viernes. 10.05.2024

La mozada de Descargamaría

La villa cacereña de Descargamaría, perteneciente al interesante territorio de la sierra de Gata, se asienta entre las sierras de la Bolla y Gómares, en la margen derecha del río Árrago, en los confines con la Castilla charra, y a 130 kilómetros de la capital de la Alta Extremadura.

La villa cacereña de Descargamaría, perteneciente al interesante territorio de la sierra de Gata, se asienta entre las sierras de la Bolla y Gómares, en la margen derecha del río Árrago, en los confines con la Castilla charra, y a 130 kilómetros de la capital de la Alta Extremadura.

Este pintoresco lugar- semioculto por frondosos bosques de aromáticos pinares, vetando su paisaje, en que se destacan las olivas manzanillas, las viejas vides y algo de huerta- mereció la atención nada menos que de Miguel de Cervantes, el Príncipe de los Ingenios españoles.

Descargamaría, reclama que nos detengamos en su templo parroquial. Esta iglesia- que tiene por titular a San Julián mártir- fue construida en el último tercio del siglo XVI. Entre los retablos de mérito artístico sobresale el altar mayor, con unos relieves en talla de madera policromada, de gran valor, representando varios pasos de la vida y pasión del Señor: su nacimiento, adoración de los Reyes, oración del huerto, la flagelación, la cruz a cuestas y el descendimiento de la cruz. En el centro del retablo se la halla la imagen de san Julián mártir, hermosa talla de madera policromada. Según consta en una inscripción del retablo, fue construido en año 1594, desconociéndose su autor.

Pero la joya artística de la parroquia de Descargamaría es su magnífica custodia de estilo plateresco, del siglo XVI, toda de plata, bañada en oro. Tiene 85 centímetros de altura y pesa 7,5 kilogramos. Es digna de los Arfes y Becerrillos. Fue donada por un indiano, careciéndose de datos sobre la personalidad del mismo.

Al ocuparnos de Descargamaría es obligado referirnos a sus excelentes viñedos, cultivados a la italiana, es decir, sujetas las vides a altos listones; sus condiciones obedecen, sin duda alguna, a la topografía del terreno donde se hallan ubicados, y que producen un vino de gran calidad, que tiene mucha glucosa y duran hasta más de cuarenta años. Las bodegas son muy adecuadas para ello.

Es evidente que de sus buenas condiciones depende también en parte la calidad de los vinos. Las condiciones ambientales son decisivas. Las bodegas deben abrirse en determinados momentos y a cierta temperatura y después cerrarlas. Interesa en extremo que no penetren mosquitos.

El vino de Descargamaría es entre turbio y clarete. El vino tinto se hace en pequeña cantidad. La uva que produce más vino es la denominada “malvasía”. Lo mejor que puede decirse de los vinos de Descargamaría es que merecieron elogios del glorioso “Manco de Lepanto” en su narrativa maravillosa.

Hay que destacar forzosamente en la localidad serrana los pinos. Descargamaría ofrece la nota singular de un pinar natural espléndido, de los únicos de la Alta Extremadura. Se trata de un pinar del Estado, de pino pinaste, de los de mayor calidad de Europa. También hay pinares particulares, ya que el terreno es muy a propósito para el nacimiento y desarrollo de los pinos, que jamás se han sembrado.

La riqueza olivarera es muy importante. Se distingue el aceite- verdadero oro líquido- por la calidad y falta de acidez.

También es de consideración la riqueza de la miel, que, por cierto se aplica para la jalea real. Antes hubo castañares, más en la actualidad se hallan extinguidos.

De re culinaria, haremos constar que en Descargamaría se come mucho frite de cabrito y entre los dulces, el clásico coquillo. No hay que olvidar, por lo que concierne a la pesca, fina trucha, y en la caza mayor, el jabalí.

El gentilicio de este pueblo se aparta un tanto de lo corriente. Es el de parrilleros. Parece ser que hubo un poblado llamado Los Parrales, nombre vulgar de Puñoenrostro, que perteneció a los Monroy. El ducado de Puñoenrostro lo constituían Puñoenrostro, Robledillo de Gata y Descargamaría.

La fiesta de más personalidad de esta villa es san Julián, su patrón, que tiene lugar en medio del más encendido entusiasmo. Su pujante expresión folklórica está centrada lo que se dice en la Mozada, cuyo origen es muy remoto. En documentos de la primera década de la decimoctava centuria se encuentran referencias. Es una manifestación de festejos populares que comienzan el día de Navidad y duran hasta el 9 de enero, fiesta de san Julián mártir, santo titular de la parroquia. Sus principales protagonistas son los mozos del lugar.

La noche de Navidad- después de la tradicional misa del gallo- se reúnen los mozos del pueblo, corrientemente los quintos del año, los cuales eligen su alcalde y abanderado, y, una vez recabado el permiso de la autoridad constituida, comienzan las fiestas típicas con la denominada Ronda.

La Ronda consiste en cantar a la puerta del templo del Señor, el párroco, autoridades y funcionarios, así como en todas las casas del pueblo en que hay moza, aunque sea recién nacida, unos cuantos cantares típicos, rematando siempre con la despedida. Se turnan en su interpretación un solista, repitiendo el coro los dos últimos versos del cuarteto. Conviene hacer constar que existe un repertorio grandísimo, y son generalmente cánticos de amor de tipo medieval, con loas a la amada. La ronda va acompañada de instrumentos tan típicos como la gaita y el tamboril.

