
En un artículo anterior hablábamos de la vida del hombre común durante la época en la que floreció el arte románico y de las iglesias de este estilo en nuestra comarca. Prometíamos hablar de dos obras singulares que hemos atribuido a este período: la Mujer Panzuda y la Escarrapachá del Teso. En las líneas siguientes va lo prometido.
Desde hace unas semanas venimos hablando del estado de Sierra de Gata durante la Plena Edad Media. Como hay el peligro de que el fárrago de datos expuestos lleve a la confusión hagamos un breve resumen de lo dicho sobre nuestra comarca en el período en el que estaba a punto de finalizar ese período histórico
La Baja Edad Media (siglos XIV y XV) se llama así por una razón tan simple como es la de ocupar el nivel inferior de esa Edad en cualquier cuadro sinóptico de nuestra Historia. Fue una época convulsa con graves crisis demográficas, políticas y religiosas pero también fue una época culturalmente brillante que culminó con el esplendor del Renacimiento. El primer rey de Castilla en ese período fue Alfonso XI, llamado en los libros el Justiciero por haber llevado a cabo todas las reformas legislativas que había soñado su bisabuelo Alfonso X. Veamos, someramente, que ocurrió durante ese reinado en Sierra de Gata
La llegada al trono de Castilla del asesino y usurpador Enrique II llevó al reino al borde de la descomposición. Para pagar los favores de quienes le ayudaron en su ilegítimo acceso al trono creó una nueva nobleza, a base de segundones, a quienes concedió tantas “mercedes” que la autoridad de la Corona fue poco más que nominal. Durante este reinado parte de Sierra de Gata pasó a ser un señorío particular y otra parte pudo haber pasado a soberanía portuguesa.
La semana anterior habíamos dejado a árabes y beréberes peleándose con entusiasmo. Pero como todos sabemos no hay mal que cien años dure
Hemos hablado en artículos anteriores de la reconquista y del régimen jurídico de los pueblos de nuestra comarca, de cómo vivía la gente, de los restos arquitectónicos del románico e incluso de las obras singulares que son la Mujer Panzuda, en Villasbuenas de Gata y la Escarrapachá del Teso, en Villamiel. Hablaremos hoy de los primeros conventos e iglesias de los que tenemos constancia documental o simplemente tradicional o lo que es lo mismo de cómo Sierra de Gata se fue santificando.
Con este artículo terminamos de exponer la situación de Sierra de Gata durante la Plena Edad Media de la que hemos venido hablando en semanas anteriores. Hablamos de las guerras civiles que sufrió el reino y por derivación nuestra comarca
En el artículo de la semana pasada el autor hablaba del hermoso y prohibido amor entre Alfonso XI y Leonor de Guzmán. En éste, vuelve a las andadas y habla –casi con regodeo-- de lo mucho que se quisieron, también contra las normas, Pedro I y María de Padilla. Para justificar el título de esta serie de artículos dice algo, no demasiado, de lo que aconteció en Sierra de Gata donde, por otra parte, tampoco ocurrieron sucesos notables. Habrá que perdonarle porque como dijo hace siete días en lo único que cree es en la libertad y el amor, o acaso ¿en la libertad de amar?
En el artículo anterior se hablaba de cómo quedó Castilla cuando fueron desplazados de ella los enredadores infantes de Aragón. Mas, dejábamos para después el relato de pequeños acontecimientos que ocurrieron durante el largo reinado de Juan II (1406-1454) y, sobre todo, la influencia que tuvo en nuestra comarca el por tantos motivos sorprendente maestre de Alcántara dom Gutierra de Sotomayor. Vamos a verlos
En el siglo XIV los reyes de Castilla morían excesivamente jóvenes. Fernando IV lo hizo a los veintisiete años, Alfonso XI a los treinta y nueve, Pedro I fue asesinado cuando tenía treinta y cinco, su hermano y asesino Enrique II duró algo más: hasta los cuarenta y cinco, a Juan I lo quitó del medio un caballo recién cumplidos los treinta y dos. Esas muertes prematuras obligaron a regencias, casi siempre nefastas, que debilitaron el reino y que, como es lógico, tuvieron su influencia en nuestra comarca.
