viernes. 19.04.2024

 El sábado por la mañana una lluvia negra de ceniza cubría las calles y plazas de Villasbuenas, Torre de Don Miguel y Gata, incluso de La Moheda y la localidad de Moraleja, a treinta kilómetros del incendio. Pavesas y rescoldos cubrían la superficie como si el cielo llorase lágrimas negras por la catástrofe incendiaria.

El sábado no fue el cantar de ranas y gallos, el trinar de los pájaros lo que despertó a los serranos. El rugir de los motores de hidroaviones y helicópteros sustituyó los sonidos naturales de esta tierra. Un rugir que causa al mismo tiempo temor y esperanza. Temor por lo que supone su presencia, esperanza porque sin ellos, los hombres en tierra tienen menos posibilidades de apagar con sus manos y medios la grandeza del fuego arrasador.

Un joven militar de 35 años, ha fallecido en este incendio, dejando con su ausencia viuda y huérfano. Tres de sus compañeros de la Unidad Militar de Emergencias del ejército han sufrido heridas de diversa consideración. La tragedia se ha producido durante la realización de sus funciones profesionales. La tragedia se ha producido intentando salvar nuestra tierra.

Junto a la UME, antes que la UME, los hombres de los retenes de la comarca y zonas adyacentes salieron como siempre vestidos de amarillo para luchar contra las llamas. Un amarillo que la lucha tiñe de negro, como sus pieles, porque su trabajo no es luchar de igual a igual sino contra un coloso que arrasa con su abrazo cuanto toca.

Los equipos de los retenes, la Unidad de emergencia luchan por salvar nuestra tierra y junto a ellos trabajan de forma anónima y desinteresada los miembros de Protección Civil, ciudadanos anónimos que emplean su tiempo en ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, ciudadanos que emplean su tiempo en ayudar a los demás.

Ayer, los miembros de Protección Civil de Coria fueron movilizados. En el fragor de la batalla contra el fuego nadie se acordó del ejército ciudadano que estaba en alerta, prestos a ayudar a la más que posible evacuación de los serranos. En Torre de Don Miguel, doce miembros de este cuerpo de ayuda fueron atendidos en la Residencia de Mayores donde se les invitó a comer junto a los familiares de los residentes que precisamente ese día celebraban su convivencia anual. El ayuntamiento cedió su albergue municipal para dar cobijo a esta docena de voluntarios. A partir de las once de la noche cincuenta miembros de los retenes de la provincia de Badajoz y Cañamero, en Cáceres, comenzaron a llegar al albergue para pasar la noche. Los miembros de protección civil fueron los que acondicionaron el lugar para la ocasión, los que prepararon comedor, mesa y platos, los que fregaron y recogieron las sobras. Siempre colaboradores nunca protagonistas. Eran vecinos y vecinas de Coria atentos siempre a servir a los demás, reticentes siempre a ser servidos.

La sierra agradece profundamente la labor de nuestros hombres frente al fuego, la labor de los miembros de la UME que luchan por salvar una tierra que desconocen y la labor humanitaria del personal sanitario, de los miembros de Protección Civil, hombres y mujeres que luchan desde el anonimato por salvarnos a todos de las acciones criminales del hombre.

Lágrimas negras