jueves. 25.04.2024

El gobierno prepara un decreto de reordenación del territorio que previsiblemente forzará la desaparición de los ayuntamientos más pequeños, en nuestro caso, es posible que de todos. En Grecia una reforma similar eliminó todos los municipios de menos de 10.000 habitantes y redujo el número de ayuntamientos a una tercera parte. En españa más de la mitad de los 8.116 ayuntamientos, según se nos repite incansablemente en los medios de comunicación, tiene menos de 1.000 habitantes.

Como en cualquier otra reforma, hay argumentos a favor y en contra. A favor se puede argüir que las mancomunidades llevan a cabo servicios que los ayuntamientos pequeños por sí solos no pueden ofrecer. Como en el caso de la recogida de basuras, ese servicio lo cobran los ayuntamientos y en demasiados casos no se lo pagan a la mancomunidad, lo que provoca que esta tenga deudas en un servicio que los ciudadanos están pagando. Al igual, hay muchos servicios sociales y de asistencia técnica, los que hasta ahora viene prestando nuestra mancomunidad, que los ayuntamientos son demasiado pequeños para organizar.

En contra, tenemos que hay muchos otros aspectos del gobierno municipal que, sin embargo, están mucho mejor como están. El cuidado de los caminos, el urbanismo de los pueblos es una decisión que claramente debe tomarse de manera local, como cualquier otra cuestión relacionada con el entorno vecinal. El deporte, la cultura o las gestiones que a menudo tienen que realizar los vecinos son otros aspectos que no deben perder la cercanía actual con el ciudadano.

Consecuencias a medio plazo

El hecho de que la administración se divida en más o menos ayuntamientos puede conllevar de manera automática que ciertos servicios, como la sanidad o la educación, dejen de prestarse localmente. Si la asignación de consultorios médicos, por ejemplo, se hace en función de cantidad de población por municipio, el número de consultorios de la sierra se reducirá drásticamente. La ratio es de apróximadamente un médico por cada dos mil habitantes, por lo que resulta sencillo calcular el número de centros de asistencia que desaparecerán. Respecto a los colegios, se puede decir otro tanto: la ratio de profesores por alumno es mucho más baja en los pueblos de la sierra que en las ciudades, así que es fácil imaginar que en breve desaparecerán los CRAS.

Asimismo, quedan en el aire infinidad de preguntas, por ejemplo: ¿las deudas de un ayuntamiento moroso las heredará en su conjunto la nueva corporación? o dicho de otro modo, ¿voy a pagar yo el despilfarro de otros? ¿dónde se establecerán los centros administrativos? todos somos serragatinos, pero también sabemos cómo son los del pueblo de al lado; ¿se creará un sistema de transportes, hoy día inexistente, para dar cohesión a las comarcas y facilitar la vida de los vecinos? Demasidas preguntas que es muy probable que los responsables de la reforma no se hayan hecho y para las que si queremos tener una buena respuesta es mejor que empecemos a pensar y a organizarnos.

¿Ayuntamiento de Sierra de Gata?