jueves. 28.03.2024

Sierra de Gata en la plena Edad Media (siglos XI a XIII). La repoblación y el régimen jurídico

En nuestra comarca, la repoblación, además de por la Corona, fue llevaba a cabo fundamentalmente por las órdenes de Alcántara, del Hospital y de la ciudad de Coria a través de los fueros citados en un artículo anterior: Coria, Navasfrías (1223), Salvaleón (1227), Santibáñez (¿1227?), Trevejo (1228), Villamiel (1235) y uno aún no citado: el de Villasbuenas (1256)

 

Convento de San Miguel, en San Martín de Trevejo. Dibujo de Agustín Flores
Convento de San Miguel, en San Martín de Trevejo. Dibujo de Agustín Flores

Con la toma de Alcántara en 1214 y la de Cáceres en 1227, Sierra de Gata dejó de ser territorio de frontera. Al Sur de la Sierra quedaba la Transierra (de la Sierra al Tajo) y todo lo que ya se llamaba Extremadura leonesa (desde el Tajo hasta el Sur de Cáceres). Había que repoblar tales territorios porque de ellos habían huido la mayor parte de los musulmanes.

La repoblación de la Sierra, de nuestra Sierra de Gata, no fue fácil porque al mismo tiempo se estaban repoblando la rivera del Coa (hoy territorio portugués) y las acabadas de citar Transierra y Extremadura leonesa, territorios todos de más fácil habitabilidad, lo que conllevaba ciertas dificultades para encontrar gente dispuesta a venir a vivir aquí.

En nuestra comarca, la repoblación, además de por la Corona, fue llevaba a cabo fundamentalmente por las órdenes de Alcántara, del Hospital y de la ciudad de Coria a través de los fueros citados en un artículo anterior: Coria, Navasfrías (1223), Salvaleón (1227), Santibáñez (¿1227?), Trevejo (1228), Villamiel (1235) y uno aún no citado: el de Villasbuenas (1256).

No sabemos muy bien que gentes ni en que momento vinieron a repoblar la Sierra. El fuero de Coria habla de que en ella había moros y judíos, que habían permanecido aquí después de la reconquista, quienes no tenían lo que hoy llamaríamos derechos de ciudadanía; mas, ignoramos cual era el origen de los cristianos.

El gran extremeño Roso de Luna (hoy prácticamente desconocido) citado por Sánchez Dragó “se atreve a sostener que el dialecto extremeño, con sus finales en u y sus palabras elípticas, es un bable de pura cepa”, con lo que se quiere dar a entender que esa Transierra y la Extremadura germinal, o al menos parte de ella, fue repoblada por asturianos.

Esa misma hipótesis parece confirmarse, en parte, por otros procedimientos. Del estudio de los antiguos apellidos de las gentes de Villamiel podemos inferir que esta localidad fue repoblada por coritos, es decir, por gentes que procedían del condado de Llanes, en las Asturias de Santillana. Aún hoy los asturianos y santanderinos de esa comarca reciben tal apelativo. A los villamelanos, los de los pueblos vecinos los llaman guritos sin que posiblemente sepan que ello no es más que una denominación de origen.

Si para aclararnos algo sobre el origen de quienes repoblaron estos tres pueblos nos fijamos en el habla propia de ellos, nos encontramos con opiniones para casi todos los gustos.

Unos insinúan que dada la difícil orografía los musulmanes tuvieron aquí escasa presencia por lo que se mantuvo una pequeña población hispanogoda o mozárabe cuya lengua, evolucionada, pudo ser la base de “a fala”.

Otros invitan a no olvidar que estas tierras y las próximas del hoy portugués valle del Coa fueron conquistadas y repobladas por el reino de León, “y, por consiguiente, su habla, el leonés, sería aquí implantada: siendo claro, por tanto, que su vida y su habla, nunca estuvieron bajo la influencia o dependencia de Portugal ni bajo la influencia o dependencia de Galicia”. Lo que casi con seguridad es cierto es que esta habla (el leonés) tuvo mayor extensión y que fue barrido por el castellano. Esa mayor extensión en el pasado del antiguo leonés se pone de manifiesto en el hecho de que muchos de los fenómenos lingüisticos que caracterizan al leonés se conservan en los otros pueblos de la sierra acogidos a la falda de Jálama (Villamiel y Trevejo, Hoyos, Acebo e incluso Perales).