De Enrique IV últimamente sabemos mucho, no siempre acertado, merced a Isabel, la serie de televisión que tanto y merecido éxito tiene. Como podemos ver en dicha serie fue el suyo un reinado conflictivo que afectó a todos los territorios de Castilla. Como es natural Sierra de Gata no iba a ser una excepción. Trataremos de ver lo relacionado con ella
No vamos a hablar de la guerra de sucesión habida en Castilla tras la muerte de Enrique IV entre su hija doña Juana la Beltraneja e Isabel, la hermana del mismo Enrique IV aunque dicha guerra tuviese en Extremadura singular importancia. Hablaremos únicamente de aquello que de forma más o menos directa tuvo relación con Sierra de Gata. Remarcaremos, eso sí, que durante el reinado conjunto de Isabel I de Castilla (1474-1504), y su esposo Fernando II de Aragón y V de Castilla (1474-1504), los Reyes Católicos, en todo lo que hoy es España se acabó el desmadre y el que cada poderoso hiciese lo que le diese la gana.
El que el mal llamado Carlos I de España (realmente lo era de tres coronas independientes: Castilla y Aragón –donde sí era el primer rey de ese nombre- y Navarra –donde era el IV-) fuera también soberano de Borgoña (actuales Bélgica, Holanda, Luxemburgo, parte de Francia), de la Austria de entonces (bastante más extensa que la de ahora) e incluso emperador de Alemania (Carlos V) fue –en criterio muy personal de este cronista- una desgracia para España porque gran parte de los recursos de los reinos españoles y en forma especial de los del reino de Castilla se dedicaron durante los siglos XVI y XVII a defender los intereses de la Casa de Habsburgo o de de Austria casi nunca coincidentes con los de lo que hoy llamamos España
De su reinado solamente hablaremos –como siempre- de lo que tuvo incidencia en Sierra de Gata.
La mayor parte de la conquista y primera colonización de lo que los españoles llamaban Indias y en el resto de Europa se llamaba América tuvo lugar durante el reinado de Carlos I. Pero, éste estaba más empeñado en ser Carlos V, es decir, en ser y presumir de emperador y le prestó escasa atención y poco interés (conocido es el menosprecio que al parecer le hizo a Hernán Cortés). Dejando a un lado al emperador hablaremos de nuestros paisanos que dejando nuestra hermosa tierra se atrevieron a cruzar el mar e irse a Ultramar
En un artículo anterior decíamos que el aspecto actual de la mayor parte de las iglesias parroquiales de Sierra de Gata data de la época de Felipe II. En el mismo reinado los numerosos conventos de nuestra comarca alcanzaron un auge que hoy, vistas sus ruinas, nos sorprende que hubieran podido ser de tanta importancia
Felipe IV tenía diez y seis años cuando accedió al trono. Era más inteligente que su padre, pero el nuevo valido, el mal llamado conde-duque de Olivares (realmente era conde de Olivares y duque de Sanlúcar) hizo todo lo posible, y lo consiguió, para que el joven monarca se dedicase más a la juerga y los placeres que a los asuntos de Estado. Y así nos fue
Carlos III viudo desde el año siguiente de su llegada a España no se volvió a casar y mantuvo siempre una conducta privada ejemplar. Es el prototipo español de monarca ilustrado, esto es, del propósito de modernizar el reino. Es cierto que él dedicaba más tiempo a la caza que a ninguna otra actividad, pero tuvo el acierto de rodearse de colaboradores eficaces y honrados que pusieron en marcha programas reformistas y que supieron hacer frente a la resistencia de los estamentos privilegiados (nobleza e iglesia). Antes de emprender cualquier reforma sus colaboradores hacían un estudio de lo que había que resolver. Veamos lo que concierne a Sierra de Gata.
Aquel hombre bonachón y excelente relojero que fue Carlos IV intentó durante los dos primeros años de su reinado seguir la política ilustrada y reformista de su padre. Durante su reinado no ocurrió nada notable por aquí, aunque si hubo personalidades que lo fueron. A una de ellas, al primer conde de La Cañada, le dedicaremos unas líneas. A otra, un zascandil, también le dedicamos algunas. Hablaremos también del fin de la encomienda de Trevejo y de la Guerra de las Naranjas
Carlos IV era un hombre bonachón, pero débil, totalmente manejado por su esposa. Y a ésta quien la manejaba (en todos los sentidos) era un guaperas extremeño que de simple guardia de corps y por lo bien que manejaba a la reina había llegado a lo que hoy llamaríamos jefe de gobierno. El guaperas se llamaba Manuel Godoy. No era tonto del todo pero sí un vanidoso insoportable. Su vanidad, bien atizada por otro vanidoso que se llamaba Napoleón, nos llevó a la Guerra de la Independencia. Para una mejor comprensión hablaremos de esa guerra año por año y para no cansar al lector la dividiremos en dos capítulos.
