viernes. 19.04.2024

Extremadura tiene un espacio en los museos nacionales; aunque a veces sea en un pequeño lugar. Una de las presencias extremeñas más llamativas en los museos del Estado se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de Madrid donde se conserva el esqueleto y el vaciado del llamado Gigante Extremeño.

La historia de este esqueleto que se conserva en una de las vitrinas de una de las muchas salas del museo es una de las tragicomedias típicas del devenir en el tiempo de Extremadura y de sus gentes.

Con un paralelismo, hasta hace muy poco, con el llamado Negro de Banyolas, este último ya está enterrado; el esqueleto del Gigante Extremeño es sinónimo de pobreza, marginación y falta de escrúpulos. Dicho esqueleto son los restos de Agustín Luengo Capilla quien nació en Puebla de Alcocer (Badajoz) en 1849. Debido a su aspecto físico y a su deformidad desde muy joven comenzó a actuar en el circo; bueno, más bien se convirtió en una atracción similar a la de la mujer barbuda o la del hombre elefante.

La existencia de Agustín y de su deformidad llegó a los oídos del doctor Pedro González Velasco, Catedrático de anatomía en la Universidad de Madrid. Éste convenció a Agustín para que le vendiera su cuerpo por 3.000 pts cuando Agustín falleciese; parte de ese dinero lo cobró Agustín en vida. Dinero que despilfarró en francachelas, hasta que falleció en Madrid el 31 de diciembre de 1875, a los 26 años de edad y con una altura de 2,35 m.

El doctor Velasco ejecutó su opción de compra o el derecho que tenía sobre los restos de Agustín. El catedrático preparó el cadáver que encogió 10 centímetros, montó el esqueleto y lo expuso desde entonces en el salón central del museo, como un ejemplo de gigante (patológico) acromegálico. En ese lugar se puede contemplar desde entonces.

La visita a este museo y a esa sala deja un cierto sabor agridulce; quizás Agustín se merezca descansar definitivamente como cualquier otro ser humano y quizás Extremadura se merezca tener un lugar en ese museo por cualquier otra de sus muchas virtudes.

El gigante extremeño en el Museo Nacional de Antropología de Madrid