viernes. 26.04.2024

Reflexiones políticas

Desde aquí quiero compartir unas breves reflexiones respecto a la actualidad que acontece en estos días en los que la gente vuelve a hablar de política con cierto atisbo de ilusión.

Estamos en pleno debate social aunque no parece importarle mucho a los principales partidos políticos, un debate en el que se cuestiona si los Españoles queremos continuar con un estado monárquico. Si embargo, aunque las redes de información parecen dejar claro que existe una duda más que razonable, los supuestos “representantes” del pueblo hacen oídos sordos ante una demanda justa y necesaria de referendum. Los mismos “representantes” que aglutinan un sinfín de cargos jurídicos por corrupción, los mismos que siguen cobrando grandes cantidades de dinero mientras recortan los gastos básicos a una sociedad cada día más ahogada por la escasez, los mismos que insisten en rescatar a las grandes corporaciones económicas antes que a las personas, los mismos que, al fin y al cabo, parecen ir en contra de todo aquello que beneficia al pueblo. Por tanto parece razonable pensar que cualquier decisión respaldada por estos señores y señoras que llevan acomodados en el poder tanto tiempo, va a ser con un fin que dista mucho de mejorar la calidad de vida del habitante medio del país que gestionan.

No soy monárquico, no creo en un sistema, a mi entender obsoleto, de jefatura del estado en el que soy considerado como súbdito, tampoco creo que la monarquía le haga un gran servicio hoy en día a una sociedad en la que la comunicación y las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de relacionarnos. Creo además que los gastos que supone el mantenimiento de la realeza por parte del estado son un lujo en los tiempos de escasez que vivimos,  pero sobre todo me parece injusto y anticuado que una persona (o una familia) tenga un trato distinto ante la ley y ante el pueblo, pues creo que todos y todas debemos ser iguales ante la ley. Sin embargo conozco a gente que si que apoya la monarquía, y como demócrata que soy, respeto su inclinación, pues no es mi labor valorar si su elección es buena o mala, la democracia supone un consenso colectivo en el que decidir qué tipo de gestión queremos en un país, y como actualmente existen dudas razonables de que la mayoría de los españoles y españolas quieran continuar con éste régimen hereditario, es necesario un referéndum que aclare las dudas. ¿Por qué tanto miedo a preguntarle al pueblo? La negativa al referendum no hace más que mostrar lo alejados que están los actuales gobernantes de la verdadera democracia con la que se llenan la boca en sus discursos.

No soy republicano, aunque me parece una opción de sistema más democrático que el actual. Creo que para llegar a lugares distintos hay que buscar nuevos caminos, a los cuales debemos llamar con nombres distintos, no sea que nos confundamos y vayamos a lugares en los que ya estuvimos sin éxito. No sé cómo se llamará el nuevo sistema que adoptemos ni cuáles serán sus metodologías, pero si se llama igual que otro en el que hubo bandos enfrentados, seguirá existiendo conflicto y desconfianza, cuando lo que hace falta es algo que nos una desde la enriquecedora mirada múltiple, pues todos y todas tenemos algo que aportar en una empresa tan compleja como es la de gestionar un país.

Creo que la responsabilidad social comienza con la responsabilidad individual. Publicar artículos (como éste), hacer comentarios en redes sociales o hablar de cualquier conflicto en cualquier situación sin realizar ninguna acción para su mejora, no es suficiente para cambiar nuestro estado. La comunicación nos acerca, nos une y nos amplía información para poder llevar a cabo acciones que ayuden al proceso de cambio, estas acciones suponen elecciones en nuestras vidas, en nuestra cotidianidad, en nuestro trabajo, en nuestras casas, en nuestras calles, en nuestros negocios, en nuestra forma de percibir nuestro entorno, etc. Acciones que tendrán un precio, pues todo en ésta vida lo tiene, solo que en éste caso el esfuerzo vale la pena y es de imperiosa necesidad. Lo dice alguien que ha cambiado su vida por completo a base de pequeñas elecciones que poco tienen que ver con política. Éstas tuvieron un precio alto, sin embargo miro a mi alrededor y lo que veo es impagable; una vida escogida conscientemente en la que sigo experimentando retos y fracasos, encuentros y desencuentros, pero esta vez sin excusas, yo he decidido cada paso, no hay culpables, no hay salvadores, solo está mi elección, mi responsabilidad individual, y por tanto, mi aprendizaje.

Si traducimos nuestra responsabilidad en elegir a alguien cada 4 años para tomar todas las decisiones o esperamos “el permiso de papá gobierno” para realizar un referendum condicionado por quien se niega a aceptar la voz del pueblo, continuaremos revotando entre elecciones ajenas, las cuales llevan demostrando muchos años que siempre queda el privilegio sobre quien decide, relegándonos al resto a meros espectadores de películas con dramático argumento y tristes finales. Por eso lo que verdaderamente tiene que cambiar es el sistema actual por uno diferente en el que podamos participar activamente para dar a entender hacia dónde nos queremos dirigir (si puede un diputado votar a través de Internet... ¿por qué no puedo hacerlo yo también? Ahorramos un sueldo y aseguramos el criterio y la implicación del pueblo)

Actualmente están surgiendo partidos políticos que parecen demostrar coherencia en un ámbito tan denostado como es el de la política, ésto es bueno porque aporta un poco de luz ante la negrura que nos rodea a base de impunidad, injusticia y privilegio. No obstante este cambio viene siendo obvio desde hace tiempo y hemos de ser precavidos y conscientes de que mientras sigamos otorgando poder, seguirá existiendo la desigualdad, pues es una oportunidad de oro para recoger el testigo de ladrones de corbata y gemelos para continuar con el expolio de este país con un simple “cambio de chaqueta”. Así que seamos inteligentes y demos pautas de acción y gestión en vez de un poder que nadie parece tener la capacidad de dominar.

Podemos, si, pero solo podremos cuando seamos todos y todas los que nos involucremos, cuando generemos las herramientas que nos permitan participar de forma directa en las decisiones que influyen en nuestra cotidianidad, cuando desaparezcan las fronteras invisibles que crearon haciéndonos creer ser de izquierdas o derechas en un mundo en el que las dimensiones han cambiado por completo gracias a la conexión facilitada por las nuevas tecnologías.

Podremos cuando nos sepamos enriquecedoramente distintos, cuando dejemos de compararnos y aceptemos lo únicos y únicas que somos.

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