martes. 23.04.2024

Que abarate el pan

Tuve yo una vecina en el pueblo que salía al balcón de la casa y, a voz en grito, repetía como una letanía, para todo el que le quería escuchar: “¡qué abarate el pan, qué abarate el pan!”, como si aquel fuera una de las quejas que, en los finales de los años sesenta, lanzara la clase trabajadora ante los abusos de los señorones, propietarios de las tierras y, por tanto, de los medios rurales de producción.

Era la reivindicación de esta ciudadana, sin proponérselo, una propuesta de solución a los bajos salarios, llevaderos siempre que los productos básicos y de primera necesidad se puedan adquirir a un precio asequible, algo que no ocurría.

Eran tiempos aquellos en que se pagaba la iguala al médico, no teníamos ni centros de salud ni ambulatorios; el hospital más cercano estaba en Cáceres; los especialistas, de pago, en Ciudad Rodrigo; las embarazadas tenían a sus hijos en la Casa de la Madre. Los Centros de Cultura podíamos verlos en el canal de la Tv 2, que por cierto tardó lo suyo en llegar a la Sierra; los Centros de Mayores eran la intemperie de las explanadas de las plazas, en los duros asientos de piedra que tanto acumulaban el frío como el calor. Los estudiantes, desde los once años, marchaban a Coria y, una vez abierta la Universidad, a Cáceres y Badajoz, para vestirse la negra capa de tunantes. Fueron tiempos de pinos en sembradura para ruina de ganados y ganaderos, abandonados los corrales.

Ante aquel lamento obrero, se alza ahora ostentoso el bramido del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya voz de mando, clama por que se abarate el despido y se abaraten los sueldos en España.

Tan sólo han pasado unos días desde que el propio Fondo lanzara un mea culpa por la política de recortes y austeridad, impuestos a Grecia, cuando pretende aplicar la misma política de abaratamiento de costes económicos y despidos en España, frenando de nuevo el crecimiento. Estas mismas políticas de recortes y austeridad han endeudado todavía más el país heleno, colocándolo en situación de quiebra técnica.

 Aún resuenan los ecos por los recodos de la Sierra de la campaña de inyección de optimismo, lanzada por el Gobierno de España. Todos y todas hemos oído el “ya ha pasado lo peor” y “el se ve una luz clara al final del túnel”. En lugar de entrever una capacidad inversora en la Unión Europea, para fomentar el empleo juvenil, lo que vemos es otra reforma laboral donde unos dan el palo y otros ponemos la cabeza.  Ahora el Gobierno de España pretende quitarse el sonrojo originado por el tirón de orejas del FMI, con la presentación precipitada del borrador de Reforma de la Administración Pública. Ya veremos por dónde y cuánto sale esto último. 

Todavía no se ha debatido en el Parlamento español el borrador de acuerdo para el pacto, firmado en principio por el Partido Popular y el principal partido de la oposición, donde parecía que pretendían arrinconar las políticas de austeridad y recorte, cuando los mismos economistas de siempre afirman que sólo puede conseguirse el objetivo de reducir el nivel de desempleo, abaratando todavía más el despido y facilitando una rebaja sustancial de los salarios. 

Esto es, si me permiten ustedes la licencia, como volver a los tiempos en que se trabajaba el mes entero por un cántaro de aceite y la seguridad social y el seguro de desempleo corrían a cargo de los Socorros Mutuos.

Lo que más me llama la atención es la rapidez con que Unión Europea y Gobierno de España se ponen de acuerdo. Cuando uno habla el otro parece tener preparada la respuesta. Así si los dirigentes políticos españoles dicen que hace falta una vuelta de tuerca a la reforma laboral, los economistas de la Unión Europea piden una nueva reforma laboral. Si en España se pide moderación salarial los otros dicen abaratamiento de los salarios. Si aquí se habla de organizar las pensiones, allí se da el visto bueno. 

Vamos, que hay buen entendimiento España-Europa y eso rompe un poco las opiniones vertidas, cuando algo va mal, de que la culpa la tiene Europa por hacer caso exclusivo a Alemania y que nosotros somos unos mandados. 

Qué casualidad que justo en el momento en que el Fondo Monetario Internacional entrega un resumen con una serie de propuestas, en espera del informe anual final sobre la economía española, el Gobierno de España presenta su “Reforma de las Administraciones Públicas”, del que se ha editado una especie de resumen de 253 páginas, del que hablaremos en el próximo número.

El Fondo monetario Internacional vuelve a insistir en la aplicación de una reforma mayor del mercado laboral con la disculpa de que ello generará empleo, cuando sabemos que lo que está originando es decrecimiento económico y, por tanto, perdidas progresivas de empleo. Piden, sin recato, un aumento del contrato eventual en detrimento del indefinido, para crear, supongo, empleos más baratos y de baja calidad y, por si esto fuera poco, que se adecuen las leyes para comprimir las posibilidades de interpretación judicial a favor de los despedidos. Esto último cierra todas las puertas a los trabajadores despedidos que, estando en esa situación, sólo les queda la esperanza en la justicia. 

Para ello, dicen, es necesaria la complicidad de los sindicatos que deben aceptar las moderaciones salariales a cambio de reducciones en la cotización a la seguridad social. Hasta cuando nos dan nos quitan, y, como no se fían ni del Gobierno, piden la creación de una “comisión de crecimiento independiente”, cuya independencia, aviso por anticipado, será veraz cuando sus miembros sean economista de su misma escuela.

 Por fin defienden la refinanciación y reestructuración de las empresas viables. No sé debe tomar como una perogrullada, ya que a las empresas sanas no se les renueva  el crédito, dejando que se ahoguen en la falta de liquidez económica. A la banca le pide que sanee su capital con la venta de activos deteriorados y que se mantenga la opción de un nuevo rescate. Nada de penalización, de impuestos en tiempos de crisis, de recorte en las ganancias… Ni una mención al gran capital, a las grandes fortunas, a la evasión de capitales…¿Qué tendrán ellos que no tenemos los trabajadores?.

Pero el crédito no fluye, a pesar del primer rescate, y no hay manera de que soliciten el aumento de los fondos ICO y la intervención de la banca nacionalizada, que ellos mismos reflotaron. Es, según pienso yo, la fórmula idónea para la consecución de créditos blandos e, indirectamente, que la banca privada espabile. El FMI se pierden en un repertorio de consejos que no convencen a nadie y parecen más dispuestos a un llenado de papel que darle respuesta a una realidad palpable. 

Lógicamente entra a aplaudir las últimas propuestas sobre pensiones dadas por el Comité de Expertos y, aquí está el meollo de la cuestión, una reforma de la Administración que, seguramente, cuando tengamos el documento completo del Fondo Monetario Internacional, lanzaremos una exclamación de sorpresa al comprobar como el Gobierno de la Nación ha hecho los deberes incluso antes de que se los mandara el maestro.

Más recortes y más austeridad no significan sino que cuando el caballo aprenda a no comer, se nos ha muerto.

Que abarate el pan