viernes. 26.04.2024

Vuelta de tuerca

  Sabiendo que corro el riesgo de que se me acuse de pesado, tengo que justificarme diciendo que es la realidad la que se vuelve reiterativa y concienzuda y la que no nos deja otro camino que seguir ahondando en lo ya dicho y redicho, en este mismo medio, durante los últimos meses. Las ultimas cifras de paro que sitúan este en 5.965.400 parados, esto es, 850.

Sabiendo que corro el riesgo de que se me acuse de pesado, tengo que justificarme diciendo que es la realidad la que se vuelve reiterativa y concienzuda y la que no nos deja otro camino que seguir ahondando en lo ya dicho y redicho, en este mismo medio, durante los últimos meses.

Las ultimas cifras de paro que sitúan este en 5.965.400 parados, esto es, 850.400 desempleados más, desde que se aprobó la desgraciadamente famosa reforma laboral por el actual Gobierno de España, dan la razón a los que piensan que no se están tomando medidas económicas que busquen paliar el paro, sino medidas políticas en cumplimiento de un ideario predeterminado.

Extremadura tampoco está como para echarse unas risas, pues junto a Andalucía, Canarias y Castilla-La Mancha, es de las comunidades autónomas que salen peor paradas con más de un 30% de su población en paro. En Castilla y León el paro se cifra en algo más del 20%.

Muchos economistas siguen denunciando que las medidas macro y micro económicas que se están tomando están equivocadas si se pretende un crecimiento económico, una salida de la recesión económica o una creación de empleo.

Da la sensación, dicen estos expertos, que el Gobierno nunca pensó, desde la oposición, que la situación fuese tan complicada y que ante la dificultad máxima con que se han encontrado al ocupar el Gobierno, ha optado por tirar la toalla y dejarse llevar cómodamente por la corriente económica europea, sobre todo la alemana.

Convencido parecen los mandatarios de que, únicamente, las políticas de la zona euro serán capaces de incentivar la salida del crac económico y arrastrar, con ella, a las economías de todos los países europeos.

Lo que no entendemos es que, para este objetivo tan simple, sea necesario desmantelar el solidario estado de bienestar social, que tantas alegrías nos ha dado, que según dicen, tanto dinero está costando a las arcas públicas. Como no comprendemos que haya que abaratar el despido para que las empresas no tengan problemas a la hora de contratar y despedir, en un momento en que los salarios suponen consumo y, por lo tanto, incentivación al crecimiento de la economía.

Estas afirmaciones, dicen en mi pueblo, son letras de cagones, por lo que , o los políticos españoles y europeos y sus asesores son analfabetos económicos o son otros los objetivos y fines que se persiguen.

Para que nos hagamos una idea de lo que ha supuesto para las familias la sanidad, la educación y la adquisición de vivienda pública, sin contar otras prestaciones por asistencia social o subvención cultural, sólo tenemos que hacer el pequeño esfuerzo de pensar cuantas intervenciones sanitarias hemos tenido en la familia, incluidos nacimientos, cuantos niños y niñas escolarizados y, si hemos optado a una vivienda pública, la diferencia con la compra privada. Para ello utilicemos las facturas que actualmente, a título informativo, nos facilitan desde los organismos públicos y ya veréis como no sólo se nos escapa alguna exclamación de sorpresa sino que algunos podríamos tener hipotecadas nuestras vidas por prestamos bancarios, para el pago de estos servicios.

No me cansaré de decir que cuando muchos países, incluido los Estados Unidos de América del Norte, miraban hacia el sistema sanitario español como modelo a imitar, nosotros vamos y lo desmantelamos y tendemos hacia un sistema sanitario como el norteamericano, con el que sus pacientes no están contentos, que deja sin cobertura a tal número de usuarios que, incluso, hemos visto imágenes de héroes de guerra, morir en los bancos de las calles.

Nadie pudo pensar que el abaratamiento drástico del despido, en plena crisis económica, fuera a favorecer el empleo y sólo los interesados entendieron que lo que facilitaba era su utilización como instrumento de ajuste de las plantillas de trabajadores en las grandes empresas.

El objetivo planteado por el Gobierno de España, como prioritario, es el de acabar con la deuda pública y el déficit económico, pero tampoco está claro que pueda conseguirlo a corto y medio plazo y sin embargo, a este objetivo, se le considera culpable de la falta de estímulo al crecimiento, de frenar el consumo, de la resistencia al crédito y de la poca inversión pública. Se le ha dado tanta importancia a la deuda que la titulan como soberana, cuando la soberanía reside en el pueblo, y miran para otro lado cuando se les advierte, a voces en las calles, que están ahogando la alegría de este Pueblo y nuestro modelo social.