Al comenzar 1810 prácticamente toda España estaba sometido, sin grandes resistencias, al rey intruso José I. Aunque no venga mucho a cuento respecto a la historia de Sierra de Gata acaso convenga decir que fue en ese momento y en esas circunstancias cuando gran parte de la América hispana hizo lo mismo que la España europea: no obedecer al rey intruso y que por ello se declaró independiente, independiente de la España napoleónica, no de la España de siempre. Pero, prosigamos con la Guerra de la Independencia en nuestra comarca
Después del fracaso de Napoleón en Rusia el emperador trató de quitarse enemigos. Con ese fin firmó con Fernando VII el tratado de Valençay 11 de diciembre de 1813) en virtud del cual le devolvía el trono de España. Unos meses después la totalidad de las tropas francesas se habían retirado de la península. El llamado por el pueblo “El Deseado” regresó y con el apoyo entusiasta de un grupo de diputados de las Cortes de Cádiz, del ejército y de la iglesia se convirtió en un ser indeseable, cruel y vengativo. Uno de los personajes más nefastos de nuestra Historia.
El indeseable Fernando VII falleció en 1833. Se había casado cuatro veces pero sólo había tenido dos hijas, de su cuarta esposa y sobrina María Cristina de Bordón Dos Sicilias. Esas niñas tenían tres y dos años de edad. El primer Borbón español, Felipe V, había introducido en España la llamada Ley Sálica que impedía el acceso de las mujeres al trono. Fernando VII la había anulado para que su hija mayor, Isabel, pudiera ser reina; pero Carlos, el hermano del rey, no admitió esa anulación y dijo que el rey era él. La reina viuda y regente en nombre de Isabel se tuvo que apoyar en los liberales; Carlos en los absolutistas. El enfrentamiento entre ambos dio lugar a las guerras carlistas
Y ¿cómo eran entonces nuestros pueblos? Gracias a un hombre benemérito por este concepto, pero no por el decreto de la desamortización de los bienes municipales, podemos saber algo al respecto. Ese hombre fue don Pascual Madoz quien siendo ministro requirió de todos los pueblos de España que se le enviase una breve relación sobre la geografía, historia y economía de cada localidad. Aunque en 1843 dedicaba a la reina Isabel II su famoso “Diccionario geográfico, histórico y estadístico de España...”, éste se fue publicando seriadamente, volumen a volumen entre los años 1845-1850. Los datos en él incluidos se refieren al período 1836 1845.
El sistema político durante gran parte del reinado de Isabel II fue calificado de corrupto, viciado e inmoral. La depresión económica iniciada en 1866 (que también afectó a otros países europeos) el gobierno no supo resolverla y llevó al endeudamiento estatal y al aumento de la presión fiscal. Por si ello fuera poco el desprestigio personal de la reina era muy grande. En esas circunstancias se produjo una revolución pacífica y de matiz puramente político (sin ningún contenido económico y social) que instauró un nuevo régimen que durante los seis años que duró intentó cambiar nuestro país.
Con el sistema político establecido por Cánovas tras la restauración borbónica se institucionalizaron la oligarquía y el caciquismo, como dijera Joaquín Costa. Nuestros pueblos regresaron a un sistema parecido al viejo régimen señorial, nunca extinguido del todo. Las figuras más destacadas, bien por su riqueza o por su influencia sobre los medios próximos al poder impusieron su voluntad política sobre la mayoría de la población. En aquella Sierra donde los nuevos ricos merced a las sucesivas desamortizaciones encontraron el gusto por la política vivieron personajes notables. Veamos dos de nombre conocido y otro desconocido por el que personalmente sentimos gran simpatía
Cuando Alfonso XII murió además de dos hijos ilegítimos habidos con la contralto Elena Sanz dejaba dos hijas de su segunda esposa quien además estaba embarazada. Como pudiera darse el caso que la reina diera a luz un varón quien tendría por ello más derechos de sucesión a la Corona no pudo proclamarse a nadie como rey. La reina dio a luz un niño que automáticamente fue conocido como Alfonso XIII. Mientras el rey niño alcanzaba la mayoría de edad su madre, la reina doña María Cristina de Habsburgo se encargó de regir al país en nombre de su hijo. La reina regente, una mujer ejemplar en todos los aspectos, tuvo un exquisito respeto a la Constitución de 1878 y por ello el sistema caciquil alcanzó en esta época sus más altas cotas. Y con el caciquismo la feria de las vanidades.
Como la historia de la Sierra durante este período fue felizmente aburrida hablaremos de una pequeña vanidad y de dos prohombres bien diferentes.
