viernes. 03.05.2024

Muchos extremeños se marchan a otras tierras en busca de formación o de lo que creen mejores oportunidades, emigran y ya no regresan, dejan un hueco irremplazable, en sus familias, pueblos, en la sociedad que los alimentó para verlos crecer, y finalmente les ven partir llevándose sus talentos, sus futuros hijos… Por eso cuando uno conoce a una extremeña que ha removido Roma con Santiago para formarse, no solo en la escuela de la vida sino en una de las terapias más prestigiosas en Europa, el Rolfing®, que ha viajado a Alemania para ello, que ha autoaprendido inglés para lograrlo y que después ha regresado con el tesoro adquirido para ofrecerlo a su gente, para ayudar a paliar algo tan cotidiano como es el dolor físico y el emocional, una no puede dejar de sonreír agradecida y ver en su periplo la gesta de aquellos otros conquistadores extremeños, que buscaban en otros continentes nuevos horizontes para regresar y enriquecer su tierra. Esther Hernández Muñoz, madre de dos hijos, profesora de arte en secundaria y una de las pocas rolfers españolas, es la actual presidenta de la Asociación de Rolfing España (Asociación Española de Rolfing), nos habla de las cualidades del tesoro encontrado en aquellas lejanas tierras.

¿Qué es el rolfing? Es una técnica de reestructuración corporal y eso significa que reequilibra las partes del cuerpo de acuerdo a la fuerza de la gravedad, ya que esta es la que más contribuye a crear la postura de la persona pues actúa sobre el cuerpo humano las 24 horas del día. Nosotros llamamos estructura a lo que comúnmente se conoce como la postura, o la actitud corporal que tiene cada persona, que viene determinada por la historia que uno ha tenido, los sucesos que han ocurrido en su vida, la manera como aprendió a moverse; el propio concepto que tiene de su cuerpo y los accidentes o traumas posibles que haya tenido. Todo lo que es su historia se va gravando en las fascias que es lo que nosotros trabajamos con rolfing, y que son las envolturas de todas las estructuras del cuerpo y que le da forma. El rolfing, a diferencia de  la medicina convencional que desconoce muchas de sus propiedades, las considera más que una envoltura un órgano con unas funciones específicas, que hoy día están siendo investigadas en profundidad. 

Lo que la creadora del Rolfing, Ida Rolf, descubrió con su investigación es que la fascia es deformable, se deforma con la historia que le sucede a la persona, con la imagen del cuerpo que uno se dibuja a sí mismo, con la cultura y la sociedad en la que se desarrolla, y con los accidentes o lesiones que pueda haber sufrido. La buena noticia es que también se le puede ayudar a recuperar su estado óptimo o elasticidad a través de una serie de técnicas. Todas estas técnicas en su conjunto realizadas para cambiar la postura de la persona y adecuarla a la fuerza de la gravedad es lo que se llama rolfing.

¿En que se diferencia de otras terapias manuales más conocidas por el público, como el quiromasaje, la osteopatía? El rolfing se dirige a todo el cuerpo en general no solo a una parte ni a una lesión concreta ni a una cosa particular, en plan terapéutico, sino que se dirige a reestructurar todo el organismo en su conjunto y la relación que hay de unas partes con otras, de manera que si tratas la cadera tengas en cuenta como están los pies, o el torso, o como está situada la cabeza. Y siempre que se hace un cambio estructural real tienes que readaptar el resto del organismo para que todo el cuerpo esté equilibrado. Por eso en rolfing se realizan diez sesiones, con un espacio de 15 días entre cada una, para poder acceder a todas las partes del cuerpo y para que cada vez que tengas un cambio puedas integrarlo con todo el resto. Es decir, trabajamos las relaciones entre las partes y con ello también al ser humano integral, con su psicología, su manera peculiar de percibir la realidad y su sentido del bienestar.

Otra diferencia es que en el rolfing se hacen cambios estructurales, reales, es decir que el cuerpo cambia físicamente, cosa que hasta ahora no se creía posible ni los osteópatas lo creían posible. 

¿Qué puede cambiar en el cuerpo después de hacer rolfing? Puede cambiar la posición de un omoplato desviado y colocarse más vertical, puede cambiar la posición de una cadera que esté mal colocada o unos pies que estén vueltos hacia fuera se pueden colocar en línea recta hacia delante. Unas rodillas que estén desequilibradas, una respecto a la otra, pueden quedar más horizontalizadas; un cuello excesivamente estirado puede obtener una curva más adecuada para su función.