Y vayamos a la fala, -el habla propia y diferente al castellano, al portugués y al gallego actual- de Valverde (hoy Valverde del Fresno), Eljas y San Martín de Trevejo. Hay quien opina que está relacionada con el gallego (los filólogos portugueses afirman su carácter galaico-portugués) e incluso en alguna ocasión hemos leído (sin que desgraciadamente podamos decir donde) que el mañego, habla de San Martín, es de origen lucense. Para reforzar esa hipótesis podría recordarse que en el reinado de Fruela I se asentó en el valle del Sarriá a un grupo de mozárabes muchos de los cuales procedían de la comarca de Coria; ¿fueron sus descendientes quienes siglos después y en un camino de retorno a la tierra de sus antepasados se establecieron en estas tres villas cuando fue preciso repoblarlas tras la reconquista? Para intentar aclarar la cuestión recordemos algo de historia.

El primer obispo de Ciudad Rodrigo elegido canónicamente fue don Pedro da Ponte (1173-1189), gallego, canónigo compostelano y notario del rey. El año siguiente al de su elección fue confirmado por una bula del papa Alejandro III en la que se citan, entre otros, el "monasterium de Elteios" y el "monasterium de Sancti Martini a Castaneto".

Lo de monasterio no quiere decir que aquí hubiese entonces lo que hoy consideramos como tal, sino ateniéndose al sentido etimológico (lugar donde se está solo) que allí donde la población debía ser escasa (esencialmente pastores más o menos libres) había algunos religiosos que vivían aislados, que no residían en ningún núcleo de población por el sencillo motivo de que no había poblaciones. Posiblemente ambos "monasterios" no fuesen más que eso, una iglesuca aislada y solitaria creada por un sacerdote enviado por el obispo para tratar de prestar asistencia religiosa a aquellos pastores que andaban dispersos por la sierra o cristianizarlos en el caso de que no lo fueran. Esos "monasterios" fueron la base inicial tanto o más que de la repoblación de lo que se ha dado en llamar organización social del territorio. Hoy sabemos, con certeza, que en numerosas ocasiones primero se creó una pequeña iglesia y después en torno a ella surgió un poblado.

El nombre del monasterio de Elteios creemos que es un error de transcripción y que se quiso decir Ellias, por lo que nos atrevemos a creer que se refiera a Eljas. Ese monasterio pudo estar en el paraje conocido como San Miguel, en el cercado de “El Rubio”, donde la tradición local dice haber existido un poblado, creencia que se ve confirmada por el hallazgo de sillares de muy buena calidad, fustes de columnas y un sepulcro antropomorfo; está además próximo al llamado Camino Real que une San Martín de Trevejo con Valverde del Fresno.

En cuanto al monasterium Sancti Martini a Castaneto convendría aclarar los que, en nuestro criterio, no son más que equívocos. Tradicionalmente se ha venido diciendo que esa localidad es San Martín del Castañar, hoy en la provincia de Salamanca. Creemos que no es así y en nuestra Historia de Sierra de Gata tratamos de demostrarlo.

Después de lo antedicho nuestra hipótesis sobre los tres pueblos donde se habla la fala, San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno es que los tres (Valverde cuando integró en su término a El Fresno) fueron creación de la iglesia (recordemos que El Fresno pertenecía a la Orden del Hospital y que Eljas y San Martín eran llamados monasterios en los primeros documentos en los que aparece su nombre). Debieron ser repobladas por el obispo de Ciudad Rodrigo entre los años 1174 y 1195 con gentes de origen gallego, al igual que lo fueron el limítrofe pueblo de El Payo de Valencia, Gallegos de Argañán y San Felices de los Gallegos, los tres en la actual provincia de Salamanca y diócesis de Ciudad Rodrigo.

Ahora bien, si los tres pueblos salmantinos recién citados y los tres donde hoy se habla la fala fueron todos repoblados por gallegos ¿por qué en los primeros se perdió esta lengua y se conserva en los segundos? Es sabido que "los repobladores de un mismo origen...solían llegar en grupos y permanecer agrupados creando aldeas muy próximas entre sí en las zonas de su definitivo asentamiento". Cabe pensar que San Martín de Trevejo, Eljas y El Fresno fueron creados en lugares donde no había nadie por gallegos recién llegados. Sin embargo, los gallegos llegados a El Payo, Gallegos de Argañán y San Felices de los Gallegos acaso fuesen minoritarios y tuviesen que convivir con gentes de otra procedencia. Allí donde la totalidad o la mayoría de los vecinos era de origen gallego (los tres pueblos citados de Sierra de Gata) se conservó esta lengua ya que no les era preciso aprender otra para comunicarse con los demás vecinos; donde los repobladores gallegos eran minoritarios tuvieron que aprender la lengua de quienes ya estaban allí o habían llegado de otros lugares y el gallego se perdió.

