jueves. 28.03.2024

ACEBO. Capital del encaje de bolillos (XV)

La sentencia está echada y los amigos de Acebo nos quedaremos con las ganas de ver nuestros encajes en una exposición de relieve, en la capital de España. La Exposición Nacional de Encajes fue una ocasión perdida para la industria encajera nacional en general y para la industria extremeña y acebana en particular, ya que los organizadores se habían prestado, por primera vez en la historia, para acudir a esta tierra serragatina a estudiar, in situ, la situación de la industria textil bolillera

Encajera en la calle Rueda de Acebo. Caìceres
Encajera en la calle Rueda de Acebo. Caìceres

Desde el 5 de mayo de 1915 se prodigan las entrevistas con el Presidente del Consejo de Ministros y con el Ministro de Fomento. El 8 de mayo de 1915,  once días antes de la inauguración de la “Exposición de lencerías y encajes españoles. Del siglo XVI al XIX”, organizada por los Amigos del Arte, Nicolás Mª Urgoiti envía al ministro de Fomento una carta y un proyecto, con veintiún artículos, relativos a la organización de la finalmente malograda “Exposición Nacional de Encajes” (1).

En esa carta, Urgoiti señala que la industria del encaje está necesitada de protección y subsidios para un mejor rendimiento. Recuerda como el escritor Cristóbal de Castro evidenció en la prensa, el valor y la importancia de una industria artística nacional, que poseía el valor añadido de estar servida en su trabajo por mujeres.

Desde las columnas de Nuevo Mundo, principalmente, se propuso e impulsó la constitución de un Comité Organizador, algo que he querido resaltar desde esta colección de artículos, con el objetivo de preparar el reglamento que ahora se enviaba y conseguir de los poderes públicos el apoyo oficial para celebrar la Exposición Nacional de Encajes, ofreciendo su patronato a S.M., la reina doña Victoria Eugenia.

Tuvieron el apoyo de la Junta de Iniciativas creada el 18 de septiembre de 1914, presidida por don Ricardo de la Cierva y Pimentel, que fue disuelta en enero de 1915. Se preparó a la opinión pública con artículos nacidos de pluma de reporteros entregados y especialistas que visitaron, con grandes dificultades, las zonas de fabricación del encaje nacional. Se lanzaron reportajes fotográficos. Se estimuló a las clases productoras. En definitiva, porqué parecía lo más imprescindible, se interesó a ilustres personalidades.

Ahora, tras la celebración de la “Exposición de lencería y encajes españoles”, no saben si se aprueban las Bases y el Reglamento de la “Exposición Nacional de Encajes”, si se confirma, amplia o se sustituye  al actual Comité Organizador y si se da el visto bueno al subsidio de 15.000 pesetas, para los premios y gastos de la citada exposición.  

Nadie se atreve a preguntar que intereses nacionales y sociales han empujado a los políticos a aprobar el montaje de la “Exposición de lencería y encajes españoles” frente a todo el arduo trabajo de campo con que se había abordado la preparación de la ansiada “Exposición Nacional de Encajes”, que no pretendía sino potenciar el mercado de este género textil ante la caída de los productores extranjeros a causa de la Primera Guerra Mundial.

Y de ello damos fe desde este diario digital, pues sin el trabajo llevado a cabo por el impulso de los miembros del Comité Organizador de la “Exposición Nacional de Encajes” no tendríamos esta idea aportada, de la situación del mercado español de encajes a principios del siglo XX.  

No obstante, la exposición felizmente inaugurada, sobre lencería y encajes españoles, nos aporta una visión de las colecciones privadas adquiridas desde el siglo XVI al XVIII, dando fe con ello de la histórica existencia del encaje en esos siglos y su evolución. La posibilidad de que los investigadores puedan consultar el catálogo de esta última exposición, donde aparecen fotografiadas las piezas, es un elemento a valorar positivamente a pesar de no aportar los datos de la procedencia de cada una de ellas, ni un estudio de la situación de la industria a finales del siglo XVIII y principios del XX, algo que hubiese sido muy interesante.

Urgoiti, nos imaginamos que contrariado, no se olvidó de brindar la presidencia honorífica de la “Exposición Nacional de Encajes” al Ministro de Fomento, quien le contesta con una escueta nota de fecha 22 de mayo de 1915, una vez inaugurada la exposición de lencería y encajes. En ella elude responder directamente a lo expuesto por Nicolás Urgoiti y, aunque aplaude la excelente idea, contesta con un evasivo “para cuya realización no he de negarles el apoyo posible de ese Ministerio”, pero no tiene reparos en referirse a la exposición de lencería y encajes: “la que actualmente se está celebrando impone la conveniencia de aplazar, por algún tiempo, la inauguración de la que usted se refiere. Fdo . J. Ugarte” e insiste: “No me parece que conviene al interés mismo de esa Exposición, su simultaneidad con la de los Amigos del Arte” (1).

A buen entendedor con pocas palabras basta. La sentencia está echada y los amigos de Acebo nos quedaremos con las ganas de ver nuestros encajes en una exposición de relieve, en la capital de España. Pero Urgoiti ni se amedrenta ni se rinde. Y envía una nueva instancia, de fecha 25 de mayo de 1915, a don Javier Ugarte, ministro de Fomento, en la que le da la razón en lo oportuno de aplazar la exposición y ofrece una nueva fecha, aún sabiendo que la suya de la primavera había sido pisada por otros. La exposición se celebrará en el otoño. La respuesta del Ministro (26 de mayo de 1915), es positiva y reitera la disposición a prestar todo el auxilio posible.

O fue muy largo ese otoño de 1915 o tuvo prisa en presentarse la primavera de 1916, pues el día 7 de abril de este año, aparecía un artículo de Cristóbal de Castro en el diario Nuevo Mundo, de este tenor: “Como también hicimos en Nuevo Mundo una larga campaña en pro de la “Exposición Nacional de Encajes” y, después, las condesas de Pardo Bazán y de San Rafael, al fundar el Taller de Encaje, que se instaló en la calle Bailén, dieron tan acertado impulso a la propaganda de tan bella industria, tenemos derecho de primacía para recabar del insigne (Julio) Burrell (ministro de Instrucción Pública) que ponga alto epílogo a su decreto y organice, con encajeras de toda España, la Exposición Nacional de Encajes” (2). Nadie le hizo caso.  

La Exposición Nacional de Encajes fue una ocasión perdida para la industria encajera nacional en general y para la industria extremeña y acebana en particular, ya que los organizadores se habían prestado, por primera vez en la historia, a acudir a esta tierra serragatina. Pero como dicen que no hay mal que por bien no venga, pasados unos años otro Comité Organizador inicia la preparación de lo que se denominaría Exposición Iberoamericana de Sevilla. El año, el de 1929.

NOTAS:

1.- Ver “Nuevo Mundo” del 5 de junio de 1915. Año XXII. Número 1.117. Página 4. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.

2.- Ver Castro, Cristóbal (de). “Nuevo Mundo” del 7 de abril de 1916. Año XIII. Número 1.161. Página 11. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.

Foto 1.- Tira de encajes, trabajo a bolillos, final del siglo XVII. Expositor Juan Lafora. Catalogo “Exposición de encajes y lencería. Del siglo XVI al siglo XX”. Sociedad Española de Amigos del Arte. Artes Gráficas Mateu. Madrid 1915. Fuente. Dipósit digital de documenst de la UAB. Universidad Autónoma de Barcelona. Registro: Biblioteca Digital de Historia del Arte Hispánico.

Foto 2.- Encajera en la calle de la Rueda de Acebo. Cáceres. Colección Julián Puerto.

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