Recuerdo el caso de una persona que después de dos accidentes de coche andaba muy mal, no flexionaba las rodillas y andaba con el lado externo de los pies y estaba esperando para una operación de rodilla, después de hacerse el rolfing, camina bastante bien, no de forma perfecta, pero tiene mucha más movilidad en las rodillas, una mejor flexión de todas las articulaciones y por eso le dijeron que ya no era necesario operarse. Otro caso de cambio es el de una persona bastante mayor que perdía el equilibrio al caminar, con una cifosis bastante fuerte, y con muy poca conciencia de su cuerpo, con el rolfing llegó a tomar mucha conciencia y empezar a caminar sin tanto desequilibrio y cogiendo mucha seguridad en sí misma, en su propio peso. O el caso de un hombre mayor que después de dos años de una operación, donde le extirpan casi completamente el intestino grueso, tiene el peritoneo hacia uno de los lados y al recolocar toda esa parte visceral de forma más equilibrada empieza a caminar mejor, a sentir mucha más energía y se siente bastante más joven y fuerte.

En mi propio caso noté cómo me mejoró todo el sistema digestivo o cómo se reguló la regla desapareciendo los dolores que tenía; también se me colocaron los dientes de arriba y el pie derecho que me salía hacia fuera se corrigió. Pero hay que decir que todos estos cambios son muy posteriores, son cambios graduales. Aunque hay cosas que las notas rápido: yo era una persona muy tímida y al cambiar la posición de mi cabeza, al cambiar mi ángulo de visión, me ayudó a estar más segura de mí misma y abrirme más ante los demás y ser capaz de hacer más cosas. 

¿Y esos cambios permanecen? Normalmente sí, siempre y cuando se integren en otros ámbitos de la persona y no solo en el físico, la persona tiene también que integrar la forma de sentir las cosas desde esa nueva posición, pues con ella cambia la forma de moverse, la coordinación, la percepción; y al moverte de otra forma lo tienes que integrar también en cómo tú te sientes contigo mismo, en cómo tú eres respecto al mundo, cómo te muestras. Si se produce el cambio a esos varios niveles ya no hay marcha atrás. Y por supuesto, el rolfing ayuda a hacer esos cambios, a integrar esos aspectos más psíquicos, lo que es otra de las cosas que lo diferencia, porque trabajamos la forma en la que la persona pueda adaptar esos cambios tanto a su manera de percibir el mundo como a la manera de sentirse a sí mismo, o la forma de ver su cuerpo o la forma de moverse en relación a cómo es, a cómo se muestra a los demás.

¿Cuáles son los motivos por los que  suelen acercarse los pacientes al rolfing? Lo más frecuente es que las personas se acerquen porque tienen un dolor físico, para el que muchas veces el médico no encuentra una causa aparente, como puede ser el dolor de espalda o lumbares, pero tú vives con ese dolor. Lo normal es que muchos dolores desaparezcan completamente, otros disminuyen bastante y otros dan una información nueva a la persona de cómo tiene que colocarse, moverse. También se acercan porque quieren cambios posturales al darse cuenta de que tienen mal colocados los hombros o sus piernas están un poco torcidas. Luego hay gente que viene porque (esto es menos frecuente sobre todo en esta zona, en otras no) necesita un desarrollo personal, un mejor estado consigo mismo, una mejor aceptación de su cuerpo de su persona, de saber quién es.

¿Hay una relación entre el mundo emocional de una persona y la postura que adopta su cuerpo? De las  primeras cosas que dijo Ida Rolf es que lo que reflejaban la fascia, la estructura o  postura de una persona era la historia que había tenido. Y dentro de esa historia está el carácter que se va formando en la persona con el tiempo y puede ser tanto que la persona por su manera de ser, por su estado emocional predominante, vaya adoptando determinadas posturas y esas posturas se queden congeladas y grabadas, o que por unas posturas ya grabadas, con las que se conoce a sí mismo desde que tiene conciencia, se vaya sintiendo de una determinada manera frente a los demás. Si por ejemplo tienes un problema estructural de cifosis muy fuerte puedes sentirte diferente frente a los demás, o discriminado, inferior. Tal cómo tú tengas la postura va a determinar cómo te sientes contigo mismo y sobre todo frente a los demás, que son los que nos sirven de referencia para compararnos, para valorarnos a nosotros mismos.

