jueves. 28.03.2024

Crónica de una muerte anunciada

En estos días el impagable trabajo del Digitalino, cocinado por el teclado de una periodista que quizá no merecemos: Sara Fontan, (el Digital lleva años pidiendo ayuda para no desaparecer y muy poca gente acude al llamado), vuelve a demostrar un periodismo de principios, por su apertura a la diversidad, por una tolerancia a las distintas voces que construyen una comunidad, muchas veces enfrentadas, irreconciliables otras, pero voces de un mismo bosque humano que puebla esta hermosa Sierra de Gata. Y cada voz lleva un mensaje, un fruto que saborear ante de juzgarlo, pero para eso hay que ser valiente, tener la apertura a que las ideas entren en nuestro corazón y reflexionarlas, bendita facultad que cada vez menos personas gustan de realizar. Y más allá de cuatro párrafos ya nadie parece querer continuar leyendo los argumentos del otro.

Este artículo lleva más de cuatro párrafos, es otra reflexión que se suma a las que en estos días Sara ha tenido el valor de publicar, pues muchos medios nunca osarían contradecir las versiones oficiales de los hechos, y es sano para una comunidad abrirse a todas las versiones, y escucharlas y tomar nota de si ese elemento de descontrol en la gestión del incendio, que mucha gente percibe, obedece a unas leyes inoperantes, pues la leyes nunca pueden contemplar todas las realidades que pueden acontecer; si obedece a una falta de humildad en los coordinadores a la hora de ejecutar esas leyes y su dificultad para escuchar la sabiduría del pueblo, que sabe oler el viento y por donde va a girar el fuego; si obedece al desbordamiento que produce una situación tan complicada de gestionar y debemos ser también magnánimos en nuestras acusaciones. Varios escritos que hemos estado leyendo hablan de muchas de esas causas que entre todos hay que dilucidar. Pero yo quiero centrarme en el día después de una crónica de una muerte  anunciada.

Me preguntaba una periodista de Info libre las causas de este incendio, y yo le decía si se iba a atrever a poner la radicalidad de mis respuestas, entendiendo radical, como el ir a la raíz de las cosas, pues por el periodismo que yo practico con la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente primero y ahora en un nuevo proyecto de comunicación, las causas profundas, estructurales son las que prefiero investigar. Lo bueno de ser comunidad es que cada uno por vocación reflexiona y actúa en distintos ámbitos, aportando cada uno una pieza de un puzlee que trasciende nuestra pequeña pieza individual, nuestra pequeña mirada, pero juntas construyen el mosaico de lo social que todos somos, por eso no es bueno excluir a nadie, y en la cultura tradicionales siempre había hueco, para el loco, para el diferente, incluso para el ladrón, y ahora es tiempo de abrirle el hueco a esos nuevos pobladores que hemos perdido ganado y tierras como los autóctonos, hemos perdido el trozo de Sierra por la que vitalmente hemos apostado. Somos una sola Sierra, pues como decía ayer un poeta en las redes, el extremeño tiene como piel la corteza de sus árboles y hoy todos tenemos la piel quemada.

Y esos forasteros como les gusta llamarnos a los de aquí, queremos aportar las cosas que aprendimos en nuestras respectivas tierras y experiencias de vida. Pues muchos hemos podido viajar y conocer iniciativas de gestión del medioambiente que se adaptan a los tiempos de cambio climático que todos vamos a tener que enfrentar, recuerdo ahora al vuelo el proyecto de Vanda Shiva una mujer a la que tuve el honor de entrevistar y que va por delante anticipándose a lo inevitable, creando un centro de agricultura y cambio climático en uno de los lugares más poblados del planeta: la India.

Pues una de las principales causas de este incendio y de los que están sucediendo ahora en muchos lugares de España -la península arde por los cuatro costados, mientras se producen inundaciones en el levante- es el cambio climático, del que los científicos vienen avisando hace decenas de años, un cambio producido por una industrialización excesiva que ha desestabilizar todos los ecosistemas del planeta. Y esa civilización occidental, colonialista e imperialista que ha impuesto un modo de vida insostenible para la vida es a la vez causada por una avidez sin límites que se desata en todo hombre que no tiene autodominio, es decir en cualquiera de nosotros. 