En cualquier caso, identificar "a fala" con el gallego actual es tan desmesurado como identificar el castellano con el italiano, pongamos por caso. Estos dos últimos idiomas proceden del latín, son, pues, idiomas de origen latino pero no son idénticos. "A fala", el gallego actual y el portugués actual en nuestro criterio pueden proceder del antiguo gallego, pero no son lo mismo, como no son lo mismo todos los idiomas de origen latino. En resumen: "a fala" puede que sea de origen gallego pero no es el gallego de hoy.

Algo sumamente curioso y que no sabemos como conceptuar es la abundancia en nuestra comarca de topónimos en los que predomina el origen agrícola o vegetal: Acebo, Cilleros, Valverde del Fresno, Moraleja del Peral, Perales del Puerto, Robledillo, San Martín de los Vinos (nombre por el que también fue conocido San Martín de Trevejo), Villamiel. Lo de el Peral y Perales es fácilmente explicable por la pertenencia de Moraleja a la Orden del Pereiro y la proximidad al puerto del pueblo hoy llamado de Perales; los demás ya no lo son tanto.

En estas tierras recién conquistadas, y que habían de ser repobladas y defendidas, podían darse dos situaciones:

lª. Que el terreno fuese fértil y estuviese ya relativamente poblado. Entonces era fácil encontrar gentes que a la vez que a su sustento atendiesen a la defensa del territorio que les acogía. Era el caso de la ciudad de Coria.

2ª. Que el terreno ya no fuese tan apto para la agricultura y tuviese escasa, o ninguna, población. En ese caso la gente rehuía el establecerse allí. Era el caso de la Sierra.

En el primero de los supuestos el rey, para regular la afluencia y convivencia de las gentes que ya residían allí y de las recién llegadas otorgaba un fuero extenso en el que estaban recogidos casi todos los aspectos y problemática de la vida ordinaria. Por ello Alfonso IX concedió el de Coria entre 1213 y 1220, fecha de su repoblación definitiva.

En el segundo supuesto el rey entregaba el territorio a una Orden militar y nos estamos refiriendo únicamente a nuestro ámbito geográfico fundamentalmente para su defensa. A la Orden, claro es, también le interesaba la pronta repoblación búsqueda de contribuyentes y por ello tenía a su vez que conceder otros fueros para que la gente acudiera a su territorio.

Una diferencia fundamental entre ambos tipos de fuero los de origen real y los otorgados por las Ordenes era que los primeros obligaban a los habitantes de la ciudad a asumir directamente todo lo relacionado con la defensa; en las poblaciones dependientes de las Órdenes, sus habitantes sólo estaban obligados a prestar servicios auxiliares.

Las ciudades solían tener la condición de realengas, por lo cual su fuero era otorgado por el rey, como el de Coria. Ese fuero se aplicaba a las ciudades mismas, a su término, y en parte a las aldeas dependientes de ellas. El concejo de la ciudad imponía una homologación de los pesos y medidas y nombraba los correspondientes veedores e inspectores; el mismo concejo regulaba el aprovechamiento de los pastos y los amojonamientos e incluso dirigía la repoblación del alfoz.

Los fueros de ciudades que tuvieron incidencia en Sierra de Gata fueron los de Coria y Ciudad Rodrigo.

Los pueblos de la Sierra dependientes de ciudades y los cuales por lo tanto se regían por el fuero de la respectiva ciudad, eran: Acebo, Hoyos, Perales y Eljas (dependientes de Coria) y las villas de Valdárrago, esto es: Robledillo (con Puñonrostro y Puñosa), Descargamaría y Cadalso dependientes de Ciudad Rodrigo. En esta ciudad también tenían derechos de vecindad las tres villas serranas de la encomienda de Trevejo: Trevejo, Villamiel y San Martín, ya que el fuero de Ciudad Rodrigo era supletorio del de dichas villas.

Inicialmente también fue villa realenga Salvaleón y aunque en 1221 pasó a ser una tenencia de la Orden de Alcántara mantuvo su condición original de realenga por lo que en 1227 Alfonso IX le otorgó el fuero de Coria, confirmado por Fernando III cuatro años después; dicho fuero era extensivo a las aldeas de su alfoz: Cilleros, Valverde del Fresno y posiblemente Villasbuenas.

Los fueros otorgados por las Órdenes Militares también tuvieron su importancia aquí.

La Orden de Alcántara concedía a los pueblos de ella dependientes una adaptación del primer fuero de su villa matriz. En esencia venía a ser igual al de Coria, que era supletorio de todos ellos. La diferencia estaba en que la Orden asumía en sus villas parte de las funciones regias y parte de las del concejo y se liberaba a los habitantes del servicio militar directo. Se aplicó en Salvaleón, Moraleja, Eljas, Santibáñez, Gata, Torre de don Miguel y Villasbuenas

El fuero otorgado a Coria por el rey y que tan buenos resultados había dado en la misma Coria, en Salvaleón fracasó porque ni las condiciones físicas (fertilidad del suelo) ni humanas (existencia previa de una población de cierta entidad) eran las mismas. Como quiera que Salvaleón no se acababa de poblar Alfonso X lo cedió a Alcántara en 1253 y ese mismo año la Orden le dio un nuevo fuero, modificación del de Coria; el segundo fuero de Salvaleón se aplicó en esa localidad y en las dos aldeas de su alfoz: Cilleros y Valverde del Fresno.

