al igual que las nuestras, con el maná de un turismo rural que nos saque de años de olvido y apreturas.

Viajar es un placer… y más por estas tierras fronterizas

Viajeros sin dinero: Viaje a Sortelha, aldea medieval de Portugal