lunes. 20.05.2024

La reconversión del sistema financiero español Parte (II)

Días de Vino y Rosas, así se podría titular esta dulce etapa que vivió el Sistema Financiero Español entre el año 2000 y el año 2007. Fue un periodo de tiempo en el que los gerentes de muchas de las entidades financieras españolas se creyeron los seres todopoderosos de la economía nacional.

Días de Vino y Rosas, así se podría titular esta dulce etapa que vivió el Sistema Financiero Español entre el año 2000 y el año 2007.

Fue un periodo de tiempo en el que los gerentes de muchas de las entidades financieras españolas se creyeron los seres todopoderosos de la economía nacional. Desde las empresas que gobernaban condicionaban el desarrollo económico de comunidades autónomas, municipios, comarcas y otras grandes empresas de otros sectores de la economía nacional. Muchos de ellos se subieron los sueldos de manera exponencial; ya que argumentaban que sus salarios deberían estar al mismo nivel que el de algunos de los grandes directivos de las grandes multinacionales financieras internacionales. Los consejos de administración de estas entidades se llenaron de políticos carentes de conocimientos bancarios y económicos que pensaron que cualquiera estaba capacitado para competir con los banqueros tradicionales internacionales. Tan sólo se tenían que limitar a copiar las estrategias comerciales y las líneas de negocio de los bancos transnacionales para triunfar en el sector bancario.

Desde ese preciso instante se inició una alocada carrera por ver quién captaba más clientes, quién daba más préstamos, quién tenía más cuota de mercado de tarjetas, de banca on line, de préstamos consumo, de tpv´s, etc…. Todo ello mediatizado por una retribución vía objetivos, en donde el Bonus era el fin último a conseguir por todos aquellos colocados a dedo en los puestos de las altas direcciones de las entidades financieras nacionales.

La cuota de negocio o el segmento de negocio donde una entidad no entraba era automáticamente ocupada por cualquier otra que estaba deseosa de conseguir cuota de mercado en una zona en la que tenía escasa presencia y que de esa manera se convertía en la única forma de compensar la competencia y la perdida de mercado a la que se veía sometida en su zona histórica de actuación.

Los controles del sistema financiero fallaron plenamente, pues en ningún caso los organismos reguladores oficiales fueron capaces de impedir una huida hacia adelante de los integrantes de un sector que habían encontrado en el crecimiento descontrolado una vía para ocultar y maquillar las pérdidas multimillonarias que ya empezaban a aflorar (obras públicas improductivas, participaciones en empresas ruinosas, inversiones exteriores deficitarias desde el primer momento, etc…..).

Numerosas entidades financieras permitieron los avales cruzados, ingresos de los prestatarios ficticios, complementaron los préstamos hipotecarios con préstamos personales y tarjetas de crédito para que los prestatarios pudiesen adquirir las viviendas que deseaban, admitieron tasaciones de viviendas sobrevaloradas; en numerosos casos se incluían mayor número de prestatarios de los reales en las operaciones hipotecarias con el objetivo de no sobrepasar el ratio máximo de endeudamiento, y que no coincidían en absoluto con los compradores reales de las viviendas, etc…

Con el visto bueno de los organismos supervisores se inició la comercialización a su vez de productos de pasivo cada vez más complejos que no eran aptos para una sociedad como la española, carente de una cultura financiera mínima (participaciones preferentes, fondos de inversión complejos, productos asociados a primas de seguro, inversiones cuya rentabilidad iba asociada a la evolución de índices bursátiles, etc…..). También se comercializaron productos de activo cada vez más extraños y sofisticados como las hipotecas en yenes o en francos suizos, las hipotecas reversibles (especiales para la senectud), hipotecas para jóvenes con tipos de interés bonificados mediante acuerdos con las comunidades autónomas, hipotecas con carencia, hipotecas con peculiares sistemas de amortización, etc… Además cuando los índices a los que se referenciaban las operaciones de activo dieron señales de subida, desde el Banco de España se aconsejó la contratación de productos que sirviesen para protegerse de dichos incrementos. Es en ese preciso instante cuando se puso en marcha la comercialización de los famosos swaps, cuyo interés para las entidades financieras residía en las grandes comisiones que les dejaban; más que en el beneficio que le podían reportar a sus clientes.

Desde el 2004 a finales de 2006 las entidades financieras ya se habían convertido en unos monstruos que admitían cualquier tipo de operación en las que se obviaba el riesgo asociado a esas operaciones que tramitaban. La morosidad no se vigilaba porque se había incurrido en la filosofía del timo piramidal; cuando una operación se tornaba morosa se compensaba con la contratación de nuevas operaciones que cubriesen las pérdidas de las anteriores, de esa manera se camuflaban los errores y los márgenes seguían mostrando beneficios ficticios. Será a mediados-finales del año 2006 cuando esta política crediticia se corte de raíz; quizás porque ya se tenían los primeros indicios de agotamiento de este sistema crediticio en países como U.S.A.

La reconversión del sistema financiero español Parte (II)