viernes. 19.04.2024

Más cosmética que política

En política la casualidad es tan improbable como encontrar un dirigente del PP sin sobresueldo. Por tanto habrá que convenir que este afán de los dos partidos todavía mayoritarios por alcanzar un gran acuerdo tiene al menos tanto que ver con la responsabilidad de Estado como con los barómetros del CIS. Nada tiene de azaroso que este punto de inflexión alentado por un potencial consenso surja cuando el bipartidismo se tambalea como nunca lo ha hecho. No hay que olvidar que, de cuajar, estaría suscrito por un presidente del Gobierno y un jefe de la oposición con unas muy deficientes notas de valoración (2,4 y 3 respectivamente) y con unos índices de confianza por debajo del que tienen los bolsos de Gucci de los manteros. Poca y ninguna merece para el 86% de los encuestados Rajoy y tan poca o ninguna Rubalcaba para el 89%. Y eso sin gobernar lo que supone un plus de mérito indudable. 

Por si hubiera pocas sospechas sobre la prevalencia de la cosmética frente a la política en mayúsculas en estos amagos de pactos ya se encarga Cospedal de disiparlas una por una. Resulta que para la secretaria general del PP llegar a un acuerdo consiste básicamente en estar de acuerdo con lo que ella propone aunque no dispone porque de todos es sabido que de esas cosas se encarga Merkel. Y de ese modo advierte doña Dolores que si hay sintonía con los socialistas no será para ‘estar como antes’ como si ahora, con un millón de parados más que cuando accedió al poder el PP, recortes innumerables, engaños tributarios, copagos, emigración masiva de jóvenes, menos salarios o más precariedad estuviéramos mucho mejor. No conforme con alardear de la gestión del desastre lo complementa con un uso monopolístico de este país que se traduce en fijar como requisito indispensable el bien de España. 

¿Y el de los españoles si ven qué tal? ¿De eso sabemos algo? ¿Es acaso el bien de España dejarse crujir por las directrices de unos tipos a quienes ni siquiera votamos? ¿Es por nuestro bien sacrificar empleos, deteriorar salarios, recortar derechos o ahora acometer una reforma de las pensiones que siempre es sinónimo de merma de sus cuantías? ¿De qué nos servirá cumplir con el déficit financiero cuando el déficit social sea tal inasumible que tendremos unas mejores cuentas pero unos ciudadanos en peores condiciones de vida? 

No se entiende bien que tanto PP como PSOE hayan entrado en una espiral de entendimiento para elevar al altar de la UE iniciativas conjuntas cuando, aunque duela admitirlo en las filas socialistas, ya se alcanzó el mayor y más pernicioso acuerdo entre los dos hace tiempo. Fue cuando de la noche a la mañana, porque los cambios en la Constitución son muy complicados según y cómo, se modificó su artículo 135 para dar absoluta prioridad al pago de la deuda con los bancos por encima de todas las cosas. De ese pecado original provienen todos y cada uno de los ataques sociales. Hay que podar en sanidad o en educación pero jamás incumplir con las entidades financieras a las que luego salvamos con nuestro dinero para que te sigan echándote a patadas de tu casa por dejar de pagar una letra. Eso sí que fue un acuerdo. Lo demás fuegos artificiales y no parece que esté la cosa para fiestas.

Más cosmética que política