viernes. 29.03.2024

Los Porora. Una familia de Sierra de Gata

Una de las familias que han dejado historia en Sierra de Gata en la conocida como Los Porora. En ella se unieron apellidos como de Prado y González, entre otros, y sirvió de base para matrimonios entre jóvenes de diferentes pueblos serragatinos

Juan Garciìa de Prado __Porora__. 1873
Juan García de Prado. Porora. 1873

Entre los datos de las personas de cierto relieve, en la línea ascendente de los miembros de la familia conocida por el mote de  “Los Porora”, referidos al año de 1821, citamos al acebano Venancio de Prado Hernández, hijo de Ventura (o Bentura) de Prado Hernández y Rosa María Hernández Martín.

Venancio de Prado, siguió estudios de Bachiller en Salamanca, mediante el apoyo económico de una familia con muy buena posición social. Estuvo casado con la joven y atractiva María Gómez, que pertenecía a la familia de los Gómez, hijosdalgo afincados en la serragatina localidad  de Villasbuenas  de Gata.

Venancio de Prado, joven apuesto, de carácter jovial, tocaba muy bien la guitarra y disponía de ciertas dotes para el cante flamenco. Durante su época de estudios en Salamanca, formó parte de una “Tuna de estudiantes”, lo que le valió para su formación, madurez y desenvolvimiento en ámbitos muy diversos y sociales. 

De adulto, tuvo fama de magnánimo. Persona de mucha dignidad y honradez, desempeñó el cargo de Juez de Paz. 

Fue una de esas personas a la que los vecinos de Acebo pedían consejos y confiaban sus dudas,  asesoramiento y consulta, tanto para asuntos de ajustes de terrenos, tasación de fincas y casas, como para valoraciones de cosechas de aceitunas -en producción de aceite -  y precios de cosechas de naranjas. 

Consta que… tanto el vendedor, como el que adquiría el producto, quedaban muy satisfechos de su laudo.

A Venancio de Prado se le requería y consultaba hasta en temas familiares y se le solicitaban consejos para mil y un asuntos. En no pocas ocasiones, llegaron vecinos de pueblos próximos, e Incluso de pueblos portugueses, demandándole la elaboración de solicitudes, para llevar a sus hijos a estudiar a Ciudad Rodrigo o Salamanca. Se recababa su presencia para asistir a bodas, acontecimientos festivos o defunciones, pues eran muchos sus contactos y amistades por toda la zona norte extremeña, sur de Salamanca y pueblos cercanos de Portugal.  

Su predicamento, fama y reputación, se extendió por toda la Sierra de Gata, siendo muy respetado y querido por todos los vecinos de la Comarca.

Otro ascendiente de la familia de Los Porora, fue Juan García, hijo de Vicenta García, de quien hablaremos más adelante. 

Juan García estuvo casado con Cipriana de Prado. Nada más casarse con la joven acebana, se estableció en Hoyos. 

De dote, Cipriana de Prado llevó dos buenas jacas navarras, de piel fina y delgada, que daban la sensación de potentes y nervudas, originarias del pueblo de Galdeano, adquiridas en la feria de ganados de Medina del Campo. 

Los pequeños, vigorosos y fuertes caballos, tiraban de una bonita “tartana”  que le servía para trasladar pasajeros de un lugar a otro. Así podían viajar de cada pueblo hasta el ferrocarril de Cañaveral y hasta Plasencia, Cáceres o Ciudad Rodrigo.

Tanto las cañadas cordeles, veredas, descansaderos de las vías pecuarias como los caminos, troches y senderos, eran todos conocidos, palmo a palmo, por Juan García.

En no pocas ocasiones, tenía que dejar su carruaje a buen recaudo, en alguna “tená” o cobertizo de alguno de sus muchos amigos, y acercarse a las aldeas o caseríos recorriendo aquellas veredas y senderos, por donde era imposible el tránsito de las dos ruedas de su preciado carromato, para el traslado a mano o en caballería de alguna personan enferma o con necesidades por impedimentos físicos. 

Siempre se hacía acompañar por un fiel y gran mastín que, a primera vista, era manso, dócil y tranquilo, pero muy fiero cuando le caían las noches en sus largas caminatas.  “Canelo”, que así se llamaba el perro, no paraba toda la noche en dar vueltas alrededor de la carreta y de su amo, atisbando cualquier latido o movimiento, ajeno el amo a lo que el animal vigilaba. 

A veces se veía Juan García, en la necesidad de dar un descanso a sus pequeños caballos. Para ello elegía descansaderos adecuados y abrevaderos de agua limpia y fresca que él conocía perfectamente. 

También, se hacía acompañar de un brillante trabuco, traído de Venezuela por un antepasado indiano, que hubo de registrar en la comandancia de Cáceres, por ser arma de fuego. Nunca tuvo necesidad de usarlo, de lo que se jactaba, pues al ser tan conocido y valorado su quehacer diario, era muy apreciado y querido, por todas partes donde pasaba(1)

1.- Los Marialuto.  Familia extremeña de la Sierra de Gata. J.G.L.

2.- Foto. Juan García de Prado “Porora" (1873). Propiedad de Julián González Lázaro.

           

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