viernes. 29.03.2024

La Merkel aprieta y se ahoga

 Ni a Barroso ni a la Merkel le salen las cuentas del crecimiento del que, según los especialistas, no se ve atisbo de él en el horizonte próximo y, me imagino, seguirá aumentando el paro y el empobrecimiento paulatino de las familias

Estaba yo tranquilamente leyendo el primer libro de relatos de María Nieves Sánchez, “Tenemos que hablar”, que se presentará en breve, cuando una cadena de radio emite las últimas noticias sobre el menor crecimiento de la economía alemana que, aseguran, han obligado a Ángela Merkel y a su gobierno a lanzar duras críticas sobre la gestión de la crisis por parte de la Comisión Europea y de su Presidente José Manuel Barroso.

Uno no deja de sorprenderse en este tema de la economía de la zona €uro, pero que sea Berlín quien diga a Bruselas que está llevando a cabo una gestión de la crisis plagada de errores, cuando ha sido esta la voz de su amo, es cuando menos inquietante. En castellano castizo diríamos que la Merkel tira piedras y esconde la mano.

Digo que es inquietante no porque Alemania venga a decir ahora que la forma de abordar la crisis económica, por parte de la Comisión Europea, está equivocada, sino porque es una respuesta política a la crítica por parte del Presidente Barroso a la política de austeridad y recortes inspirada por los gobernantes alemanes, que son los que mandan. 

Esto es, uno critica al otro y el otro al uno dados los desastrosos datos divulgados por la oficina de estadística de la Unión Europea, por los que conocemos que la economía de la zona €uro retrocedió un 0,2% en el primer trimestre del año, con recesión incluida de Francia y un menor crecimiento de Alemania, impulsora de estas políticas económicas, la que añade en su agenda inmediata la convocatoria de elecciones. 

 Ni a Barroso ni a la Merkel le salen las cuentas del crecimiento del que, según los especialistas, no se ve atisbo de él en el horizonte próximo y, me imagino, seguirá aumentando el paro y el empobrecimiento paulatino de las familias.

Pero lo más importante, para la santa paciencia de los ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea, es que, a juicio del que suscribe, ambas están equivocadas. Lo venimos diciendo reiteradamente desde las páginas de este periódico. No porque tengamos puesta en marcha la bola de cristal, ni porque hayamos pagado 143.000 €uros a una inspirada pitonisa de la feria de abril, sino porque los expertos, del otro lado del universo económico, aseguran que, en el peor de los casos, no se puede salir de la crisis económica  sin estímulos al crecimiento, al consumo y sin un claro apoyo a la población en dificultades y, en el mejor de los casos, si esta salida sucediese sería muy tarde y con las familias muy castigadas en sus economías domésticas.

El viejo continente no puede caer en el antiguo error de la superioridad arropada en el orgullo de la añeja historia y cerrar los ojos a lo que está sucediendo allende los mares. 

Si Japón crece un 0,9%, a principios del 2013, y sus exportaciones un 4%, si los Estados Unidos de América del Norte también muestran una economía en crecimiento (0,6%), hay unas asignaturas que permiten la comparación y, en ella, ajustar los objetivos y fines de aquellas a los propuestos por estos.

En claro contraste con las medidas inspiradas por el eje Berlín-Bruselas, los bancos centrales de EE.UU y de Japón están inyectando dinero, compran títulos, deuda, bonos públicos y títulos privados para evitar la actuación de los especuladores, han multiplicado la inversión pública para paliar la falta de inversión privada y favorecer  nuevos puestos de trabajo, lo que les ha permitido pasar de la recesión al crecimiento. 

Japón ha depreciado el yen, algo que aconsejaron muchos expertos europeos con respecto al €uro, haciendo más competitivas sus empresas. Si se hubiese depreciado la moneda europea se habría estimulado el turismo y la demanda interna. Curiosamente Japón ha aumentado las exportaciones y también las importaciones contradiciendo a los expertos europeos que auguraban que la depreciación las frenaría, algo que está sucediendo con las últimas, al encarecerse.

Yo no sé si estas medidas serán resolutorias a largo plazo para sacar a estos países definitivamente de la crisis, pero de momento están paliando la angustia de las familias y generando confianza entre trabajadores y empresarios, algo que no sucede por estos lares donde la oscuridad del túnel no acierta a dejar ver la luz que señale la salida airosa de esta penuria económica.

Los análisis de los últimos días son pesimistas sobre una recuperación económica a corto plazo ya que, muy al contrario, anuncian como Europa se sume en la recesión más larga desde que se instauró el €uro como moneda única y manifiestan su preocupación por la posibilidad de decrecimiento de la economía Alemana, la situación Francesa y la gran caída de España e Italia. 

En realidad, tomando la recesión de la zona €uro en una preocupante media negativa de -0,7%, Finlandia, Holanda, República Checa, Grecia, Chipre, Portugal y, las ya nombradas, Italia y España estarían por debajo de esa media y los demás, aunque por encima de la mentada media, también en claro estancamiento o recesión. 

Sin embargo desde Bruselas siguen insistiendo en el control presupuestario y desde Berlín en la austeridad, los recortes y la presión a España para que continúe con las reformas. El eje Berlín-Bruselas quiere convocar una cumbre de ministros de empleo alarmado por el alto paro juvenil, sobre el que proponen un plan de prejubilaciones anticipadas, en el convencimiento de que los jóvenes generarán más consumo. Tantas vueltas, tanta gente dedicada a esto, tanto dolor en el camino, para llegar al mismo punto de partida.

Mientras tanto los políticos españoles se entretienen con asuntos internos de sus partidos, en consultas atemporales, en leyes educativas ideológicas, en falsas discrepancias, en privatizaciones interesadas y en frases ocurrentes sin que se atisbe el pacto social que solicita el saber popular y un cambio de política por el desarrollo y el crecimiento frente a la austeridad y los recortes que nos están llevando a una profunda recesión.

El tiempo pondrá a cada uno en su sitio, aunque para entonces la ocurrencia de cien frases, con un concienzudo estudio de marketing desde las fundaciones creadas al efecto,  nos asegurarán, en plena convicción, que donde dije, digo lo que dije es Diego. Qué Dios nos coja confesados.

La Merkel aprieta y se ahoga