viernes. 26.04.2024

De Iluminados, eremitas, santos y ascetas (V)

Llevaba ya algún tiempo por estas tierras de Coria y de Sierra de Gata cuando un buen día, nadie sabe muy bien el motivo, decidió cambiar de vida y hacerse monje. Es lo que tiene andar por estos lares seráficos, que uno puede sentir la llamada Divina en cualquier momento

Otto era uno de esos gigantones soldados teutónicos que llegaron a estas tierras de la mano del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Rubio, con una piel blanca mortecina y unos enormes ojos grises era el terror de sus enemigos; sobre todo cuando esa mole humana entraba en combate blandiendo su afilada espada.

Llevaba ya algún tiempo por estas tierras de Coria y de Sierra de Gata cuando un buen día, nadie sabe muy bien el motivo, decidió cambiar de vida y hacerse monje. Es lo que tiene andar por estos lares seráficos, que uno puede sentir la llamada Divina en cualquier momento.

A parte de hacerse monje franciscano decidió cambiarse el nombre, a partir de ese momento se llamaría Padre Cuneo. Aunque se desvinculó del ejército nunca perdió el contacto con sus antiguos compañeros de batallas y durante mucho tiempo siguió instruyendo a los soldados de su nacionalidad que se encontraban acantonados en Coria.

Hasta el final de sus días su vida transcurrió de pueblo en pueblo de esta serranía altoextremeña; aunque siempre, al atardecer, procuraba estar de vuelta a su nuevo hogar, el Convento de San Miguel en San Martín de Trevejo.

Poco a poco su vida se fue agotando hasta que una noche de invierno y después de una vida intensa, ésta llegó a su fin. Sus hermanos conventuales y sus vecinos mañegos decidieron enterrarlo en la iglesia del Convento, más concretamente en el lado de la Epístola.

Los años transcurrieron y entre aquellos que lo conocieron nunca se olvidó sus penitencias, apostolado, méritos y virtudes. Ya en el año del Señor de 1675 su tumba fue abierta y se encontró su cuerpo incorrupto, siendo trasladados dichos restos en loor de santidad.

Relato basado en el libro Jálama y su Comarca del Párroco Dº Samuel Sousa Bustillo.

De Iluminados, eremitas, santos y ascetas (V)