jueves. 25.04.2024

Exilio y tierra

En Alemania no hay fuego, pero hay un hombre sentando en la camilla llorando delante del televisor antes de ir a trabajar a Hamburgo, a la derecha hay dos fotos viejas, unos chicos del sesenta y poco jugando al “pinchi” en el Santo Cristo y otra con las bicis en lo que queda de la Malvana exprimida por la ignorancia en la llamas de las que aquí no se debe hablar.

En Madrid tampoco hay fuego, hay una muchacha sirviendo Paracetamol a una mujer morena mientras le tiemblan las piernas porque no soporta la morriña de no estar con los suyos y en lo suyo, que tiene nombre, apellidos, gentilicio y sufrimiento.

Y hoy es fiesta sí, y ayer demostrasteis la libertad rural, la unión de vidas, las palabras bonitas, pero eso también se demuestra en la oscuridad, se demuestra en el pastor que lleva las ovejas a sobrero a las siete de la mañana, en el bombero envuelto en ceniza en un infierno terrenal, en el obrero que madruga para picar piedra en el andamio, en el chaval que va al instituto a forjase un futuro, para nosotros, sí, para la Sierra. Porque ese pastor, ese obrero, ese bombero, y ese niño, eso es Valverde.

Y somos también manías, y sol, y viento, somos pasado pero también seremos futuro. Somos humildad obrera y felicidad instantánea. Los que estamos aquí pensamos en las madres que se levantan para hacer el desayuno, llevan al niño al colegio de la avenida, se van a trabajar y luego vuelven para preparar la casa. Valverde y el autónomo exprimido por los que no son como nosotros, que luchan con las facturas para llegar a fin de mes, el anciano apurando la pensión y los años, la abuela recordando. Eso es.

Valverde es el verde de la sierra y “A fala” pero también es Alemania, Madrid, País Vasco, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Barcelona, toda esa gente que se fue para buscar un futuro y se dejaron medio corazón en la carretera.

Valverde sois vosotros. Desde los aplausos en la verbena hasta el puré de un anciano de la posguerra en la residencia de la divisiña.

Y ahora voy a decir adiós, porque Valverde por desgracia a veces también es eso. Adioses dolorosos y felicidad en el valle.

Eso sí, con unión y humildad.

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Exilio y tierra