viernes. 19.04.2024

El maestro es una figura fundamental que va más allá de la educación para entroncar directamente con los recuerdos de la infancia. De esta manera, un buen profesor marca a hierro el carácter de un alumno de por vida. Si a esto le sumamos el ámbito rural, donde todo es más próximo y cercano, se puede afirmar que un maestro es parte fundamental de la vida de la comunidad y ese es el caso de Vicente Calderita.

Este profesor, toda una institución en la sierra, termina una vida laboral llena de recuerdos y con su amor por la tierra intacto. Hijo de guardia civil y nacido en Zarza la Mayor recorrió varios pueblos en su infancia.

“Me decidí a estudiar Magisterio porque era la carrera más corta y la más barata”, afirma Calderita, “en aquel entonces había bastante trabajo de maestro y como yo era de familia humilde tenía que ser práctico”. Eso sí, parece que fue una decisión acertada porque “estos 36 años de profesión se me han pasado en un vuelo”.

“Llegué en 1979 a la sierra por amor. Me casé con una acebana”, cuenta está diario. “En los años 80 trabajé en Acebo y del 87 al 92 en Hoyos y Perales como maestro itinerante”, prosigue el docente, que ha acabado su vida laboral en el colegio Virgen de Argeme de Coria.

Este profesor se especializó en dar clase a los mayores del cole (11,12,13 años). De igual modo, ha ejercido labores de Equipo Directivo, dos años como Jefe de Estudios y trece como Director en el Colegio Virgen de Argeme de Coria.

“El maestro rural es más que un funcionario, es una persona implicada con su escuela y con su comunidad educativa” sentencia Calderita “siempre he tratado de ser un hombre muy cercano con la comunidad, no solo con los alumnos”, apunta el maestro. Quizá sea por esto por lo que Calderita siempre estuvo muy implicado en actividades extraescolares, como la creación de grupos de teatro “llegamos a grabar en vídeo en los años 80 'La Venganza de Don Mendo y le regalamos el VHS a la recién creada Consejería de Educación”, cuenta con orgullo el docente. También piensa que el deporte es fundamental para una buena educación, por lo que se implicó en varios clubes deportivos. Por último, como buen observador de la realidad, en su opinión "es de vital importancia inculcar a los pequeños el respeto y cuidado por la naturaleza", llegando a ganar un Premio de Protección a la Naturaleza con el colegio de Hoyos. Asimismo, participó también en el Programa de Escuelas Viajeras y los chicos acebanos disfrutaron de una semana en Andalucía.

Por otro lado, en un mundo tan cambiante es complicado mantener la pasión por enseñar y aprender. “En la corteza del árbol de la enseñanza mucho, en el corazón poco”, apunta Calderita. Ahora los colegios están repletos de materiales como ordenadores, pantallas, libros digitales, libros, cuadernos, cuadernos de repaso, cuadernillos y un largo etcétera, “pero lo importante del árbol es el corazón y ese sigue siendo el mismo” expresa el profesor “un niño o una niña que desea aprender y un maestro o maestra que le ayuda a hacerlo”, dice con nostalgia el docente. De igual modo, se muestra optimista “como creador de futuro, creo más en el futuro que en el pasado y estoy seguro que la mejor época es la que está por venir” afirma con rotundidad. Además, cree firmemente que la educación no es solamente ciencias, lengua o matemáticas, sino que va más allá y tiene que ver con valores como la igualdad, la libertad y la justicia social.

Respecto a sus métodos de enseñanza, el maestro responde tajante: “el juego”. El juego en todas sus facetas, por ejemplo “empleo la pregunta para ayudarles a reflexionar”, declara Calderita “los chicos tienen que expresar su opinión, crearse sus propias ideas y tener capacidad de discernir”. No obstante, la representación, la manipulación de materiales y el cuento “son de gran ayuda a la hora de enseñar”. Igualmente, señala “la importancia” de los juegos populares en la educación.

Por otro lado, ve con cierta preocupación el sistema educativo. “Necesitamos una Ley de Educación pactada y que dé estabilidad al sistema educativo”. El sistema, se salva según él “gracias al buen hacer” de los maestros y profesores.

Por último, y como todo buen profesor, se enorgullece cuando ve a sus antiguos alumnos convertidos en “personas de provecho” y es que ellos, sus pupilos fueron y son el mejor ejemplo de que sus enseñanzas, que van más a los sentimientos que a la razón, surten efecto.

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"El corazón de los niños rurales sigue intacto"