Por lo tanto si cambiamos la postura podemos cambiar la actitud emocional que tiene la persona hacia la vida. En cuanto cambia tu postura cambia tu forma de sentirte respecto a ti mismo interiormente y respecto a los demás. Simplemente cambiando el ángulo de visión cambia tu forma de percibir al otro, porque no es lo mismo mirar a una persona desde abajo que desde arriba o desde el frente, y eso todos lo hemos comprobado.

¿Cómo funciona una sesión de rolfing? En una sesión lo primero es observar a la persona de pie, caminando o sentada para ver cómo es su estructura, para poder hacer un análisis de cómo está estructurado su cuerpo, cómo funciona y cómo se mueve. Después dependiendo de la sesión que se vaya a realizar (tórax, piernas, cabeza) se trabaja con unos  objetivos determinados en la camilla, sentado o moviéndose. Al final, la persona vuelve a caminar para poder observar los cambios que han tenido lugar durante la sesión y para que los integre, en la posición de pie. 

Una de las partes de la sesión es estructural, más fisiológica o física, y supone trabajar más sobre la propia fascia, aplicando una presión de forma que la fascia que esté endurecida donde no debe se ablande o que adquiera una tonicidad donde lo necesita. Otra parte es perceptiva para que la persona vaya ampliando su percepción, lo que hará que mejore su coordinación y el movimiento se haga más funcional y más natural. Y luego hay una parte emocional o psicológica de cómo la persona va vivenciando sus cambios y su proceso, cómo se siente, y los nuevos significados que va adquiriendo por su nueva posición en el mundo.

¿Qué puede experimentar una persona entre sesión y sesión? Normalmente se deja un espacio de unos 15 días porque los cambios que se inducen durante una sesión continúan produciéndose posteriormente. Durante ese tiempo, ya sea la persona consciente o no, sigue cambiando. Al haberle dado al tejido nuevas direcciones, las fibras necesitan un tiempo para disponerse en esas direcciones. El cambio que se produce en un pie va a repercutir en el cambio que se va a producir en la rodilla, pero de ahí a que se produzca necesita que pase un tiempo. Hay que ir poco a poco y dejar que eso vaya cambiando por sí solo. Es como cuando tiras una piedra en el agua se van formando las olas, pero hasta que llegue la información del movimiento a la orilla hay que esperar pacientemente.

¿Por eso se dice que el rolfing sigue actuando después de las diez sesiones? Sí, el proceso continúa, el cuerpo tiene nueva información que debe integrar con todas las relaciones que tiene; como todo está relacionado, un pequeño cambio provocará otros cambios y eso requiere tiempo. Después de las diez sesiones se ha acabado un proceso con unos objetivos determinados y sigue habiendo una informaciones y unos cambios que están en marcha. Al final de las diez sesiones se hacen unas fotos para comparar con las primeras que se hicieron de la postura de la persona y se ven unos cambios, pero después de un año o dos años se ven todavía más cambios porque ha pasado el tiempo necesario.

Emigraste fuera de estas tierras y retornaste. ¿Crees que puedes realizar tu vocación en Extremadura, está la gente abierta a estas terapias complementarias? Una de las razones por las que yo retorno a Extremadura es porque quería introducir este conocimiento en la gente, porque me duele pensar que la tierra en la que yo nací no reciba una información tan valiosa. Quería que lo conociesen y lo pudieran disfrutar y desarrollar igual que en cualquiera de los otros países que reconocen el rolfing en todo su valor, como en el caso de Suiza, que lo tiene integrado en su seguridad social y que considera al rolfing en la cúspide de su jerarquía de terapias. O en Alemania, donde yo lo estudié, y la gente lo tiene muy valorado y reconocido.

En nuestra comunidad, es verdad que respecto a años anteriores la gente está siendo más receptiva a cosas nuevas, a probar cosas diferentes. Pero todavía hay recelo y desconfianza pues se desconoce realmente la técnica, no hay una formación reconocida a nivel oficial, como le pasa a muchas terapias complementarias, y eso hace que les cueste confiar en ello. Además es una técnica que rompe con muchos esquemas preconcebidos de cómo funciona el cuerpo, de lo que es. Pero la  gente poco a poco se va abriendo a medida que unos a otros se comunican sus experiencias y ven que funciona, que se producen cambios.

Entrevista con Esther Hernández Muñoz, “rolfer”