jueves. 25.04.2024

La izquierda desfondada

Los resultados de las elecciones autonómicas gallegas nos han revelado un astuto, cuando no hábil pícaro-picarón, Alberto Nuñez Feijoo que supo convocar unas elecciones, como debe hacer todo buen líder que gobierna, para ganarlas.

Los resultados de las elecciones autonómicas gallegas nos han revelado un astuto, cuando no hábil pícaro-picarón, Alberto Nuñez Feijoo que supo convocar unas elecciones, como debe hacer todo buen líder que gobierna, para ganarlas. En el plato opuesto de la balanza se sitúa Patxi López quien, poco informado, mal aconsejado y peor recomendado, se convirtió en el gran derrotado de la triste, para él y su familia política, noche electoral.

Una pérdida de nueve parlamentarios que se agrava, más si cabe, con el revolcón sufrido por su compañero de partido Pachi Vázquez que, como si de un gesto solidario con aquel se tratara, perdió siete diputados autonómicos.

Si como parece las elecciones catalanas convalidan estos resultados, dando una mayoría clara al soberanismo, podemos decir, sin tapujos pero con preocupación, que nos encontramos ante una izquierda socialista, no nacionalista, atascada, empantanada y un tanto desfondada y a una derecha desbordada política, social y económicamente.

Una izquierda que debe pegarse a la calle y acercarse a los problemas reales de la sociedad a los que sólo ve a través del espejo de su propia situación particular y de las divisiones internas en la lucha por la recuperación del poder perdido. Es cierto que sin poder es difícil transformar la sociedad, pero para recuperarlo es preciso luchar desde la aceptación colectiva de la realidad social y el desprendimiento de los apremios individuales.

Un socialismo incapaz de ponerse al lado del malestar social originado por la crisis económica generada por el mercado financiero, al que cada movimiento político le pilla el paso cambiado, como si de un alumno despistado en el aula ante las explicaciones del profesor, se tratara, no puede generar la confianza, ni la credibilidad, de una ciudadanía escarmentada que del agua caliente huye.

No son normales las explicaciones del socialismo catalán, completamente fuera de juego, ante la deriva soberanista, como no lo son las de los socialistas gallegos sorprendidos por la convocatoria anticipada de elecciones autonómicas.

Que te sorprenda una reivindicación catalanista que comenzó en 1714 y que se tornó en deriva soberanista en 1901, es cuando menos, permítanme una redundancia de estupefacción, sorprendente. Porque esto no sólo ha permitido ver un partido socialista enredado entre las dudas sobre la soberanía plena, la autonomía o el federalismo sino percibir un partido que está así, enmarañado, y está confusión lo es no sólo para extraños sino también, y no sé lo que es peor, para propios y todo ello transmite una debilidad tal que crecen los enemigos fuera y los adversarios dentro.

Pensar, como parece que pensó Pachi Vázquez, que Feijoo iba a llevar su gobierno por la legislatura completa en tiempos de tormentas y torbellinos, con previsión de huracanes, es cuando menos ingenuo, y menos mal que el Prestige hizo aparición en mitad de la campaña.

Que tengas que pedir perdón por no darte cuenta de que existía una ley de 1909 para el cobro de crédito es loable, pero llega después de que se hayan ejecutado 350.000 hipotecas y que un informe encargado por el Consejo General del Poder judicial revele que hay “mala praxis de las entidades bancarias”.

No solo continúa la burbuja inmobiliaria sino que además aumenta el número de familias que tras haber perdido su vivienda tienen que seguir pagando la hipoteca. Los bancos se quedan con el dinero abonado hasta la fecha cruel, también con el aval, ponen la vivienda embargada en venta y siguen cobrando la deuda. Negocio redondo donde los haya.

Es lógica las desconfianza de los ciudadanos y ciudadanas ante una izquierda perdida en la travesía del desierto, tanto más como entretenida en sus propios líos, que desatiende los problemas reales de una ciudadanía que se está consumiendo entre unos recortes sociales y salariales que la están sumiendo en el paro, la miseria e, incluso, en la indigencia, en un continuo e injustificado ataque permanente a la clase media.

El socialismo español parece haber amarrado el barco y anclado sus ideas, aunque no haya tirado la toalla, en el complejo a la herencia de la última etapa del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aumentada y bien difundida en sentido peyorativo, por el estudiado marketing de los populares, dejada su suerte en la esperanza de que las medidas del actual gobierno actúen de boomerang, sin darse cuenta de que la ciudadanía pide que se le dedique el suficiente tiempo de una alternativa a la que agarrarse llegado el momento.

Una futurible alternancia que sugiera, en el presente, protección individual y apoyo colectivo contra las embestidas a los derechos adquiridos por los trabajadores y la histórica lucha obrera, que nada tienen que ver con la crisis económica provocada por el crac del sistema capitalista y la recesión de los mercados financieros.