Al terminar la ronda, los cantores tonifican y alegran sus estómagos con algo sólido y bien regado- el delicioso vino de la localidad- y a continuación cantan la Alborada, que ya interpretarán todos los amaneceres, los más bellos amaneceres de los días festivos, hasta el día de san Julián.

La Alborada se integra de diez o doce cantores, que se interpreta por dos coros, acompañados de tamboril con sordina, mientras marchan lentamente por las calles de la villa. Es un dulce cántico religiosos hecho para ser cantando a las cinco de la mañana en las noches de enero, cuando más brillan las estrellas, y que en unas cuantas pinceladas poéticas- de gran fuerza plástica- narran las vicisitudes de la virgen María y del redentor de la humanidad.

Más tarde serán los mozos obsequiados por los dueños de las casas donde cantaron, con el mejor chorizo de sus despensas. De aquí que se les llame los mozos de chorizo, los cuales ayudaron eficazmente a la condimentación de las típicas migas y otros fuertes platos locales, que serán la base de las comidas que hacen en común durante los días festivos, sin que falten los clásicos coquillos, y que riegan copiosamente con el buen vino, que ya va adquiriendo su característico bouquet por tales fechas.

Es pintoresca en extremo la marcha de los mozos por las calles en los días indicados, en grupo, ataviados con antiguos pañuelos de Manila al cuello o a la cabeza, según las ocasiones, precedidos por su alcalde, que ostenta galana vara de justicia; su abanderado y el inseparable tamborilero. Mientras interpretan los tradicionales pasacalles, entre los cuales intercalan el ancestral grito de guerra de la Mozada: ¡¡¡Marro!!!

Los pasacalles son cánticos de alegría, de la pura y simple alegría de vivir y de amar, y se cantan a coro con acompañamiento de gaita y tamboril.

Las canciones están ligadas íntimamente a las fiestas tradicionales de Descargamaría, y se han conservado en toda su pureza, en realidad sin apenas evolución. Este es su mayor mérito.

El árbol. La víspera de Noche Buena cortan el mejor pino del monte, que transportan a hombros los fornidos mozos parrilleros al parque municipal, donde lo plantan esa noche rematado por una bandera.

El día de san Julián son mayordomos del santo, presiden los actos religiosos, lo llevan devotamente en procesión por el vecindario y hacen ondear la bandera ante el mismo, al ritmo que marca el tamborilero.

Por la tarde derriban el pino, después de haber rescatado la bandera, y, presididos por las autoridades corren el marro, original juego típico de destreza y agilidad, en el que los mozos se enfrentan a los casados, que siempre pierden honrosamente.

Acto seguido empieza el baile a base de jotas extremeñas y de charradas salmantinas, en que las mozas, ataviadas de trajes típicos, rivalizan en destreza con sus parejas.

Incluimos en este ensayo las muestras del folklore de Descargamaría para deleite de los lectores, no sin hacer constar que la descripción de la Mozada, lo mismo que las letras de la Ronda, la Alborada y el Pasacalles, jamás vieron la luz pública en libros ni periódicos.

(Repertorio de todas las canciones que por su extensión no voy a reproducir y que puedes encontrar en la página Web del pino Marro)

La costumbre que tradicionalmente vienen cumpliendo los parrilleros todos los años es digna de supervivencia. Además, la fiesta de la Mozada, por todo lo que la integra, y que hemos registrado minuciosamente, es muy completa.

Hay que asistir a la fiesta colorista y movida, gustar los ricos chorizos, paladear el buen vino, presenciar cómo los mozos corren el marro y bailar airosamente las jotas y charradas, convivir con los parrilleros, identificarse con los mismos, para gozar plenamente de un pueblo en fiestas que brinda notas muy señeras y acusadas, como las que se reflejan en este ensayo.

El autor hace constar la colaboración que le han prestado don Lorenzo Luís, médico, y don Dionisio García Garzón, abogado, que durante varios años rigió la localidad de Descargamaría.

D. Valeriano Gutiérrez Macías, tal como cuenta su biografía, nació circunstancialmente en la localidad santanderina de Veguilla de Soba en 1915 y falleció en Albacete en 2006. Su padre, militar de carrera es destinado a Cáceres, cuenta Valeriano entonces con cuatro años. En la ciudad cacereña vivirá y desarrollará toda su labor profesional y política. Valeriano Gutiérrez Macías fue coronel del ejército y académico de la historia. En su faceta pública fue teniente alcalde y concejal de Festejos y de Cultura durante los mandatos de Casto Gómez Clemente y Alfonso Díaz de Bustamante en el ayuntamiento cacereño. Ocupó también la vicepresidencia de la Diputación Provincial de Cáceres junto a Manuel Brañas y Felipe Camisón. Fue un apasionado del poeta de Granadilla, José María Gabriel y Galán, del que realizó una biografía y un anecdotario, además de otros libros de temática costumbrista y folklore extremeño, de los que destacan “Mujeres extremeñas” y “Por la geografía Cacereña” y “Fiestas populares”.

De entre los numerosos artículos que escribió sobre fiestas y tradiciones extremeñas, figura “La Mozada de Descargamaría” publicado en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares en 1973 y que reproducimos en SierradeGataDigital facilitado por la Asociación Cultural Pino Marro.

La mozada de Descargamaría