domingo. 28.04.2024

La emigración: una vieja solución, una Nueva imposición

En los últimos tiempos es cada vez más habitual escuchar en los medios de comunicación tratar el tema de la emigración de jóvenes españoles cualificados a países en los que pueden encontrar un trabajo acorde a su formación y que aquí son incapaces de hallar.

En los últimos tiempos es cada vez más habitual escuchar en los medios de comunicación tratar el tema de la emigración de jóvenes españoles cualificados a países en los que pueden encontrar un trabajo acorde a su formación y que aquí son incapaces de hallar.

Los tertulianos de los más diferentes programas de radio y televisión; así como los periodistas autores de lo más diversos artículos de prensa nos intentan convencer de los aspectos positivos que puede tener esa emigración tanto para el País como para el individuo o concienciarnos del empobrecimiento que supone para España la pérdida de esos individuos formados y cualificados.

Este movimiento migratorio que hoy muchos a nivel estatal lo plantean como un drama de infinitas e impredecibles consecuencias se ha vivido en Extremadura a lo largo de toda su historia y más acentuadamente durante el siglo XX.

En una de las últimas tribunas publicadas en este medio un lector hizo una observación que ponía el acento sobre uno de los eternos tópicos de nuestra Región, el Nepotismo; el cual ha implicado la fuga de los mejores expedientes académicos de la Región. Cuando la estructura económica de un País o de una Región se encuentra desfasada e inmersa en un proceso de recesión en el que el trabajo es un bien escaso los privilegios de clase hacen acto de presencia y las organizaciones y administraciones se llenan de individuos que impiden cualquier cambio del statu quo; ya que el mantener esa estructura y situación económica les permite conservar un empleo que han logrado no por su cualificación, sino por sus vínculos familiares y relaciones personales.

Esa endogamia laboral, si se perpetúa en el tiempo, es una metástasis que terminará por pudrirlo todo y que impedirá cualquier tipo de desarrollo. Para evitar los más diversos tipos de conflictividad social desde las administraciones públicas, controladas por unas superestructuras creadas desde los más diferentes lazos de consanguinidad o afinidad ideológica, se favorecerá la salida ordenada o descontrolada de todos aquellos individuos que se muestren interesados en la posibilidad de buscarse un mejor porvenir en otras zonas geográficas.

Lo curioso de Extremadura o al menos de amplias comarcas de nuestra Región es que esas superestructuras han favorecido durante décadas la salida: en primer lugar de las clases humildes no cualificadas, años cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX; posteriormente de jóvenes cualificados formados en la Universidad de Extremadura o en las escuelas de formación profesional y por último de todos aquellos que han estimulado ese proceso migratorio; ya que estos se han ido quedando poco a poco sin una población suficiente que compre en sus negocios, que pague los impuestos o simplemente sin todos aquellos que podrían dinamizar, modernizar, crear o regenerar cualquier sector económico regional.

En España, con la actual situación económica, es muy probable que se viva, al menos a corto plazo, una situación muy similar a la que ha vivido en estas últimas décadas Extremadura y que de enquistarse en el tiempo puede derivar en una situación dramática en la que cualquier individuo con ambición, cualificación y formación huya de un entorno hostil en el que no puede desarrollar sus ideas, ni alcanzar un determinado bienestar, ni vislumbrar un futuro para él y sus descendientes.

La emigración: una vieja solución, una Nueva imposición