jueves. 25.04.2024

¿Nuestro estilo de vida actual afectará a la atención sanitaria que recibamos mañana?

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La propuesta, lanzada en Reino Unido, sobre retrasar en la lista de espera quirúrgica en el sistema público sanitario a obesos y fumadores reabre el debate ¿ podemos  culpar al paciente por descuidar su salud? Aunque más bien deberíamos decir por autolesionarse voluntariamente haciendo algo que empeora su salud. La Organización Mundial de la Salud lanza  una advertencia, mientras en África las enfermedades mortales son provocadas por virus, bacterias o parásitos, la vieja Europa  muere  por fumar, beber, por consumir comida basura y falta de ejercicio físico. 

¿Podemos forzar  cambios de estilo de vida para reducir enfermedades crónicas?, no es descabellado pensar que esa vaya a ser  la tendencia. En Suecia el estado cubre parte de los implantes dentales menos en caso de mala higiene bucal, fácil de comprobar  mediante   la presencia de bacterias que no habrían llegado  a la boca de haber existido una correcta higiene. 

¿Podemos  penalizar la atención sanitaria como medida de presión, por consumir productos nocivos para la salud como las grasas,  tabaco o  alcohol? La obesidad o el tabaquismo se han convertido en enfermedades crónicas, claramente evitables producidas por malos  hábitos de vida que disparan el gasto en atención sanitaria.  ¿Podemos exigir responsabilidad al paciente adicto al tabaco o alcohol cuando la administración permite la publicidad de los mismos y como en el caso del tabaco permite la utilización de sustancias  claramente nocivas a la vez que oculta los mismos a los consumidores? Recordemos que es uno de los pocos productos consumibles que carecen de etiqueta de ingredientes,  la mayoría de ellos – más de 4000 – dañinos para la salud. 

El níquel, por ejemplo, se almacena en el hígado, riñones, corazón, pulmones, huesos y dientes. Puede causar gangrena de los pies y daños al miocardio. La nitrosamina daña las células de los tejidos y puede producir tumores malignos. O el cianuro veneno empleado en las cámaras de gas………

Pero vayamos  más  allá,  llegados a este punto y puestos a ahorrar costes sanitarios ¿podemos retrasar una intervención quirúrgica a un paciente que sólo ganará unas semanas de vida? ¿Es ético,  por parte del médico, aceptar criterios no clínicos? No y claramente no, esto sólo ampliaría la desigualdad  social,  ya que los hábitos no saludables  son más frecuentes en las clases sociales bajas. 

La OMS declara que la pobreza está estrechamente relacionada con este tipo de enfermedades, las personas socialmente vulnerables están más expuestas a productos como el tabaco o alimentos poco saludables, enferman más y mueren antes que las personas de mayor posición social ya que no tienen medios económicos para acceder a servicios sanitarios que traten los riesgos más importantes. 

Pero incluso  quienes creemos llevar una dieta sana no estamos exentos de riesgos. Hablábamos  hace poco sobre el  exceso de azúcar en refrescos y cómo éste resulta tan adictivo y estimulante al cerebro como la cocaína. Es conocido que la industria publicitaria analiza cualquier efecto que pueda serle beneficioso a la hora de  posicionar un producto, hace tiempo que se estudian los efectos de los colores, olores y como no texturas. Se ha comprobado que los alimentos crujientes, como una manzana,  permanecen más tiempo en boca, liberan más moléculas de sabor y olor y provocan sensaciones placenteras más prolongadas. Entendemos ahora por qué crujen las palomitas, por qué encontramos crudités  o picatostes en las ensaladas de los restaurantes grandes  o  pequeños. La música es otra herramienta de marketing, rompe la atención sobre el alimento y el comensal tiende a comer más.?

Entonces cabría preguntarse ¿realmente somos libres de elegir el alimento que vamos a tomar??? ¿Podemos culpabilizar a quienes están presionados por la publicidad, a quienes ignoran las cantidades de azúcar o grasas? ¿a quienes carecen de medios para adquirir productos más sanos?

Por otro lado, la adicción está considerada enfermedad, por tanto tratable dentro del sistema sanitario público. 

Es cierto que algo debemos hacer para reducir las enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión arterial, diabetes, obesidad, cáncer y enfermedades respiratorias y  que son la mayor causa de muerte y discapacidad a nivel mundial.

No queda más que recurrir a la medicina preventiva, modificar y ampliar la normativa respecto a productos tóxicos destinados al consumo humano, e involucrarse en la educación sobre la prevención de estas enfermedades y la promoción de hábitos de vida saludables.

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¿Nuestro estilo de vida actual afectará a la atención sanitaria que recibamos mañana?