sábado. 20.04.2024

Ausencias. Margaret Tatcher

Días de dolor y llanto son estos que nos han precedido donde se nos ha hecho denotar la pérdida y el adiós de grandes artistas de la escena política y, sobre todo, del cine y la literatura. Artista que ha dejado una estela de amor y odio, como sucede con todo lo que sobresale del espacio de actuación considerado dentro de la normalidad.

El espacio político perdió hace tiempo a una de sus figuras estelares, que el día 8 de abril certificó su desaparición del todo, la que fuera Primera Ministra británica, Margaret Tatcher.

La reacción de la prensa opositora no se hizo esperar y la BBC colocó en antena el programa “Ding dong! The wichs is dead” (¡Ding dong!, la bruja ha muerto), tema musical de la película “El mago de Hoz”, que se ha convertido en la banda sonora de las fiestas callejeras anti-Tatcher, lo que provocó una reacción de toda la prensa conservadora contra todo aquel y todo aquello que se atreva a criticar a la conocida como “Dama de Hierro”. 

La demanda de acciones positivas, ha llegado hasta España en forma de poner su nombre a una de las calles de la capital. Propuesta que, parece ser, sigue adelante a pesar de la avalancha de críticas de la oposición progresista, que se excusa explicando, a todo aquel que les quiera escuchar, que nada tiene que ver aquella dicha dama con esta nombrada capital del reino, que es Madrid, sino es para politizar el callejero. 

Fue esto algo así como ocurrió, Dios salve las distancias, con "God Save the Queen" (Dios salve a la Reina), (1977), segundo sencillo de los Sex Pistols que fue considerado como un ataque directo a la corona británica por cambiar la letra del himno nacional británico, esto en España no puede ocurrir, en el sentido de “Dios salve a la Reina y a su gobierno fascista, te han convertido en un idiota, una potente bomba de hidrógeno”, a lo que añadieron: “No hay futuro en el sueño de Inglaterra”, y remataron cambiando palabra “Save” (Salve) por “Shave” (Afeitar). Cosinas lus pelandruscus. 

Como decía al principio, este tipo de líderes sociales, que forman ya parte de la historia, generan todo tipo de desafecciones y adhesiones. Añado entre los primeros, por seguir con los temas musicales, uno que saltó a la prensa dicho por el lider del grupo The Cure: “Mujer soberbia y tonta, siendo el suyo el peor gobierno inglés de todo el siglo XX. Destruyó a todas las clases sociales”, mientras que Ana Botella, alcaldesa de Madrid, dice que “fue una inspiración para las mujeres” y, por eso, le dedicará una calle. 

Hay que añadir, en honor y méritos de la Alcaldesa, que también se incorporaran al callejero de Madrid los nombres del escritor José Luis Sanpedro y de la actriz Sara Montiel, no he oído nada sobre el director de cine Bigas Luna. Todos ellos fallecidos en estos días y de los que hablaré en su momento.

Para muchos Margaret Tatcher colocó al Reino Unido, como referente mundial, a la altura de una potencia económica e introdujo un nuevo modelo político y económico. 

Supo valorar la iniciativa personal por encima de la colectiva –dicen-, basándose en la idea de que lo primero era el bienestar individual propio y de la familia y luego el de la sociedad en general. Mantenía que el camino para cambiar el Reino debía partir de la economía pero el objetivo final era cambiar el corazón y el alma de las personas. 

En el ámbito internacional se la consideraba una gran aliada de la política de Estados Unidos de América del Norte y pieza clave del final de la confrontación pública entre el comunismo y el capitalismo que protagonizaban Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan, respectivamente. 

Lideresa de rápida resolución a la hora de afrontar la guerra contra Argentina, por las Islas Malvinas. En política nacional, todos los comentarios favorables, aplauden el desmantelamiento y pérdida de poder del entonces potente sindicalismo británico.

Eso mismo es lo que critican sus adversarios políticos. Aplauden estos el hecho de que haya sido la primera mujer que ha ocupado el puesto de Primera Ministra, en unas Islas donde ya la corona es portada por una mujer, pero inmediatamente entran a la carga acusándola de poner en marcha un programa de política económica salvaje, privatizándolo todo, recortando los gastos sociales y las subvenciones, deteriorando la sanidad, la educación y el transporte, públicos, subiendo exageradamente los impuestos y enfrentándose a los mineros y los sindicatos, aplastando a los primeros y difuminando a los segundos. 

La potenciación del individualismo frente al colectivismo y el éxito en la Guerra de las Malvinas, que aplauden sus seguidores, es también rebatido por sus adversarios políticos, que defienden el colectivismo como protección de las clases menos pudientes y minimizan el éxito de las Malvinas aludiendo a los miles de muertos que quedaron en el campo de batalla, echando de menos una ofensiva diplomática que la hubiese evitado.

Consecuencia de estas políticas, añaden, fue la multiplicación del paro, la eminente pobreza, el malestar social, la división del país y el deterioro creciente de los servicios públicos. 

Tan amigos como somos de echar la culpa al pasado de todos los males presentes, la política de Margaret Tatcher tampoco aguantó el embate, haciéndola responsable de la actual situación política y económica del Reino Unido por los recortes que se llevaron acabo durante su mandato, sobre todo en la cosa pública. 

Esto último si que es un aviso a navegantes intrépidos en el sentido de que, ciertas intervenciones y extirpaciones quirúrgicas, pueden llevarnos, no a una salida exitosa de la crisis, sino a un aumento del paro, a la avocación de miles de personas a una situación de miseria y marginación y a una mayor división de clases entre ricos y pobres. Situaciones estas evitables, no sea que luego no sepamos, no podamos o no nos dejen salir, a no ser que, como la Dama, piensen los mandatarios políticos sea el precio que los trabajadores hemos de pagar.

Sin embargo me resisto a creer que Margaret Tatcher, como dicen algunos de ella, fuese una activista contra la creación de la Unión Europea, siendo mujer de fuertes convicciones y de firma en el Acta Única, pidiendo soberanía para esta idea. 

Más bien, por ese sentido de lealtad que le animaba permanentemente, se sobrepasara en defender los intereses de los Estados Unidos de América, como más adelante lo hicieran Duräo Barroso, Tony Blair y José María Aznar con George Bush, en la Cumbre de las Azores para, con los pies sobre la mesa, firmar aquello de Iraq y las armas de destrucción masiva. En un momento en que se disparan las críticas ácidas, atendiendo a su deseo de no tener un funeral de Estado por el carácter polémico de su figura política. Ahora yo creo que es momento de mostrar respeto por Margaret Tatcher. En otra ocasión hablaremos de política.

Ausencias. Margaret Tatcher