sábado. 20.04.2024

¿Molinos de viento o molinos al viento?

Hace unos años, tres o cuatro, algunos alcaldes de nuestra comarca estaban alborozados porque les habían dicho que en su término municipal iban a instalar aerogeneradores. Se las prometían felices porque iban a percibir buenos ingresos de ellos, vía impuestos, y a la vez se iban a crear numerosos puestos de trabajo.

Hace unos años, tres o cuatro, algunos alcaldes de nuestra comarca estaban alborozados porque les habían dicho que en su término municipal iban a instalar aerogeneradores. Se las prometían felices porque iban a percibir buenos ingresos de ellos, vía impuestos, y a la vez se iban a crear numerosos puestos de trabajo.

Casi de inmediato surgió la oposición de los trogloditas o lo que es lo mismo de los ecologistas de salón, que no viven en la Sierra y que por ningún concepto están dispuestos a renunciar a los beneficios de la modernidad en las ciudades donde residen. ¡Qué no, qué no, que los molinos únicamente son beneficiosos para los de siempre: los terratenientes dueños de las fincan donde se instalarán, que matan al pájaro emigrante (sobre todo al grande) y que sobre todo afean el paisaje!, decían.

Tengo mis dudas de que el pájaro choque y se descalabre con las aspas de tales molinos porque siempre he oído decir que los pájaros tienen una vista excelente y es un tópico lo de su agudeza visual; a lo peor ocurre que los pájaros de ahora ven menos que los de antes y por eso existe el peligro de que se maten en el choque. Pero, como no estoy seguro, ni afirmo ni niego la peligrosidad de los aerogeneradores para las aves, aunque me temo que los urbanitas que vienen a nuestros pueblos en plan Indiana Jones me tachen de paleto, pueblerino e ignorante por ello. Si es así, a mucha honra. Lo único que les pido es que si ellos quieren alumbrarse con el último modelo de lámparas led que no me obliguen a mí a seguir usando el candil.

Lo de que afean el paisaje es más discutible porque cualquier cuestión estética lo es. Estoy enamorado –al igual que Botticelli- de Simoneta Vespucci, estoy tan enamorado de Lucrezia Panciatichi como el Bronzino, me puedo pasar horas en el museo del Prado ante Lucía Ribera a quien su padre representó como Magdalena, me gusta ir a comer a un restaurante de nuestra comarca porque allí hay una camarera muy guapa aunque Sara Fontán, la jefa de estas páginas, se ría de mí y me tome el pelo. Sin embargo, la pavisosa Gioconda del Louvre me deja indiferente (me gusta más la nuestra, la del Prado); otro tanto me ocurre con algunas modelos y actrices de fama mundial. Es decir, en cuestión de gustos –incluido el paisaje- no hay verdades de fe.

En esto del paisaje ocurren además cosas anómalas. Si a cualquiera nos preguntan cual es el elemento característico y distintivo del paisaje de La Mancha todos diremos al unísono: los molinos de viento. A la hora de la verdad podemos recorrer cientos de kilómetros por las carreteras manchegas y no ver ni uno, pero así y todo seguiremos diciendo que son lo que predomina en el paisaje. Todos hemos oído hablar -e incluso alguno puede que la haya leído- de la aventura de don Quijote con los susodichos molinos. ¿Tan loco estaba el viejo hidalgo para confundirlos? Pues no. No estaba más loco respecto a ellos que alguno de nosotros respecto a los aerogeneradores. Cuando Cervantes escribió el Quijote los molinos de viento hacía menos de cincuenta años que estaban instalados en La Mancha. Según nos dice el mismo Cervantes el bueno de Alonso Quijano no había salido jamás de su pueblo. Por eso, cuando vio algo anómalo y para él tan novedoso como los molinos, los confundió e intentó algo tan aparentemente razonable como lo que quieren los pseudo-ecologistas de hoy: hacerlos desaparecer.

Hace tiempo que no oigo hablar de los aerogeneradores. ¿Se han ido al viento? No lo sé. Lo que si pediría a los ecologistas de salón es que cuando se vuelva a hablar de ellos sean razonables y no se dejen llevar por opiniones científicas no contrastadas y mucho menos, aún, por sus gustos estéticos. Que recuerden que a don Quijote tampoco le gustaban y hoy son los elementos más distintivos del paisaje manchego. Tales aerogeneradores, tales molinos nunca nos vendrían mal.

¿Molinos de viento o molinos al viento?