Todo esto ha provocado en el Gobierno de España que la cuestión económica se haya convertido en una cuestión política, justificando con ello la falta de resultados positivos e intentando contentar a una parte, al menos mínima, del electorado.

No es normal que, en los debates políticos, cuando los especialistas en temas económicos o expertos en temas sindicales intentan razonar la necesidad de trabajar por el crecimiento de la economía basándose en los parámetros antedichos de estímulo al consumo por la actualización del poder adquisitivo de los salarios, fluidez en los créditos a las empresas y a la actividad productiva, inversión pública e impuestos a las grandes fortunas, los representantes de los empresarios sólo estén pendientes del abaratamiento de los despidos y de la aprobación de leyes que los faciliten.

Argumentan que en España el empresario tiene miedo a contratar por las duras condiciones laborales y que por eso hay tanto paro, cuando nuestra legislación es parecida a la de los demás países de nuestro entorno y no creo que sea justo volver cincuenta años atrás para que la empresa recupere sus privilegios “terratenientes”, en detrimento de las justas reivindicaciones de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de este país.

Mientras el Comisario Europeo de Asuntos Económicos se escandaliza por la cantidad de jóvenes parados en España, más del 55%, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) los califica de terribles, el Presidente del Gobierno nos trasmite que el paro ira mal todo el año de 2013, esto quiere decir que no hemos tocado techo y que el paro superará los 6.000.000 de desempleados.

Con todo, lo que estas afirmaciones traslucen, es que el Gobierno se siente incapaz de tomar medidas que palien esta sangría y ha arrojado a estos jóvenes, en una cesta, a las aguas esperando que los recoja Ángela Merkel para que le ayudemos a construir su estado de pirámides sobre la base de piedras de granito del naufragio español, portugués y griego, ahora que se ha dado cuenta que, este hecho, supone uno de los principales problemas de Europa.

Los Estados Unidos del Norte de América por el contrario, está aplicando una política económica distante de la que tenemos en Europa y se nos obliga a España. El hecho de que sean legalizados más de 11.000.000 inmigrantes puede suponer una apuesta en la medida de buscar más trabajadores para apoyar el crecimiento que se basa en los parámetros descritos de estímulo de la economía.

No obstante estos gestos de sentimiento de escándalo, mostrados en público a golpe de pecho por los dirigentes europeos, parecen seguir el mea culpa del consabido: “Dios mío pequé, pequé, cuando salga de aquí a quién joderé”, pues a pesar de haber reconocido que el paro es la mayor lacra social, política y económica por lo que toda la acción del gobierno debe emplearse en reducirlo y que el crédito escaso y caro puede estrangular todavía más la economía española, demandan de este mismo Gobierno que no se relaje con las reformas. Queríamos una taza, pues tomemos dos.

En artículos anteriores hemos mantenido que la deuda pública sólo podría paliarse con la intervención del Banco Central Europeo, haciéndose cargo de ellas para evitar la especulación y ajustar al mínimo los intereses. El crédito a las empresas sólo puede fluir desde la intervención del Instituto de Crédito o de la banca nacionalizada, que además debe apoyarse en ayudas y exenciones a empresas, en marcha y de nueva creación, y a trabajadores con problemas y con planes efectivos de formación y busqueda de empleos

No se puede ni se debe construir el nuevo modelo productivo sobre las cenizas del anterior, emulándolo, ni sobre el liberalismo de mercado, sino con un modelo productivo, innovador y competitivo que no puede pasar por culpar a los trabajadores de su infortunio.

La falta de busqueda de comercialización efectiva, de objetivos a largo plazo, de medios para la eliminación del fraude fiscal y la falta de intervención pública en el mercado financiero, regulándolo y equilibrándolo son parte del problema.

Tampoco creemos que se consiga una salida digna de la crisis económica desmantelando el estado de bienestar social y con ello el sistema educativo, la red de centros sanitarios, el sistema público de pensiones y el desahucio de las viviendas.

Un millón de jóvenes, dicen los expertos socioeconómicos, pueden convertirse en una generación pérdida. Un millón de jóvenes de los que tan sólo hace dos años decíamos, y en ello a los padres se nos llenaba la boca, que era la generación mejor preparada de la historia de España.

Cuando todo esto está en el tuétano de las familias y configura, cada vez más, un drama social nacional, las concienzudas noticias parecen querer confirmar el presunto reparto de dinero, presuntamente fraudulento, entre los dirigentes del Partido Popular, muchos de ellos miembros del Gobierno de España. Un informe policial, de este mismo sábado, destapa presunto trato de favor con la Ministra de Sanidad, por la trama Günter y, además, Urdagarín hasta el cuello.

Nunca se dio tanto en tan poco tiempo, que las voces claman por unas elecciones anticipadas e, incluso, por la abdicación del Rey en el Príncipe Felipe. ¡Viva la Pepa!.

Vuelta de tuerca