jueves. 28.03.2024

93. Elegir camino

En el camino de cada persona trabajan siempre millones y millones de experiencias de caminos pasados y recorridos por incontables generaciones. La tarea de cada uno es prolongar este camino y hacer su camino de tal forma que mejore y profundice el camino recibido, enderece lo torcido y deje a los futuros caminantes un camino enriquecido con su pisada

Reflexiones

El camino constituye uno de los arquetipos más ancestrales de la psique humana. Debido a esta,  de momento perdida memoria, el camino humano se presenta complejo y a veces indescifrable. En el camino de cada persona trabajan siempre millones y millones de experiencias de caminos pasados y recorridos por incontables generaciones. La tarea de cada uno es prolongar este camino y hacer su camino de tal forma que mejore y profundice el camino recibido, enderece lo torcido y deje a los futuros caminantes un camino enriquecido con su pisada.

El camino ha sido y sigue siendo una experiencia de rumbo que indica la meta y simultáneamente es el medio por el cual se alcanza la meta. Sin camino nos sentimos perdidos, interior y exteriormente. Nos llenamos de oscuridad y de confusión. Como hoy la humanidad, sin rumbo y en un vuelo ciego, sin brújula y sin estrellas para orientarse en  las noches tenebrosas.

Cada ser humano es un caminante por los caminos de la vida. . No recibimos la vida predeterminada o acabada. En gran medida debemos construirla. Y para eso hay que abrir camino, a partir y más allá de los caminos andados que nos precedieron. Incluso así, nuestro camino personal nunca está fijado o acabado completamente. Tiene que ser construido con creatividad y sin miedo. Como decía Antonio Machado: «caminante, no hay camino, se hace camino al andar».

Efectivamente, estamos siempre en camino a nosotros mismos. Fundamentalmente o nos realizamos o nos perdemos. Por eso hay básicamente dos caminos, el camino de la luz o el camino de las tinieblas, el camino del egoísmo o el camino de la solidaridad, el camino del amor o el camino de la indiferencia, el camino de la paz o el camino del conflicto. Dicho de otra forma: el camino que lleva a un fin bueno o el camino que lleva a un abismo.

Pero prestemos atención: dentro de nosotros está siempre la coexistencia de los dos caminos, que suelen entrecruzarse. En el buen camino se esconde también el malo, y en el malo, el bueno. Ambos atraviesan nuestro corazón. Este es nuestro drama que puede transformarse en crisis e incluso en tragedia.

Como es difícil separar totalmente  el camino bueno del camino malo, estamos obligados a tomar una opción  por uno de ellos: por el bueno, aunque nos cueste renuncias o incluso pueda traernos desventajas, pero por lo menos nos da paz de conciencia y la percepción de que estamos en lo correcto. Y están los que optan por el camino del mal: éste es más fácil, no impone ninguna limitación, pues todo vale con tal de que uno salga beneficiado

La opción fundamental confiere cualidad ética al camino humano. Si optamos por el buen camino, los pequeños pasos equivocados o los tropiezos no destruirán el camino y su rumbo. Lo que cuenta realmente frente a la conciencia y ante lo que se considera de justicia, es esta opción fundamental.

Por esta razón, la tendencia dominante  es sustituir el lenguaje de pecado venial o mortal por otro más adecuado a esta unidad del camino humano: fidelidad o infidelidad a la opción fundamental. No hay que aislar los actos y juzgarlos desconectados de la opción fundamental. Los errores siempre existen, pero no deben hacernos perder esa opción fundamental. Se trata de captar la actitud básica y el proyecto de fondo, que se traduce en actos y que unifica la dirección básica de la vida.

 Si ésta opta por el bien, con constancia y fidelidad, conferirá mayor o menor bondad a los actos, no obstante los altibajos  ocurren siempre, pero que no llegan a destruir el camino del bien.

 Pero hay también los que optan por el camino del mal. Ciertamente pasarán por una severa autocrítica al acabar su vida,  y un drástico cambio de rumbo para próximas oportunidades.

No hay escapatoria: tenemos que escoger qué camino construir y cómo seguir por él, sabiendo que, podríamos decir, «vivir es peligroso». Pero nunca lo hacemos solos. Con nosotros caminan multitudes, que tienen un mismo origen y un mismo destino. La felicidad y la vuelta a la “Casa” de la que un día, hace muuucho tiempo partimos.

Para terminar recordemos lo que decía Ghandi: “no hay caminos para la paz, la paz es el camino”

Hasta otro día amigos.

Un abrazo.

Agustín.

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93. Elegir camino