El siglo XX histórico y político en España comienza con la proclamación de Alfonso XIII como mayor de edad (1902). En ese momento el turnismo en el poder entre conservadores y liberales comienza a decaer aunque no lo hace en la misma medida el caciquismo que es el que lo mantiene. En aquellos momentos se consolidan los casi recién nacidos nacionalismos periféricos en un doble ámbito: el político y el cultural. Por derivación se desarrollan los regionalismos, el extremeño incluido, que tienden fundamentalmente a lo cultural. Entre quienes estudiaron la singularidad cultural extremeña estaba don Daniel Berjano Escobar.
En el artículo anterior decíamos que a comienzos del siglo XX se consolida el regionalismo cultural. Éste hemos de entenderlo como como la valoración y defensa de lo propio de cada territorio y en forma especial las costumbres y la lengua. Esa valoración de la lengua propia hizo que en muchas ocasiones ésta dejase de ser considerada como un vulgarismo para reconocérsele su propia identidad y singularidad. Es lo que pasó con la fala
La mayor parte de los santuarios y ermitas están situados en lugares a los que se atribuyen un poder telúrico especial (como a las cumbres de las montañas). En otras ocasiones se sitúan en lugares santificados por apariciones previas o hechos milagrosos. Es decir: la mayor parte de los santuarios y ermitas suelen estar en lugares singulares. Sin embargo, en Sierra de Gata, y no sabemos por qué las principales ermitas se encuentran en lugares anodinos. Una de esas ermitas es la de la Divina Pastora, en Eljas
Si hoy en nuestras casas se nos va la luz o dicho más finamente no tenemos corriente eléctrica y más aún si es en invierno nos sentimos no solamente congelados, sino lo que es peor: desangelados. No sabemos que hacer. Hoy recordamos la creación de la primera central hidroléctrica de nuestra comarca: la de la Cervigona, en Acebo.
Ya lo hemos dicho en alguna ocasión: los tíos (quiero decir los señores) que se dedican a las cuentas públicas tienen más imaginación para sacernos dinero que quienes se dedican a los cuentos, aunque en estos momentos tales señores parece que no tienen tanta imaginación y nos sangran por procedimientos antiguos. Un recurso al que con frecuencia han recurrido –y recurren- los hombres de la Hacienda pública es a privatizar, a vender, las propiedades del Reino, del Estado o como se quiera decir. Un ejemplo de ello fue la venta de los Baldíos.
El viejo convento franciscano de San Martín de Trevejo es el único de los varios que hubo en nuestra comarca que se ha mantenido en pie a pesar de los peligros de muerte y resurrecciones que sufrió después de su desamortización. Veamos, sucintamente, algo de ellas
A consecuencia de las desamortizaciones civiles muchos ayuntamientos perdieron viabilidad económica. Eso es lo que le pasó al de Trevejo, el cual antes tampoco debía andar bien. Como consecuencia de ese mayor empobrecimiento, Trevejo que no podía mantener los escasos servicios mínimos que la legislación decimonónica exigía a los ayuntamientos, se vio forzado a pedir su supresión como municipio y a sus propias instancias se publicó la Real Orden de 30 de noviembre de 1859, en virtud de la cual quedó anexionado a Villamiel. Mas este matrimonio forzado no siempre funcionó bien
Antes de la dictadura de Primo de Rivera los diputados nacionales por el distrito de Coria, que incluía el partido judicial de Hoyos, solían ser diputados cuneros, esto es sin ninguna vinculación con la tierra, en concreto los hermanos Emilio y Juan Alcalá-Galiano, dos paniaguados de Canalejas. Durante parte de la Segunda República dos serragateños representaron a Cáceres en el Congreso de los Diputados
¿Cómo se puede llamar civil, civilizada, sociable, a una guerra entre hermanos? Si todas las guerras son inciviles, la que nuestros padres o abuelos sufrieron entre 1936-1939, en cualquiera de los dos bandos, es el paradigma de la brutalidad y la barbarie. La actitud de “los hunos y los hotros”, como dijera Unamuno fue igualmente brutal. Y lo dice el hijo de uno que estuvo en el bando perdedor
Hoy la mayor parte de nuestros pueblos están malviviendo o agonizando. Por eso es grato recordar el nacimiento de dos pueblos en nuestra comarca. Nos referimos a Moheda de Gata, la Moheda para el común de los mortales, y Vegaviana. Con este artículo finaliza la Historia de Sierra de Gata realizada por Domingo Domené para www.sierradegatadigital.es