sábado. 20.04.2024

95. Las prisas

No corras demasiado, que el horizonte no lo vas a alcanzar nunca, que la vida tiene un ritmo y que no es bueno ir demasiado deprisa ni tampoco demasiado despacio, no vaya a ser que se te cale el motor. Condúcete tranquilo, llegarás más lejos

Señal internacional de stop
Señal internacional de stop

Como consecuencia de tener una rodilla un poco "perjudicada", me he visto en la necesidad de caminar más despacio y, de pronto, me he dado cuenta de que de esa forma puedo contemplar mejor el paisaje que me rodea: la gente, los árboles, los escaparates de las tiendas...

Antes iba demasiado rápido y todo lo que me rodeaba se convertía en una imagen borrosa. Si algún conocido me saludaba, me paraba... por cortesía pero apenas intercambiaba alguna palabra. Ahora no; ahora me fijo muy bien en las personas con las que me cruzo, saludo y me saludan, sonrío y me sonríen, cedo el paso y otros me lo ceden después a mí.

También me he dado cuenta de que en el pueblo donde vivo la gente me conoce, algo sorprendente para mí que no conozco a casi nadie, por las prisas probablemente. Me conocen en la panadería, en Correos, en el centro de salud, en el banco y hasta gente del pueblo con los que nunca he cruzado ni media palabra. De todo eso me he dado cuenta al andar más despacio.     

Ocurre lo mismo cuando voy en coche conduciendo. Solía conducir rápido... y me perdía el paisaje, así que últimamente conduzco más tranquilo y eso me permite coger los montículos que cruzan las calles más suavemente, las curvas con seguridad e incluso ver cosas del paisaje que antes me pasaban inadvertidas.

Pero también me he dado cuenta de una cosa importante: me he vuelto más tranquilo, cuando camino despacio reflexiono más sobre mis cosas, me observo más, me cuido más y me gusta "perder el tiempo" comprando en las tiendas del pueblo las cosas que se necesitan en casa.

Lo que no hago, ni nunca haré, será sentarme en un banco de la plaza a tomar el sol viendo pasar la vida por delante de mis ojos acompañado de otros de mi edad; eso es como parar el coche sin apagar el motor, gastando la gasolina sin utilidad alguna.

Seguramente, a mí me pillará la Dama Blanca, en otros lugares lo conocen como el Tío de la Guadaña, al pie del cañón, la saludaré y le pediré que me acompañe sin prisas en el último paseo, aunque espero que eso sea dentro de muuucho tiempo. Nos tomaremos un vinito de rioja y unos taquitos de queso manchego antes de doblar la esquina... y nos sonreiremos, seguro y nos iremos al otro lado.        

En cualquier caso, te recomiendo amigo o amiga lector, que no corras demasiado, que el horizonte no lo vas a alcanzar nunca por mucho que corras, que la vida tiene un ritmo y que no es bueno ir demasiado deprisa ni tampoco demasiado despacio, no vaya a ser que se te cale el motor. Condúcete tranquilo, llegarás más lejos.

Por cortesía de mi amigo Luis Arribas.

Hasta otro día amigos.

Un abrazo.

Agustín.

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95. Las prisas