sábado. 11.05.2024

Contra la apatía, el desánimo y la frustración

Estos casi cinco años de crisis económica nos están envolviendo en una atmósfera cada vez más cargada de unos elementos nocivos que amenazan con desencadenar los peores fantasmas de esta vieja Europa.

Estos casi cinco años de crisis económica nos están envolviendo en una atmósfera cada vez más cargada de unos elementos nocivos que amenazan con desencadenar los peores fantasmas de esta vieja Europa.

La última década de este siglo XXI en la que se han cometido todo tipo de excesos que han catapultado a los puestos de gobierno de entidades públicas y privadas a un ejército de mediocres, trepas e incompetentes; los cuales han sido capaces de eclipsar y de marginar en el ostracismo más injusto a los auténticos políticos y empresarios de raza es lo que nos está impidiendo lograr una salida rápida y eficaz de un proceso de indigestión económica para la que se va a necesitar algo más que unas buenas dosis de bicarbonato y de dieta blanda.

Las facilidades en los perdones en los múltiples casos de corrupción tan sólo han servido para multiplicar los sinvergüenzas y los ladrones. La ciudadanía se siente impotente ante casos evidentes de delincuencia económica que están socavando la fe y el interés por una Europa, la actual, que no tiene más nexo de unión que el económico.

El nepotismo, el amiguismo, los favores sexuales, el autobombo, los privilegios de clase, y un largo etc., han servido, y sirven hoy en días más que nunca, a una casta dirigente, claramente cada vez más cuestionada y que se han aferrado a sus puestos de control de los que va a ser muy difícil de desalojarlos, para controlar todos los ámbitos de una ciudadanía que con su inacción les han permitido estar donde están.

Los sistemas electorales y la configuración interna de los partidos favorecen la permanencia y rotación en puestos claves de empresas y organismos públicos de unos individuos carentes de toda moralidad, inteligencia e integridad que no dudan en traicionar a la ciudadanía para favorecer a sus mentores y lucrarse o beneficiarse personalmente a costa del bienestar común.

Ideologías políticas y principios económicos que han demostrado a lo largo de la historia de la humanidad su incompatibilidad con la naturaleza y el bienestar social se han vuelto a poner de moda para servir a los interese de unas minorías que son las que dirigen el orden mundial y nos gestionan cuan corderos que van al matadero sin que seamos capaces de hacer nada en contra.

Las superestructuras y quienes las dirigen se encargan de ningunearnos y de condenarnos a la indiferencia; mientras ellos y a quienes benefician con sus privilegios gozan de un bienestar ilegalmente conseguido; justificando sus errores, saqueos y comportamientos antisociales mediante leyes carentes de legitimidad alguna.

Como individuos que somos pertenecientes a un ámbito geográfico que ha demostrado a lo largo de la historia su capacidad de sortear las situaciones más difíciles y de reinvertarse, es necesario que superemos la apatía, el desanimo y la frustración en la que nos han sumergido unos sujetos que con su palabrería populista y con sus métodos transmutados desde ultramar han cuestionado nuestros modelos de organización social y económico arrojándonos a un universo de injusticia e indiferencia.

Contra la apatía, el desánimo y la frustración