-- Y hablando de “verdades”, ¿Qué ha habido de eso en tu vida? Me dijo la luz.
-- ¿De verdades? Bueno muchas. Creo que todas las que me fue posible alcanzar.
-- Bien eso está bien, pero dime ¿cómo notabas que habías llegado a la verdad?
-- Bueno, tenía una serie de referencias y cuanto más me ajustara a ellas más cerca me sentía de ella.
-- ¿Referencias?
-- Sí, referencias que me venían de mi religión, de mi cultura, y de personas más avanzadas que yo, que habían delimitado lo que era verdad y lo que no lo era.
-- Ya, pero si observaste tu mundo, en él existían otras religiones, otras culturas, otros maestros, otras enseñanzas… ¿Y entonces? Todos los “otros”, todos lo que no fueran como tú, ¿estaban equivocados?
-- Ummm… sí.
-- ¿Sí?
-- Sentí que no había ningún reproche por parte de la Luz, si acaso un ligero toque divertido.
-- Bueno, parece entonces que la Verdad hay que buscarla fuera y necesariamente ha de venir de grupos o personas similares a nosotros. Todo lo demás queda excluido ¿es eso?
-- Cada vez me sentía más pequeño.
-- Bueno… quizás no todos. Dije con una convicción cada vez menor.
-- Eso significaría que hay tantas verdades como grupos o si me apuras, como personas diferentes que existen. Eso son muchísimas verdades. Quizás la clave está en fijarse en lo común a todas ellas, en los que les une, no en lo que los separa. En ese factor común es donde puedes encontrar la verdad, es algo mínimo, sencillo y permanente en el ser humano.
-- ¡Como no he podido ver eso antes! ¿Podrías ayudarme a resolver las grandes preguntas que todos nos hacemos, esas verdades que todos nos hemos planteado alguna vez? Ya sabes, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿A dónde voy?
-- Claro, pero solo si lo hacemos entre los dos.
-- De acuerdo contesté.
-- Bien, dime que tenéis en común todos los seres humanos que habéis vivido en algún momento de la historia de este planeta.
-- Bueno, lo primero que se me ocurre es que todos hemos tenido una vida, una existencia física.
-- Perfecto ¿qué más?
-- No sé, no parece que tengamos muchas más cosas en común. Somos tan distintos unos de otros. Quizás y ahora ya lo sé puesto que he cambiado de forma de vida o transcendido de plano, venimos de algún sitio y después de la vida seguimos hacia algún otro.
-- Muy bien. Es decir, que estáis en movimiento de un sitio hacia otro, en evolución. ¿Más?
-- Tal vez que en algún momento nos preguntamos por el sentido de la vida. Que hay algo en nuestra naturaleza que nos empuja a buscar respuestas.
-- ¡Fantástico! Querido amigo, a veces me emocionas. Aunque las palabras no son importantes déjame que busquemos algunas para designar esa cualidad que acabas de mencionar. Si te parece le llamaremos “la chispa divina”.
-- Había oído alguna vez esa expresión, pero hasta ahora no había sabido qué significaba y por ello te doy las gracias. No se me ocurre que tengamos nada más que sea común.
-- Entonces quizás podamos resumir todo esto diciendo, la Verdad en el ser humano es que…
-- Que es un ser con una existencia física, que está en constante evolución y que alberga en su interior la chispa divina.
-- Todo esto que estaba descubriendo me emocionó y me hizo pensar si yo era merecedor de esta experiencia que estaba pasando.
-- ¿Qué estas pensando, que no eres merecedor de esta experiencia, que la vida no está siendo justa contigo?
-- Bien otro día hablaremos de la justicia.
Hasta otro día amigos
Un abrazo.
Agustín.
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