viernes. 29.03.2024

Cuando llamamos a su puerta Toño --Antonio Corredera-- y yo, Fernando Campuzano estaba estudiando la Teoría del ojo, método utilizado por los colombófilos para mejorar la calidad de sus palomas mensajeras. En la vitrina de su salón, los premios se amontonan, como se acumulan en cajas, espacios llenos de recuerdos que forman su palmarés, su curriculum, su historial como criador y colombófilo.

Fernando Campuzano nació en Alcántara en 1955, de padre almeriense y madre cillerana. Con un año, llegó con su familia a Valverde del Fresno y desde entonces su corazón late serrano. Un traslado de su padre a Almería le alejó de Valverde durante “18 años y cinco meses; no podía dejar de llorar aquella tarde, a eso de las seis y media, cuando salíamos de Valverde”, recuerda aún Fernando. En 2001 regresó con su madre a la tierra de su infancia.

Fue precisamente durante aquellos primeros años en Valverde, cuando Fernando conoció las palomas mensajeras. “La culpa la tuvieron los portugueses”, recuerda, “sus palomas mensajeras llegaban a Valverde a comer y tomar agua para reponerse y así me fijé en ellas, en su forma de actuar, en la fisonomía de los animales”.

En 1987, a los 32 años, Fernando tuvo que cambiar de vida, cuando el peso de los mensajes partió sus andares. Desde entonces, el multicampeón se dedicó en cuerpo y alma a lo que tanto le gustaba desde que tenía pocos años y vivía en la frontera. Campeón Internacional en 1991, y campeón de España en 2002, por primera vez, es titular de 72 premios, una veintena cada temporada entre 1981 y 2004.

En diciembre del pasado año, Fernando Campuzano lanzó al mercado su propia raza, Supercamp, que comercializa en todo el mundo a través de su página en Facebook, ‘críadepalomasmensajerasalacarta’. En estos momentos, tiene 62 ejemplares. Michael Schumacher, Fernando Alonso, Barrichello, Ayrton Senna, Alain Prost. Este hombre de lentos andares ama la velocidad en la tierra y en el cielo. Sus pichones “son palomas de velocidad en 250, 300, 400, 500, 600, 700 kilómetros con 8,9 10,11,12 meses”, nos cuenta su criador. Con dos años, “ya pueden llegar a volar ochocientos y novecientos kilómetros”.

Como los portugueses, Fernando no malcría a sus palomas; él prefiere ejemplares duros que “sepan hacer su trabajo independientemente de que haga frío o calor”, independientemente de las condiciones meteorológicas del vuelo. “Las palomas mensajeras son superinteligentes”, afirma Fernando, y para que funcionen bien es necesario, en su opinión, “que tengan buena salud, un palomar adecuado y muy limpio, buena comida y un buen entrenamiento”.

Fernando emplea una hora diaria en entrenar a sus palomas. Ayudándose con una caña de bambú las mantiene en vuelo durante una hora sin dejar que se posen y, como premio, un buen puñado de maíz para sus mensajeras.

El negocio de las palomas mensajeras es un mercado consolidado del que los mejores criadores pueden vivir muy holgadamente. Las palomas se adquieren en las subastas de los campeonatos. Son ejemplares que no pueden volver a participar en otras competiciones porque siempre volverían a su palomar de origen, pero mejoran la raza. Una paloma es más valiosa cuantos más premios acumula, “cuanto mejor cuerpo tenga, un buen ala... Igual que se aplica a guisantes y a ratas, las leyes de Mendel también pueden aplicarse en la selección de la paloma”, apunta el campeón, que ahora estudia la teoría del ojo a la que ha llegado a través del célebre cantante de los 70 y 80 Dani Daniel, gran aficionado como él a la colombofilia, y que rescató dos palomas mensajeras que Fernando había perdido en un vuelo bajo una intensísima nevada.

En este primer mes en el mercado de las palomas mensajeras, con Fernando ya han contactado aficionados de otros puntos de España e incluso de México y Bulgaria interesados en sus pichones a través de su página en Facebook, “cría de palomas mensajeras a la carta”.

Fernando siente autentica añoranza de los circuitos de carreras. Tenía previsto regresar a ellos este mismo año pero, de nuevo la vida, le obliga a retrasar su regreso. Mientras tanto, guisantes y ojo para mejorar la raza, para lograr palomas campeonas.

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Fernando Campuzano: Una vida mensajera