viernes. 29.03.2024

A la luz

Los tiempos que estamos viviendo nos hacen ver densos y negros nubarrones. Pero no debemos olvidar que luz y oscuridad no son más que los dos extremos de una misma línea

A la luz
A la luz

Hasta hoy la luz es para los científicos un misterio no bien descifrado todavía. Sólo la entendemos un poco pensándola bien como onda y como partícula.

Independientemente de esta dificultad de entender la naturaleza  de la luz, profesamos la creencia firme de que la Luz tiene más derecho que las tinieblas. Basta la pequeña luz de una cerilla encendida para ahuyentar la oscuridad de una habitación entera.

Veamos si somos capaces de verlo desde otra perspectiva.

Desde lo más profundo del universo viene una Luz misteriosa. Incide en nuestra cabeza, exactamente donde tenemos el cuerpo calloso, la parte que separa el lado derecho del cerebro del izquierdo. Esta separación es la fuente de nuestras dualidades, por un lado el sentimiento y por otro el pensamiento, por un lado la capacidad de análisis y por el otro nuestra capacidad de síntesis, por un lado el sentido de objetividad y por el otro la subjetividad

Esa luz que viene desde lo Profundo del universo, un Universo no visible, suspende la separación de los cerebros y obra la unión. Pensamos amando y amamos pensando. Trabajamos haciendo poemas. Combinamos el arte con el ocio. Pero con una condición, la de abrirnos totalmente a esa Luz.

Ábrete a esa misteriosa Luz que atraviesa todo el universo y llega hasta ti. Déjala  correr por todo tu cuerpo, por la cabeza, por los ojos, los pulmones, el corazón, los intestinos, los genitales. Hazla descender por las piernas, detenla en tus rodillas, y fíjala por un momento en tus pies, pues ellos son los que te sostienen, a la Tierra.

Y súbela, pasando por todo tu cuerpo, dirígela nuevamente hasta el corazón, para que de allí te vengan los buenos sentimientos de amor y compasión. Hazla subir hasta el centro de la cabeza donde inicialmente incidió. Ella te traerá pensamientos brillantes y luminosos.

Escucha también esta reflexión: Prepárate siempre para acogerla, porque ella nunca deja de venir. Y si no te has abierto a ella, a que eso pueda suceder, pasará de largo y tú, curiosamente, te sentirás vacío, con un sentimiento de falta de sentido y significado.
 Siempre que acojas a la Luz  irradiarás bondad y benevolencia. Y todos se sentirán bien a tu lado.

Ábrete enteramente a la Luz hasta que tú mismo te vuelvas plena luz.

Hasta otro día. 

Un abrazo.

Agustín.

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