Como en la película del Señor de los Anillos en la que la obsesión de dos de los Hobbits que acompañaban al hobbit protagonista de la película era volver a la comarca donde habitaban sus congéneres; así nos ocurre a los emigrados de Sierra de Gata.
Nuestra Comarca y en concreto las poblaciones que la componen son en estas fechas un ir y venir de gentes que desde los puntos más insospechados de la geografía mundial nos damos cita para contarnos cómo nos va, cuáles son nuestras inquietudes, etc.
Basta darnos un paseo por nuestros pueblos para observar como la emigración de todas estas décadas nos ha aportado un toque cultural bastante excéntrico; no nos sorprende la vestimenta de los visitantes, ni los nuevos hábitos culinarios de los que recalan en estas tierras, y por supuesto nuestra lengua local se ve enriquecida con nuevos vocablos de las diferentes lenguas que por estos días se comienzan a escuchar por la Sierra, euskera, catalá, francés, inglés, etc.
Las pozas, las charcas, las piscinas naturales y cualquier arroyo de finas aguas se ve copado por un ejército de turistas que quieren saborear el interior de una Extremadura que ha sido y todavía sigue siendo un rincón perfectamente desconocido hasta para nosotros mismos.
Las verbenas, charangas, dianas floreadas, hombres orquestas, etc intentarán aportar ese ambiente festivo en el que los adolescentes se enamorarán a la luz de las Perseidas.
Las horas intempestivas, el deambular por peñas y bodegones, algún revolcón en alguna becerrada y por supuesto los tradicionales excesos alcohólicos y culinarios entrarán a formar parte del anecdotario serragatino de cada uno de nosotros y se convertirán con el tiempo en los cuentos que los abuelos le relatarán, en un mundo futuro, a sus nietos; que por supuesto vivirán y conocerán otra Sierra de Gata, si es que los recortes al menos nos dejan el nombre de Sierra.