El investigador japonés Masaru Emoto, en sus investigaciones sobre el agua demostró, sin ningún tipo de dudas, que los pensamientos y palabras escritas son capaces de generar una energía no visible que influye en la manera en que cristalizan las moléculas. Un pensamiento de paz o de amor, hace que la molécula de agua cristalice con estructura armoniosa, ordenada y simétrica. Un pensamiento de odio o violencia origina estructuras desordenadas e irregulares.
El físico cuántico David Bohm, exploró la unidad del universo por medio de lo que él llamó, orden implicado. Para él, la realidad objetiva no existe, si no que es una especie de gigantesco holograma, la realidad en la que vivimos.
Para este físico, las partículas subatómicas permanecen unidad a pesar de la distancia que las separe, pues hay un nivel más profundo de realidad, al cual aún no tenemos acceso. En ese nivel en el que las partículas están conectadas, tú y yo, que estamos constituidos por partículas, al igual que todos las cosas y todos los seres, todos formaríamos parte de esa realidad holográfica, en la cual la localidad, la separación y la individualidad se resquebraja, al estar todo interrelacionado y unido.
Multitud de investigadores, máximos exponentes de lo nuevo, y herejes a la vez del paradigma instituido, muestran un multiuniverso el cual cada una de las partes, desde las partículas subatómicas, las gotas de agua, el ser humano y hasta las agrupaciones de galaxias estarían conectadas entre sí, compartiendo información simultanea y contante.
Quizá, la realidad física manifiesta parte de ese gran holograma del que formamos parte y es nuestra conciencia, quién lo iría recorriendo, reconociéndolo en sus mas variopintas manifestaciones.
El ser humano de la Tierra es cada vez más consciente de la necesidad de empezar a utilizar todo el potencial que lleva dentro de si mismo. Si todos y todo está conectado, tal y como nos avanza la física cuántica, deberíamos empezar a plantearnos de forma seria, la posibilidad de que los seres humanos, como sujetos individuales, somos los primeros y últimos responsables de la realidad que vivimos, tanto a diario, como para generaciones futuras. Por lo que el hecho de una transformación global, pasa inexorablemente por el cambio de un individuo…y otro…y otro…y otro…
Al estar todos interconectados, al llegar a cierto número de personas transformadas, se producirá una especie de explosión que haría modificar la realidad global, que al igual que las contracciones dolorosas de un parto dan paso a una nueva vida, esta explosión daría paso a una nueva era de de seres humanos, una nueva humanidad, en la que reconociendo que lo que yo hago afecta a todo y a todos, nos haría vivir y hacer las cosas de una forma muy diferente, a como las estamos haciendo.
Pero a todos los niveles, política, económica, social, de relación, etc…
Hasta otro día amigos.
Un abrazo.
Agustín.
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