Lo masculino se construye como renuncia a lo femenino, por oposición, por rechazo a lo femenino, a lo que entendemos como tal. Se entiende por masculinidades a un conjunto de construcciones culturales a través de la historia, por las cuales se les asignan a los varones ciertos roles sociales propios de su género. Desde esta perspectiva se le asignan, también, otras características a las mujeres. ¿Y qué esperamos de los hombres? Esperamos que los varones que sean fuertes, independientes, agresivos, activos, resistentes, que soporten el dolor y que sean ellos los violentos. Los mandatos de género, son cadenas que arrastramos durante toda nuestra vida y nos condicionan y posicionan en la sociedad y en nuestras relaciones afectivas. La profesora Elena Simón habla de los arquetipos masculinos, EL REY, EL GUERRERO, EL MAGO y EL AMANTE, y los nuestros, LA SIERVA, LA APRENDIZ y LA SUMISA, papeles que en algún momento de nuestras vidas, de manera inconsciente adoptamos y nos lo llevamos a nuestro hogar, a nuestras relaciones, a lo más valioso que tenemos, que es nuestro ESPACIO AFECTIVO.
Nacemos personas y nos educamos como mujeres y hombres, así la masculinidad con toda la carga que conlleva no es innata, sino alcanzada. En muchas culturas, los niños sufren dolorosos rituales de iniciación para convertirse en hombres y la masculinidad también se puede perder, como cuando un hombre es ridiculizado por no "ser un hombre". La carga del género, de los mandatos tiene como resultado la MASCULINIDAD HEGEMÓNICA y como consecuencia EL MACHISMO y ambos tiene efectos negativos para hombres y mujeres.
Tenemos que construir una nueva masculinidad que conviva en armonía con la femineidad. Ya no hablamos de caminar juntos/as sino de cooperar y colaborar en la construcción de relaciones igualitarias entre mujeres y hombres y otras identidades sexuales. De-construir la masculinidad patriarcal, machista y asumir actitudes emocionales que los conecten con la ternura y les permita vivir una sexualidad sensible.
En el Biblia hebrea del año 1000 aC, el rey David de Israel dijo a su hijo que "fuera fuerte y fuera un hombre" después de la muerte de David. A lo largo de la historia, los hombres han cumplido con estándares culturales exigentes que se han convertido en mandatos cuyo cumplimiento implica un alejamiento de espacios afectivos y la construcción de una sociedad en absoluta desigualdad. Nacemos personas y así debemos crecer, fuera de mandatos y obligaciones tan pesadas como ser la superwoman o el sostén de una casa. Los roles de producción y reproducción, y su división por géneros no son más que factores de riesgo y origen de frustraciones que debemos erradicar y dejar de transmitir a generaciones futuras.
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