La avidez de desear más de lo que nos corresponde, la avidez de lucrarnos a corto plazo sin pensar en la responsabilidad que tenemos con nuestros nietos de dejarles un legado natural sin el que no se puede vivir. Y de la avidez individual a la avidez de las grandes empresas estatales o privadas que monopolizan sectores de la economía no dejando intervenir otras voces, otras maneras de hacer, como es el sector de la gestión forestal en España que arrastra décadas de mala gestión desde que el ICONA allá por los 50 decidió con una profunda ignorancia de los principios ecológicos imponer a la fuerza una repoblación de pino en toda la península. Un pino de mala calidad que servía para hacer pasta de papel en una época que España era deficitaria, un bosque ajeno, emparentado con el fuego, poco resistente a los incendios que lleva sometiendo a nuestra Sierra a continuos incendios desde hace decenas de años y victima de plagas como la procesionaria que afecta a humanos y animales. En vez de un bosque autóctono, pues “crece demasiado lento” para el amor al dinero de muchas empresas que poseen una visión limitada, y por lo tanto irresponsable y profundamente egoísta.

Qué bueno sería que periodistas como Jordi Evole, con recursos para investigar, investigases la verdad o no de diversas acusaciones que se hacen a las empresas estatales y privadas que monopolizan la gestión forestal en España, en las que se incluyen las reforestaciones, a sabiendas de que ningún monopolio puede ser bueno, igual que ningún monocultivo lo es para la naturaleza. Monopolios que parece vieran los territorios quemados como simplemente un negocio del que enriquecerse, con reforestaciones que además de no ser las adecuadas, según muchos expertos, no son mantenidas adecuadamente. Monopolios con una visión clarísimamente inadecuada, pues llevamos décadas perdiendo el monte. 

Empresas que monopolizan el trabajo de la reforestación, con cuadrillas, donde para muchos testigos se entra en procesos de selección no transparente, dejando a una gran mayoría fuera, que vive aparcado por el paro en muchas poblaciones rurales y dificultando con su monopolio la creación de cooperativas locales, que serían competencia, pues ellos ya lo tienen todo rodado, articulado. Monopolios que gestionan ingentes cantidades de dinero público que viene a rescatar del desastre a miles de pobladores y que habría que investigar, si es cierto lo que se dice, que después de un par de años de falta de riego y vigilancia, todo ese trabajo y dinero es echado a perder, lo que vendría a señalar, si se demuestra, que lo que les interesa es el dinero no la naturaleza. De nuevo la avidez como causa esencial del mal hacer.

Desde aquí le lanzamos el guante a la Sexta para que investigue cuál es la actuación de este inmenso monopolio que gestiona los incendios que llevan arrasando la península desde hace décadas. ¿Qué queda después de sus intervenciones? Tenemos ejemplos para rastrear, pues España se quema desde hace demasiado tiempo y estas empresas siempre están ahí para recoger las ayudas que la política, a veces desde su mala conciencia, da cuando suceden tragedias que sus propias leyes propician. 

La avidez, por tanto,  de una gran parte de la clase política cuyo único objetivo parece lucrarse ellos y sus amigos mientras dura su mandato, y que generan leyes inoperantes, inhábiles, que reflejan esa visión cortoplacista donde el egoísmo es lo único que dirige las decisiones que afectan a poblaciones enteras, países enteros. Políticos que en vez de dirigir los fondos públicos a escribir nuevas páginas, repiten una y otra vez los mismos guiones de de beneficiar a quien me beneficia. Tenemos demasiados ejemplos de zonas damnificadas por desastres naturales a las que las ayudas les dejaron de nuevo con la misma situación que produjo la catástrofe. Así que pidamos a nuestros políticos que cuiden de los intereses de todos y no caigan en esa enfermedad moral, la corrupción, que asola nuestro país. Solo hace falta un poco de coraje y autodominio.

Pedimos por tanto que una partida de esas ayuda que van a llegar de Europa para repoblar la Sierra sirva pagar a técnicos medioambientales, especialistas sensibles y/o que conozcan las nuevas prácticas agroecológicas que está utilizando el Príncipe Carlos de Inglaterra, como la permacultura, línea clave; o en Colombia Gunter Pauli, que asesora gobiernos modélicos como el de Buthan o la Isla del Hierro, y que multiplica ejemplos de economía azul que han revitalizado sectores gestionados con una práctica medioambiental nefasta y ahora son ejemplo de recuperación de terrenos degradados. O Vandana Shiva en India, con decenas de miles de campesinos que se enfrentan a los cada vez más numerosos desastres naturales y tiene un instituto dónde estudia todas esas nuevas estrategias o en Australia donde se retiene el avance de las zonas desérticas. Prácticas agroecológicas y ganaderas para enfrentar la triste realidad del cambio climático y que ahora el día después de este terrible incendio tenemos una enorme oportunidad de planteárnoslo. Técnicos y biólogos que tenemos en la Sierra y que están en paro desde hace años, malviviendo.

