viernes. 19.04.2024

La aportación de los extremeños al urbanismo español de los siglos XX y XXI

La Extremadura de los dos primeros tercios del siglo XX era una región eminentemente agrícola, en la que el analfabetismo imperaba en la mayor parte del territorio y donde el caciquismo imponía su ley en todos los rincones.

La Extremadura de los dos primeros tercios del siglo XX era una región eminentemente agrícola, en la que el analfabetismo imperaba en la mayor parte del territorio y donde el caciquismo imponía su ley en todos los rincones. Será a finales de la década de los años cincuenta cuando debido a las necesidades económicas e industriales del país se inicie un proceso migratorio que dura hasta nuestros días y en el que alrededor de un millón de extremeños abandonarán la Región para integrarse en los diferentes procesos industriales que se estaban poniendo en marcha en las tradicionales zonas industriales y económicas del Estado Español.

Esa inmigración llevó aparejada el desembarco masivo de miles de extremeños en la periferia de esas grandes ciudades españolas; ciudades que necesitaban de esa mano de obra barata no cualificada, pero en las que nadie había puesto los medios para que fuesen acogidos dignamente, es por ello por lo que la mayor parte de ellos se distribuyeron por los pueblos de la periferia aprovechando los bajos costes de las viviendas. Pueblos que crecieron de manera desordenada, carentes de servicios y prestaciones, mal comunicados y en los que las necesidades estuvieron, hasta hace unas décadas, a la orden del día.

Es en esas fechas, principios de la década de los sesenta, hasta mediados de la década de los setenta, cuando se acuñen términos despectivos tales como: coreano, charnego, maketo o simplemente paleto; para denominar a unos individuos que tan sólo buscaban mejorar su calidad de vida y la de los suyos y cuya cultura chocaba con la de los que les recibían.

Esos pequeños núcleos rurales o semiurbanos que los acogieron se convertirán con el tiempo en grandes ciudades dormitorios. Urbes creadas de la nada gracias a la constancia y a la dedicación estoica de muchos de esos extremeños que dejaron su tierra en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo. Esas ciudades han sido posibles, no sólo a la presencia de miles de extremeños, sino a su deseo de desarrollarse en ellas, ellos y sus familiares; invirtiendo en las mismas los exiguos ahorros que les sobraban de unos salarios obtenidos en unos trabajos que nadie quería; dándoles de esa manera una vida y un potencial de crecimiento a unos núcleos urbanos que en muchos casos tenían menos población que los de donde ellos procedían.

Ese deseo de permanecer en esas localidades de acogida y la de concebir a Extremadura como una opción secundaria, reservándola tan sólo para el caso de un retorno obligado, es lo que posibilitó la consolidación de esas grandes ciudades periféricas españolas del actual siglo XXI como son: Alcorcón, Getafe, Coslada, Fuenlabrada, Rosas, Vic, Sabadell, Hospitalet, Hernani, Martutene, Rentería, Pasajes, etc…..

Desgraciadamente ese esfuerzo titánico que hicieron miles de familias extremeñas jamás ha sido reconocido y puesto en valor, ni desde las localidades que ayudaron a crear y a crecer, ni desde los Organismos Oficiales de Extremadura.

La aportación de los extremeños al urbanismo español de los siglos XX y XXI