Sirvió de modelo para el que tres años más tarde se otorgó a Villasbuenas (1256) y después a la mayor parte de las villas de la Orden de Alcántara, aunque fue modificado parcialmente con posterioridad por las exenciones fiscales que se concedieron a Gata (1257) y Cilleros (1266) que culminaron con nuevos fueros cuando la comarca ya estaba perfectamente integrada en el reino.

Esos nuevos fueron el de Cilleros (1306) para que se “avecindase y poblase aún más”, Gata (1341) y Cadalso (1341). Hubo también localidades que aunque alcanzaron exenciones nunca lograron tener un fuero municipal propio, es decir, tener la categoría jurídica de villas; son los casos de Eljas (exenciones en 1304) y Torre de don Miguel (exenciones en 1341).

El fuero de Villasbuenas presenta algunas anomalías en cuanto al nombre y a la localización. En ocasiones se la llama simplemente Villabona y en otras Villasbuenas y casi siempre se dice que está junto a la rivera de Sourero, afluente del Eljas. En cuanto a si debe ir en singular o plural creemos derivada de sus orígenes romanos y en cierto modo irrelevante. La alusión al río Eljas confunde porque es evidente que la actual Villasbuenas está bastante lejos de ese río. El Elas era, y es frontera con Portugal; en su margen izquierda estaba Salvaleón a cuya encomienda se anexó Villasbuenas. Creemos que esa localización es uno de tantos errores geográficos como hay en las crónicas y documentos medievales. (A título de ejemplo: en una ocasión se sitúa al inconfundible Trevejo en el centro del triángulo formado por Coria, Monsanto e Idanha, cuando en cualquier mapa podemos ver que está bastante más al Norte.

Posiblemente a Trevejo se le concediera un fuero poco después de que fuera cedido por segunda vez a la Orden del Hospital (1184), pero su posterior caída en manos musulmanas hizo que parte de él se olvidara. Ese hipotético primer fuero debió posibilitar la explotación comunal de la tierra y regular en forma bastante favorable para el concejo de la villa la elección de alcaldes y los impuestos a pagar a la Orden del Hospital. Pero cuando ésta tomó plena posesión, después de 1213, no debió tener en cuenta esos elementos favorables para la villa. Los habitantes de la encomienda de Trevejo descontentos con el gobierno de la Orden del Hospital, recurrieron al rey para solventar las diferencias que el concejo de la villa tenía con la Orden. Estando en Galisteo, Alfonso IX oyó las alegaciones de unos y otros; como los de Trevejo no pudieron probar la existencia de ese fuero al que hemos aludido el rey otorgó uno nuevo (31/diciembre/1228). Para cuestiones en él no especificadas se empleaba como supletorio el de Ciudad Rodrigo; entre otras especificaciones decía que los hombres de Trevejo debían ser vasallos del Hospital, a la cual, entre otros derechos señoriales, se le reservaba la potestad de elegir dos alcaldes de la villa de entre la lista de cuatro propuesta por el concejo el cual, no obstante, podía elegir uno libremente. Inicialmente se aplicó en las tres villas de la encomienda, así como en los actuales despoblados de San Pedro, Nava del Rey (en Villamiel) y Torre la Mata (en San Martín).

Siete años más tarde (1235) y como la gente no debía acudir a repoblar la cercana heredad de Villamiel, la Orden del Hospital la entregó por documento público mediante una carta puebla a 30 vecinos los cuales se regirían por el fuero de Trevejo, aunque podrían elegir libremente dos alcaldes (los de Trevejo sólo podían elegir uno), mientras que la Orden únicamente nombraría a otro. La Orden se comprometía a dotar al pueblo de sacerdote antes de tres años y si no lo hiciera así facultaba a los nuevos villamelanos a buscárselo por su cuenta; presumiblemente debió ocurrir esto último, a través del obispo de Ciudad Rodrigo a cuya jurisdicción perteneció hasta a 1958. En esa misma carta se delimitaban los términos de Trevejo y de Villamiel y en ella aparece citados por primera vez, que sepamos, Acebo, lo que quiere decir que existía con anterioridad.

Sierra de Gata en la plena Edad Media (siglos XI a XIII). La repoblación y el régimen...