España va a ir convirtiéndose en un desierto, por lo que el tema de la elección del arbolado y del tipo de mosaico agropastoril que hemos de crear no es valadí, es crucial para el futuro. Tiene que haber comisiones que estudien a fondo las maravillosas tecnologías forestales y agroecológicas que se están implementando en muchos lugares del mundo para llamar a la lluvia, y que tengan voz y voto en esas decisiones. Los árboles llaman a la lluvia y España se está quedando sin árboles, sin lluvia. Aquí en Extremadura hay gente muy valida con mucha formación al respecto que hablan de cortafuegos verdes, de escuelas de pastores, necesitamos cabreros pagados por todos, pues conserva la naturaleza sin la que nadie puede vivir. Muchas ideas que no se pueden quedar en los linderos, porque sean los forasteros las que las proponen. Sus propuestas unidas a la sabiduría rural de los abuelos de la Sierra puede dibujar por fin un paisaje que traiga riqueza para todos. No para unos pocos, los de siempre.

Y mientras eso se investiga por los expertos adecuados, pagados por los fondos, que nos pertenecen a todos, es tiempo también de afrontar con nuevas leyes valientes la otra gran causa de este incendio y la de todos en este país: la desaparición de una cultura, la rural que no nos la podemos permitir perder, y que empezó con el abandono forzoso del campo que empezó en el siglo anterior y continúa su debacle gracias a unas políticas agrarias europeas que priman la avidez de los poderosos y dejan a los pequeños campesinos sin fuerzas morales ni económicas para cuidar el olivar, pues el precio de la aceituna se decide en los despachos de los ávidos y corruptos, y no hay jornal que pague esa miseria. Leyes que hacen insostenible tener una pequeña ganadería por son cada vez más asfixiantes; que pueblan el monte del de bosques alóctonos, que en el caso del pino avanza como un ejercito que va invadiendo los olivares abandonados y que no teje economía local sostenible; si fuera piñonero, como en Soria que permite la seta, que vincula económicamente a la población y lo tienen limpio por que viven de lo que da. Si fuera autóctono, con bellota para el ganado, con corcho, o con maderas nobles, o avellanos…. Leyes que favorecen los monopolios agrarios, forestales, ganaderos, privilegiando un tipo de agricultura industrializada que el planeta Tierra ya no se puede seguir permitiendo.

Todos sabemos que los incendios se apagan en invierno, limpiando el monte como se hacía antaño, cuando cada vecino se encargaba de tener lo suyo limpio y tenía que dar a la comunidad un día de su tiempo para limpiar los espacios comunes. Pero se han vaciado los pueblos, gran parte de los parados que hay hoy en España, son esa población que dejó abandonadas las fincas de sus ancestros, pues del campo no se vive, y no se vive pues las políticas son injustas, y si no hay campesinos no hay mosaico rural que tantos amamos, sin el trabajo de millones de hombres que ya no están, ya no hay huertas, prados, zonas de bosque gestionado, no hay ovejas bomberos, no hay naturaleza para nadie, las zarzas lo invaden todo, el pino lo invade todo, y el fuego novio del desorden lo quema todo. Epicentro

La cultura rural está muriendo y hay para escribir una enciclopedia, pero no voy a seguir escribiendo, me he pasado de los cuatro párrafos, para quien quiera seguir profundizando os recomiendo la lectura de varios reportajes que hice para la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente en la que entrevisté a muchos expertos de las causas estructurales: porque está desapareciendo la Cultura Rural y el tema de incendios.

Seguiremos haciendo crónicas de una muerte anunciada que nunca quiso ser escuchada. Esperemos que por fin la Voz de todos pueda reconstruir esta Sierra que era la piel con la que nos vestíamos cada amanecer y ahora la tenemos abrasada. 

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Crónica de una muerte anunciada