miércoles. 08.05.2024

Un reconocimiento a la sabiduría de la senectud serrana

Cada vez que alguien fallece la humanidad pierde una fuente de conocimiento, por pequeña que esa sea. Las personas desde el día que venimos a este mundo iniciamos un proceso de aprendizaje que tan sólo finaliza con nuestra muerte; aunque existe la posibilidad de que lo aprendido a lo largo de la vida se convierta en eterno, siempre y cuando se transmita a las generaciones venideras como hacían los llamados hombres libros en la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.

Cada vez que alguien fallece la humanidad pierde una fuente de conocimiento, por pequeña que esa sea. Las personas desde el día que venimos a este mundo iniciamos un proceso de aprendizaje que tan sólo finaliza con nuestra muerte; aunque existe la posibilidad de que lo aprendido a lo largo de la vida se convierta en eterno, siempre y cuando se transmita a las generaciones venideras como hacían los llamados hombres libros en la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.

Cualquiera de los trabajos de investigación que se hayan hecho o se hagan sobre Sierra de Gata, y más si cabe los de historia contemporánea, antropología, etnografía, etc; han de tener muy en cuenta los testimonios de las gentes de esta comarca. Testimonios que si no se recogen se pierden por el carácter efímero de la naturaleza del ser humano. Hoy en día además del paso del tiempo se ha añadido otro problema como es el de la dispersión demográfica generada por la emigración que hace que nuestros mayores y parte de nuestra historia, costumbres y tradiciones desaparezcan entre la jungla de las grandes urbes en las que no se pone en valor, ni se aprecia, esa fuente de sabiduría.

Muchos de nuestros ancianos relatan a sus compañeros de residencias de ancianos, parques, etc. sus conocimientos sobre agricultura, ganadería, botánica, etc de la misma manera que se los enseñaron a ellos; ya que hasta ahora esa erudición se transmitía oralmente de generación en generación; pero la profunda transformación socioeconómica que se ha producido en el estado español tiene como inconveniente que se haya roto esa popular cadena de transmisión de conocimiento.

Los llamados “relatos del abuelo” o “las batallitas del abuelo” que para los más jóvenes se convertían en los cuentacuentos actuales han sido una forma simple de aprendizaje en cualquier sociedad desde los albores de la humanidad. Todo ello podría seguir siendo igual en Sierra de Gata si esta comarca no hubiese padecido esa epidemia del siglo XX que ha sido la emigración. A nuestros ancianos que residen fuera de Sierra de Gata se les iluminan los ojos cada vez que sus familiares los acercan por unos días a la sierra; es un momento evocador en el que uno se puede imaginar los gratos recuerdos que les invaden al recorrer las calles de las poblaciones en las que vivieron durante muchísimos años, hasta que la necesidad de buscarse el sustento y un bienestar para sus descendientes les llevó a salir de sus pueblos.

A pesar de que hoy en día numerosos pueblos de nuestra Comarca cuentan con modernas residencias de ancianos y con buenos servicios de carácter geriátrico existe un inconveniente insalvable para aquellos vecinos que emigraron hace mucho tiempo y que les gustaría retornar a Sierra de Gata y es el que la atención de sus familiares más cercanos, afincados la mayor parte de ellos en las grandes urbes nacionales, es prácticamente inviable; ello les obliga en último término a residir en complejas ciudades y en residencias de ancianos frías y alejadas del calor serrano, aportando un componente de desarraigo que sentimentalmente les afecta.

El mundo cada vez se hace más pequeño debido a una globalización que lo fagocita todo eliminando de un plumazo las particularidades y exclusividades para llegar al todo general y a la uniformidad. Este proceso es el que está detrás de esos cambios tan radicales y que sobre todo lo padecen más profundamente una generación de personas que se han sacrificado de forma meritoria a lo largo de toda su vida; pero a la que muy pocas veces se lo hemos reconocido. Sin todos ellos Sierra de Gata probablemente seguirá existiendo; pero ni Ella, ni los pueblos que la componen serán lo mismo; de hecho el cambio en muchos de ellos ya se ha producido, han dejado de ser pueblos con un rico pasado agrícola, ganadero, etnográfico, etc para transformarse en un conjunto de simples y frías urbanizaciones de segundas residencias.

Un reconocimiento a la sabiduría de la senectud serrana