viernes. 29.03.2024

ACEBO. Capital del encaje de bolillos (V)

De ser cierta la afirmación de la investigadora González Mena que refiere como “por el año de 1510, las mujeres de Acebo, ya hacían encajes de estilo Camariñas sin abandonar los suyos propios” (1), estaría desmintiendo categóricamente que la llegada del encaje gallego a Acebo se produjera en 1535 y nos estaría señalando, posiblemente, a  maestros canteros gallegos ligados a las primeras obras de la iglesia parroquial, (1508-1520), o años antes cuando existía una iglesia más antigua (s. XIII-XIV), sobre la que se construyó la actual

Los encajes de Extremadura. Nuevo Mundo
Los encajes de Extremadura. Nuevo Mundo

Al igual que de los maestros canteros, que trabajaron en la construcción de la iglesia parroquial de Acebo (s. XVI a XVIII), no hemos encontrado una significativa presencia de canteros gallegos, ha sucedido prácticamente lo mismo con los canteros que trabajaron en la construcción de las iglesias del entorno serragatino. Cabía alguna posibilidad ya que existiendo una cierta rotación de los maestros canteros por todas las edificaciones religiosas, alguno pudiera haber recabado en Acebo.

Tal vez en Hoyos con Estebán de Jácome (Xácome 1598); Pedro Ribero (1605); Juan de Durán (1604). También Antonio Pereira (1710); Tomás de Párraga (1710) y Manuel Texeira, que pudiera ser el apellido gallego Teixeira (1725), que intervino en la fabricación del órgano de la iglesia. Pero estos ya lo fueron a finales del siglo XVI y en los siglos XVII y XVIII.

Otro nombre que nos ha llamado la atención es el de uno de los pintores del retablo viejo de la iglesia románica de Hoyos, a partir de 1567, que fue Juan de Flandes. La región flamenca, del mismo nombre, mantiene una larga disputa con Italia y España por atribuirse el ser la primera en la invención del encaje de pasamanería, de aguja y de bolillos.

Actualmente se conservan en Acebo algunos apellidos de origen gallego como Durán, Pazos, de Sande, Villar y otros que, pudiendo tener origen gallego, también podrían ser de origen portugués, dada la cercanía de la Sierra con este país, como Acuña, Antúnez (Antunes) o Costa. En cualquier caso, al desconocer el momento del asentamiento de estos apellidos en Acebo y del oficio de sus portadores, no podemos ni clasificarlos como canteros, ni datar su origen con el del intercambio de encajes con Camariñas.

Resumiendo, que con los datos a nuestro alcance no ha sido posible demostrar la procedencia gallega del encaje de Acebo, pero como diría el escudero Sancho Panza, cuando el río suena agua lleva.

Recapitulando sobre lo dicho en los artículos anteriores, podemos exponer las siguientes conclusiones:

  1. En Acebo hubo asentamientos musulmanes, (árabes y bereberes), hasta su expulsión definitiva de Sierra de Gata por Alfonso IX, Rey de León. Hubo también asentamientos judios, que perduraron en el tiempo, como perdurarían los mudéjares.
  2. Acebo se repobló, a partir de 1195 con gentes venidas del norte de España (asturleoneses, vascos, cantabros y navarros, principalmente), pasando a pertenecer al antiguo Reino de León (1195-1230) y posteriormente al Reino de León y Castilla (1230).
  3. El encaje de Acebo viene desde antiguo, mucho antes del comienzo de la construcción de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles (1508). Aunque falta documentación, muchas fuentes aseguran que el encaje cacereño proviene de lo tiempos de los últimos asentamientos árabes en la provincia. En cualquier caso todos los autores consultados aluden a un origen remoto de esta artesanía en cuanto a su presencia en Acebo.
  4. Serían estos antiguos encajes acebanos los denominados galones (puntillas). Primitivos encajes de bolillos de bandas estrechas que se trabajaban con hebras de lino puro, obtenido por procedimientos caseros. Para la guía de la banda y la ornamentación se colocaba sobre la almohadilla un patrón o picado sobre una hoja de pergamino.
  5. A partir de 1508, e incluso antes, llegaron a Acebo canteros provenientes de los reinos cristianos de las tierras del norte: leoneses, asturianos, vascos, cántabros, navarros y, posiblemente, gallegos.
  6. Serían las mujeres de los canteros del norte las encargadas de enseñar, a las mujeres acebanas, las técnicas de fabricación de los encajes de bolillos gallegos mientras estas aprendían  las propias de la elaboración del Encaje de Acebo.
  7. Existen dos premisas a tener en cuenta. Una que en el año de 1510, las mujeres de Acebo, ya hacían encajes de estilo Camariñas, sin abandonar los suyos propios (1) y otra, que no se ha podido documentar que hubiese cantero gallego alguno que trabajara en la fábrica de la iglesia parroquial de Acebo, entre los años 1533 y 1539. En principio, mientras no se demuestre lo contrario, debemos dar por ciertas estas afirmaciones. Se estaría así desmintiendo, categóricamente, que la llegada del encaje gallego a Acebo se produjera en 1535. Llegó antes, pero llegó.
  8. Sobre el antiguo encaje (de Acebo) se asientan los demás géneros con sólo variar la dirección del galón, bien haciendo zig-zag o movimiento ondulado e incorporando otros elementos técnicos y decorativos” (1).
  9. El encaje de Acebo también ha tenido influencias del resto de la escuela de Cáceres, de la vecina provincia de Salamanca y de otras.
  10. Las experiencias del antiguo encaje propio elaborado en Acebo, las influencias foráneas y el paso de los años, hicieron que las mujeres acebanas llegaran a conseguir un encaje autóctono propio, de reconocido prestigio nacional e internacional dando paso a la Escuela de Acebo.

Lo que si podemos asegurar es la existencia del encaje español, aunque no se denominara así, en épocas remotas del neolítico, del paleolítico o, más recientemente, en el siglo XI donde los encajes de oro adornan la casulla de Santo Domingo de Silos. Apogeo de esta artesanía capaz de enfrentarse a las máquinas de tejer encajes surgidas en el siglo XIX.

Soniquete de olivo
entre los dedos,
en caricia de mar
se forja el hilo
y engarza maravillas
sobre el filo
del mundillo en el alba
y sus enredos.

“Encajeras”. Santos Fernando Arévalo Ávila.

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1.- González Mena, Maria de los Ángeles. “El encaje cacereño”. Narria. Estudios de artes y costumbres populares. Números 23-24, dedicados a la provincia de Cáceres. Páginas 38-41. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Madrid. 1981.

2.- Fragmento del poema “Encajeras”, de Santos Fernando Arévalo Ávila.

Foto 1.- Detalle del cartel “Sierra de Gata. Un lugar con encanto”. Mancomunidad de Municipios Sierra de Gata.

Foto 2.- “Los acebanos Plácido Puerto y Esperanza Puerto con una muestra de encajes de Acebo”. Foto del Río. Nuevo Mundo del sábado 13 de marzo de 1915. Año XXII. Número 1.105 y Puerto Rodríguez, Julián. “Acebo 1753. Una mirada desde Sierra de Gata”. Página 649. Edición Casa de Extremadura en Getafe. Madrid 2010.

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