Que me dediquen un movimiento o, al menos, un minuto, decía el poeta, porque sino, y está ocurriendo, la voracidad de estos mercados acabarán confundiendo interesadamente la crisis económica con una crisis política y la parsimonia será sobrepasada por la velocidad de vértigo con la que suceden los acontecimientos.

Esto es lo que ha significado tanto el 15M o el 25S a nivel nacional, como La Alternativa Galega de Ezquerda en ese país. Si bien la primera un tanto desorganizada y sin líderes claros, la segunda bien armada en torno a Xosé Manuel Beiras y ambas ofreciéndose como agarre de clavo ardiendo en tiempos difíciles.

Porque no toda la izquierda está desfondada. Véase el avance de esta Alternativa Galega de Ezquerda o de la izquierda abertzale en Euzkadi de la mano de HB Bildu, sobre todo, o con matices del propio Bloque Nacionalista Galego, todos ellos aferrados a las reivindicaciones exigentes del momento, sin eufemismos, con mensajes directos y claros, creíbles, audaces e, incluso, anticapitalistas y, en todo caso, propios de la situación de emergencia que percibe la calle ante el estado de retroceso socioeconómico, sociocultural y sociopolítico.

Cuando el 61,8 % de las personas y el 60,3 % de los hogares dicen tener dificultad para llegar a fin de mes; cuando el 21,1% de la población residente en España se encuentra por debajo del umbral de pobreza, es preocupante que las primeras voces autorizadas del socialismo actual hayan salido del silencio voluntario no para pedir un cambio ideológico en la forma de hacer política, no para reclamar una reflexión profunda sobre el camino a seguir, sino para exigir un cambio de líder y, lo que es peor, confundidos como moscas atrapadas en la tela de araña de las reivindicaciones nacionalistas.

Los parados que aguardan en la cola del Instituto Nacional de Empleo, que alcanzan el número de 5.778.100; los desesperados que acuden a los comedores comunitarios o hurgan en los contenedores de los supermercados, no hacen otra cosa sino pensar en el cambio de líder de los socialistas y en los planteamientos nacionalistas de catalanes y vascos. Por eso, porque no se votaban directamente ninguna de estas dos cosas, se han abstenido gallegos y vascos en las últimas elecciones autonómicas.

De la acción-reflexión-acción marxistas se ha pasado ahora a un simplismo que puede caer en la tentación de resumirse en “quítate tu que me pongo yo para hacer lo que tu, pero yo”, dejando en un confuso interrogante si esto será mejor o peor o, como decía mi abuela, en un arriesgado todo depende de lo que pase después.

Bien es verdad que, al día siguiente, rectificaron como sabios y añadieron que se trataba de un “liderazgo de ideas” y que “lo que menos necesita el socialismo es un conflicto interno”, reclamando un debate de ideas y reconociendo que los problemas son muchos, pero la mecha ya está encendida. Para mi humilde forma de entender las cosas, repito, son muchos menos importantes estos problemas internos que los que en estos momentos tiene la sociedad y de los que los ciudadanos y ciudadanas estamos aguantando por culpa de crisis ajena.

El debate del socialismo español pasa por levantar la alfombra y desempolvar el discurso interno, aventados los fantasmas, que permita dotar sus estructuras de más democracia y más participación, poniendo en marcha de forma decidida y veraz las consabidas recetas de elecciones primarias, limitación de mandatos y listas abiertas al tiempo que debe buscar la complicidad con la ciudadanía, aliándose abiertamente con sus demandas y reivindicaciones. Porque estos ciudadanos y ciudadanas no son otros que sus propios militantes, simpatizantes y votantes.

Diez meses es tiempo suficiente para irse desprendiendo de cargas pasadas y afrontar con altivez y orgullo un futuro reparador y esperanzador que consiga un equilibrio de fuerzas entre las opciones progresistas y conservadoras, necesario para seguir ahondando en esta democracia que instauramos, entre todos, antesdeayer.

Con las encuestas del Instituto Nacional de Estadística y del Instituto de Estadística de Extremadura sobre el segundo trimestre de 2012 y con lo oído en el debate sobre los presupuestos para 2013, los analistas políticos dicen no ver con claridad datos que nos permitan avanzar unas previsiones económicas positivas para el crecimiento y el empleo, sino muy al contrario perciben una continua recesión que nos lleva al huracán que previa el sabiamente asesorado Feijoo.

La demanda de productos y el gasto de las familias seguirá cayendo ante unos menores ingresos, el desempleo aumentará ante la falta de inversión pública y privada, la nula inclusión de factores de crecimiento en los presupuestos nacionales y autonómicos y la persistencia de los bancos a no conceder préstamos a las empresas y a los emprendedores, algún día nos explicarán el por qué, no sólo evitarán que aparezcan nuevos negocios sino que complica a los que subsisten.

Por lo que se ve, no hay leyes que paren esto, no porque escaseen los legisladores sino porque los políticos responsables miran a la cumbre de Jálama como si todo se les hubiese ido de las manos…, y los curas siguen sin arremangarse la sotana.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

La izquierda desfondada